Editorial: Y yo, ¿qué puedo hacer?
Probablemente todos los padres tenemos experiencia de la lentitud con que nuestros pequeñines, en sus primeros años, van desarrollando las habilidades para interactuar con el ambiente que les rodea, sean personas u objetos. La torpeza en los movimientos que exigen motricidad fina (manejo de manos y dedos), en la capacidad para oír y entender, en la capacidad para expresarse, en la capacidad para generalizar... Todo ello influye en que tengan dificultades para ir enriqueciendo su conocimiento y su comunicación.
Pero el caso es que lo consiguen; y la secuencia de adquisiciones de las habilidades cognitivas es la misma que tiene lugar en los demás niños. La diferencia estriba en que hay que trabajar durante más tiempo, de forma más directa e individualizada, y con más constancia para que las desarrollen y las mantengan.
¿Qué podemos hacer nosotros? Hay tareas que nos son enseñadas en los gabinetes de atención temprana, con la intención de que las utilicemos y adaptemos a las condiciones propias de nuestro ambiente. Resulta que esas habilidades cognitivas sirven no sólo para avanzar en su desarrollo intelectual sino, simultáneamente, para sentar las bases de la comunicación.
Este es el motivo de que el artículo profesional de este mes, que continúa explicando las primeras etapas de la comunicación y el lenguaje, desarrolle ampliamente y nos explique con detalle lo que podemos hacer en casa para ejercitar la imitación gestual, la adquisición de la permanencia del objeto, el concepto de causa y efecto, de medio y de fin, y el conocimiento referencial. Muchas de estas actividades han de ocupar nuestro tiempo durante varios años; pero no como tarea u obligación impuesta sino como juego y entretenimiento realizados de manera natural a lo largo de la vida diaria.
Nosotros mismos, tratando de aplicar lo que en estas páginas se nos muestra, podemos evaluar el grado en que nuestros hijos van adquiriendo las correspondientes destrezas, incluso cuando ya son mayorcitos. Tengamos en cuenta, por ejemplo, que a los 5 años hay un 27 por ciento de niños con síndrome de Down que aún no han captado el concepto de permanencia del objeto. Hay también niños que siguen mostrando problemas de sensibilidad orofacial, o de escasa fuerza en los músculos de la cara y boca que exigirán actividades especiales para ejercitarlos.
En definitiva, pues, el profesional y la información nos orientan. Somos nosotros, después, los que hemos de ejecutar con paciencia y constancia estos programas que nos proponen.
Comentarios
lo resalto como las herramientas mas importantes del cuidado y enseñanza de nuestros hij@s
todo mezclado con el amor incondicional que debemos tenerles
se desarrolle bastante mas de lo que se les ha encasillado siempre