Resumen: Entrenamiento sobre un tapiz rodante
Entrenamiento de los niños con síndrome de Down sobre un tapiz rodante: resultados sobre el desarrollo basados en datos objetivos
D.A. Ulrich, B.D. Ulrich, R.M. Angulo-Kinzler, J. Yun
Pediatrics, 108 (5):84-91, 2001
Resumen
Objetivo: Como media, los niños con síndrome de Down aprenden a andar alrededor de 1 año más tarde que los niños sin discapacidad. El objetivo de este estudio fue el de determinar si la práctica de dar pasos sobre un tapiz rodante podría ayudar a reducir este retraso que tienen los niños con síndrome de Down para comenzar a deambular.
Métodos: A treinta familias de niños con síndrome de Down se les asignó de forma aleatoria a un grupo control y a otro grupo sometido al tratamiento. Todos los niños tenían trisomía 21 demostrada por cariotipo e iniciaron su participación en este estudio cuando se podían mantener sentados solos sin ayuda durante 30 segundos (Escalas de Desarrollo Infantil de Bayley, 2ª ed. 1993, ítem 34). Los niños recibieron la terapia física tradicional al menos en semanas alternas. Pero además, al grupo de niños sometido a intervención se les entrenó a dar pasos sobre una pequeña cinta rodante motorizada, 5 días a la semana, 8 minutos al día, en su propia casa. Se instruyó a los padres para que mantuvieron a sus hijos sobre estas pequeñas cintas diseñadas de forma especial. Cada dos semanas, el equipo investigador fue a las casas y analizó el progreso global motor de los niños valiéndose de las Escalas Bayley de Desarrollo Infantil, 2ª edición, controló el crecimiento mediante una batería de 11 mediciones antropométricas, y comprobó el grado en que los padres cumplían el tratamiento con fisioterapia y la intervención con la cinta rodante. Las primeras mediciones que se hicieron sobre la eficacia de la intervención consistieron en comparar entre ambos grupos el tiempo transcurrido entre el sentarse durante 30 segundos (momento de entrada en este estudio) y 1) levantarse por sí mismo para ponerse de pie; 2) marcha con ayuda; y 3) marcha independiente.
Resultados: El grupo sometido al tratamiento con la cinta rodante aprendió a andar con ayuda y a tener marcha independiente en un tiempo significativamente más corto que el grupo control, con una diferencia de 73,8 días y 101 días, respectivamente. En cambio, no hubo diferencias significativas entre ambos grupos en lo que se refiere al tiempo de levantarse por sí mismo para ponerse de pie, como tampoco en ninguna de las once mediciones antropométricas.
Conclusiones: Estos resultados ofrecen una prueba de que, mediante entrenamiento y apoyo, los padres pueden utilizar estas cintas rodantes en sus casas para ayudar a que sus hijos con síndrome de Down aprendan a andar antes de lo que normalmente harían. Nuestra actual investigación va dirigida a: 1) mejorar el protocolo para obtener el máximo rendimiento; 2) determinar el impacto de esta práctica sobre los patrones de la marcha; 3) a probar el sistema en otras poblaciones que también tengan una historia de retraso en la marcha; y 4) determinar los beneficios que el método pueda reportar a largo plazo.
Comentario
No es sorprendente que un entrenamiento intrínsecamente dirigido a promover el desarrollo de una determinada destreza motora, lo consiga. Forma parte de los principios que constituyen la base de la intervención temprana. En este caso, los niños de los dos grupos, el entrenado y el no entrenado, tenían unos 10 meses de edad en el momento de entrar en el estudio. El entrenamiento consiguió que los niños empezaran a andar solos, como media, tres meses antes que el grupo no entrenado; concretamente, el grupo entrenado lo hizo a los 300 días de entrar en el estudio (con una desviación estándar de 86,5) y el no entrenado a los 401 días (con una desviación estándar enorme de 131,3).
Como principio, el resultado nos anima y nos mantiene la convicción de que una buena intervención temprana resulta altamente beneficiosa para el niño con síndrome de Down. Como siempre, nos preguntamos dónde está el equilibrio al hacer una determinada propuesta. ¿Vamos a obligar a que todas las familias dispongan o adquieran una cinta rodante para que hagan el ejercicio? ¿O vamos a obligar al estado a que las financie? ¿Qué significado y qué valor en cada caso concreto tiene adelantar tres meses la marcha independiente, teniendo en cuenta todas las variables que puedan concurrir en un niño determinado?
Al margen de las respuestas que podamos dar a cada una de estas preguntas, vale la pena señalar tres aspectos de interés. El primero es que, aunque no sea una técnica de uso habitual, bueno es saber que funciona cuando nos encontremos con casos particularmente difíciles, en los que exista un claro retraso en el desarrollo de la marcha. El segundo es comprobar, una vez más, que una determinada técnica de intervención no sólo adelanta la aparición del hito de desarrollo que se desea mejorar, sino que reduce la dispersión de resultados de la muestra. (Nótese en este estudio que la desviación estándar descendió notablemente, de 131 a 86). El tercero es considerar la importancia de la interiorización de sensaciones a la hora de conseguir una determinada destreza. El tapiz rodante hacía mover las piernas del niño de manera alternante y cada vez más automática. La naturaleza rodante del tapiz promovía esa interiorización de sensaciones de alternancia, a las que el niño se fue acomodando e incorporando más y más, algo fundamental para la marcha. Con toda seguridad, el sistema favoreció el desarrollo de contracciones reflejas posturales necesarias para mantener el equilibro cuando se levanta un pie.
Los autores prometen seguir analizando el efecto a más largo plazo, mejorar el método de entrenamiento, y ver qué efectos tiene sobre la forma de la marcha. Serán datos que permitirán calibrar mejor la eficacia real de este interesante método.