Artículo Profesional: Dolor y localización del estímulo

Expresión del dolor y localización del estímulo en las personas con síndrome de Down

Artículo: Pain expression and stimulus localisation in individuals with Down’s syndrome
Autores: M. Hennequin, C. Morin, J.S. Feine
Revista: Lancet 356: 1182-1187, 2000 (2 de diciembre)
Dirección: Laboratoire de Physiologie Orofaciale, Faculté de Chirurgie Dentaire, Université d’Auvergne, Clermont- Ferrand, France

Resumen

Las personas con síndrome de Down no siempre muestran signos de disgusto como reacción a estímulos dolorosos, cuando se les compara con la población general. Se diseñó este estudio piloto para valorar la capacidad que tienen las personas con síndrome de Down para detectar y expresar sensaciones, en comparación con voluntarios sanos.

En un primer test, se midió el tiempo de latencia transcurrido para detectar el dolor autoprovocado por estímulos muy fríos colocados en la muñeca y en la mejilla. Se diseñó un segundo test para valorar la capacidad de localizar los estímulos fríos en sitios diversos de la mano, de la cara o de la boca.

Se examinaron 75 individuos controles y 26 con síndrome de Down. Los que tenían síndrome de Down mostraron unos tiempos de latencia significativamente mayores que los controles: mediana de síndrome de Down (cuartiles) 28,7 seg (1º 18,0, 3º 47,6); controles: 20,6 seg (1º 12,4, 3º 31); p = 0,0005. Además, hubo más personas con síndrome de Down que mostraron dificultades para localizar el estímulo frío. Las diferencias en distribución para la localización precisa fueron significativas para la mano (síndrome de Down [p<0,0005] 54%; control 99%), la boca (31%; 84%), y la cara (54%, 97%).

Se concluye que las personas con síndrome de Down no son insensibles al dolor. Sin embargo, expresan el dolor o el malestar más lentamente y con menor precisión que la población general. Esto implica que los equipos médicos que tratan a estos pacientes habrán de utilizar técnicas de control del dolor aun en ausencia de manifestaciones claras de dolor.

Comentario

Creemos que la trascendencia de este trabajo es aún mayor que la conclusión que los autores exponen. No es sólo que haya que tratar el dolor en circunstancias en que nos consta que tiene que existir dolor aunque el paciente con síndrome de Down no lo exprese. Es que los profesionales sanitarios tienen que estar mucho más alertas frente a los escasos signos que las personas con síndrome de Down puedan mostrar, porque detrás de ese signo poco expresivo puede ocultarse un mal (infección, fractura, etc.) que podría pasar desapercibido.

Con gran frecuencia hemos oído comentarios informales por parte de padres y cuidadores de niños o de adultos con síndrome de Down, sobre la impresión que tenían de que estas personas muestran signos menores de sufrimiento, o se quejan menos, ante situaciones que suelen cursar dolor. Resultaba difícil distinguir si ello se debía a que realmente perciben menos el dolor o simplemente a que tienen menor capacidad de expresarlo.

Este hecho indujo a analizar la capacidad de respuesta a estímulos dolorosos en los ratones que se están utilizando como modelo experimental de síndrome de Down (Ts65Dn). I se comprobó que, en efecto, los ratones respondían con menor intensidad a los dolores provocados por calor intenso o por irritación química (v. Rev Síndrome Down, 15: 137, 1998; NeuroReport 10: 1119-1122, 1999). Basándose en estos datos, los investigadores franceses realizaron este trabajo que aquí resumimos en un pequeño grupo de personas con síndrome de Down a las que sometieron a estímulos dolorosos provocados por frío, y analizaron el tiempo que tardaban en percibir el estímulo frío como algo doloroso, así como su capacidad para discriminar el sitio de aplicación del estímulo doloroso.

Como se puede apreciar en los resultados que presentan, en efecto parece que las personas con síndrome de Down muestran menor capacidad para responder al dolor y para discriminar su localización. Pero este estudio no permite saber si eso se debe a que hay un retraso real en el tiempo necesario para que los estímulos lleguen desde la piel al cerebro, que es donde se percibe el dolor, o si se debe a una menor capacidad para ejecutar la respuesta al dolor, o a ambas cosas a la vez. En cualquier caso, este trabajo confirma tanto la impresión que tenían padres y educadores, como los datos objetivos obtenidos en el modelo experimental.

El mensaje importante es que parece cierto que el dolor, como elemento de alarma frente a una lesión o amenaza para la integridad del organismo, está disminuido en su respuesta en las personas con síndrome de Down, por lo que tanto los familiares como los profesionales sanitarios han de estar más atentos a cualquier mínimo signo de dolor y valorarlo en su justa medida, ya que pequeños signos pueden indicar grandes molestias o lesiones. Y por ese mismo motivo, no se les debe ahorrar los analgésicos que necesiten aun cuando las muestras o quejas de dolor o molestia parezcan pequeñas.