Editorial: Quitarle el Síndrome de Down
Un deseo que manifiestan muchos padres o que, sin atreverse a confesar, esconden en su interior, es que a su hijo, a su hija, le desapareciera el síndrome de Down.
En una reunión de padres se planteó esta interesante cuestión:
- Si pudierais, ¿le quitaríais el síndrome de Down a vuestro hijo? La mayor parte de los presentes respondieron afirmativamente a la anterior pregunta, casi de forma automática. Una madre, sin embargo, dijo:
- Pues si lo pienso bien, no sé qué decir. Por él si lo haría. Creo que dejar de tener síndrome de Down le iba a mejorar en su vida, le proporcionaría más posibilidades, le permitiría defenderse mejor. Pero por mí no lo haría. Para mí él es como es, es quien es con su síndrome de Down. Y si se descubriera alguna técnica que le quitara su síndrome, ese niño ya no sería él. Sería otro. Me habrían cambiado a mi hijo. El niño con el que convivo y al que me he acostumbrado es quien es con sus virtudes y sus manías, con su lentitud, con su testarudez, con su cariño incondicional. Sin síndrome de Down sería otro niño, pero no sería él.
Como decía una niña en uno de los carteles de la reciente exposición de la Fundación Síndrome de Down de Madrid, un canto a la vida: “Si no fuera así, no sería yo”
Si nos encontrásemos con el genio de la lámpara y nos concediera tres deseos, ¿qué le pediríamos? Querer cambiar al niño con síndrome de Down es como querer cambiar la realidad. Si no es como nosotros deseamos, tenemos que transformarla. Pero, entonces, quizás deberíamos de cambiar a nuestros padres, a nuestros hermanos, a nuestros hijos, a nuestros esposos, a nuestras mujeres, porque siempre habrá algo en ellos que no sea como nosotros deseamos. Siempre habrá algo o alguien en el mundo que no es como nosotros quisiéramos. Quizás descubriríamos con sorpresa que los tres deseos del genio no son suficientes.
En estas fechas tan señaladas, en las que el consumo desenfrenado nos nubla la vista, la anterior reflexión quizás pueda ayudarnos a pensar sobre lo que verdaderamente queremos en la vida y sobre lo que nuestros deseos esconden. Como decía Oscar Wilde, “En este mundo, solo hay dos tragedias: una es no obtener lo que se quiere; la otra es obtenerlo”.
Comentarios
Recuerdo cuando mi niña SD tenía 3 a 5 años, que era simplemente tan adorable y tan hermosa, que yo cada día que la veía, pensaba y decía ... " por favor ya no crezcas" ... "Ya quédate en esa edad" ... "Que el tiempo ya no transcurra", ...y bueno, eso es egoístamente pensando en la felicidad que uno alberga con ellos y queriéndola prolongar. Pero la verdad es que como sabemos que les haríamos un daño, prolongando esa inocencia, también sabríamos el daño que les haríamos si no les quitáramos el sindrome!!!! Claro... Si utópicamente eso fuera posible.!!!
Saludos .