Los hermanos
Cuando los padres del niño con síndrome de Down tienen más hijos, a menudo se preocupan del momento en que han de explicárselo a los demás hijos, y del modo de hacerlo. Lo mejor es explicárselo a los hermanos lo antes posible, y no retrasar este momento. Es bueno, así mismo, que estén presentes ambos padres, así como el bebé.
La información que se les dé debe ser adecuada a su edad, y es importante contestar siempre a las preguntas que hagan. Si los hermanos son pequeños, comenzarán a notar las diferencias a medida que vaya creciendo su hermano con síndrome de Down. Si son más mayores, es importante darles la información adecuada, para que ellos así mismo puedan hablar de su hermano con seguridad, ante sus amigos. Algunos hermanos se sienten avergonzados y no hablan del tema con sus amigos porque no saben cómo explicar lo que le pasa a su hermano.
Por otro lado, es posible que los hermanos más mayores, sobre todo adolescentes, se interesen acerca del riesgo de tener ellos un hijo con síndrome de Down, a lo que siempre se contestará con información adecuada. Si no se dispone de las respuestas, bastará con explicarles que en ese momento no sabemos la respuesta, pero que lo vamos a averiguar.
Es beneficioso que los hermanos acompañen al que tiene síndrome de Down al centro de rehabilitación o estimulación al que acuda, no sólo para no sentirse aislados, sino también para ver lo que hacen con su hermano y comprender mejor lo que le pasa.
Lo más importante es tratar el tema con naturalidad. Si los padres han aceptado a su hijo, los hermanos también lo harán. A ellos no les cuesta tanto. Sin embargo, si se vive con secretismo, lo vivirán como algo malo. No se debe subestimar la capacidad de los hermanos, por pequeños que sean, de percibir que algo ocurre en la familia. Los niños perciben mucho más de lo que pensamos los adultos, y pronto notarán que pasa algo en la familia y con su nuevo hermano.
Si los padres no han aceptado a su hijo, y se sienten culpables, sienten rechazo o llevan a cabo conductas patológicas (sobreprotección, centrarse en el niño...), los hermanos se sentirán responsables del nuevo niño, y se implicarán en su educación de una manera inadecuada, sacrificando su propia vida. Es importante inculcarles responsabilidad y que se sientan útiles, pero sin que reproduzcan patrones inadecuados. A menudo reproducen lo que ven en sus padres.
Dejar que los hermanos se comporten como hermanos, que se peguen, que jueguen, que luchen, que se rían y que lloren. Escuchar las observaciones que hacen en cuanto a cómo tratar a su hermano: ellos son los primeros en darse cuenta de las situaciones de ridículo o de cuándo las risas de los otros no son porque les haga gracia sino porque se ríen de él. Por último, no darles la responsabilidad del futuro de su hermano como una carga, sino que la vivan como una muestra de solidaridad normal entre hermanos.