Artículo: Montar en bicicleta
Enseñanza/aprendizaje de la habilidad psicomotriz de montar en bicicleta a personas con síndrome de Down
Primera parte
Rafael Torres Jara
Profesor de Educación Física, Universidad de Chile
Santiago, Chile
1. Conocer al niño y el síndrome de Down.
2. Genética, expresión fenotípica.
3. La familia.
4. Desarrollo cognitivo.
5. Desarrollo motor
6. Capacidad física.
7. Sensopercepción.
8. Neuromotricidad.
1. Conocer el síndrome de Down y a la persona portadora de este síndrome
Síndrome (del griego syndromé, concurso), es un cuadro clínico o conjunto sintomático con cierto significado y que por sus características posee cierta identidad; es decir, un grupo significativo de síntomas y signos (elementos semiológicos), que concurren en tiempo y forma, caracterizando un estado determinado.
Debemos conocer que el síndrome de Down es producto de una alteración genética, trisomía en el cromosoma 21 (exceso de información genética). La persona portadora de este síndrome no es una persona enferma aunque posee síntomas y signos peculiares por su condición. Dos de estos síntomas o signos están siempre presentes: 1. Discapacidad intelectual. 2. Retraso en su desarrollo motor.
Por ende, desde el nacimiento hasta su muerte, la persona con síndrome de Down debe ser estimulada en estas áreas del desarrollo.
Es importante conocer a la persona con quien vamos a trabajar. Debemos averiguar sus características como, por ejemplo, su carácter, saber si es introvertida o extrovertida, alegre o triste, conocer sus gustos, sus preocupaciones, su mascota, si es hi jo único o si tiene hermanos y todo lo que podamos conocer de ella para ayudarla.
2. Genética, cómo influye sobre la expresión fenotípica para esta actividad
Como es sabido, las personas portadoras de síndrome de Down poseen una alteración genética y, producto de ésta, una expresión fenotípica particular. Presentan peculiares características físicas corporales que deben ser tomadas en cuenta al momento de comprarles o subirles a una bicicleta para enseñarles a conducirla.
Importante es conocer que sus extremidades inferiores, superiores y tronco presentan talla disminuida (cortas), lo que implica menor alcance a los pedales y al manubrio que el resto de las personas, y también poseen manos más pequeñas, es decir, menor agarre palmar.
Si el tamaño de la bicicleta, el grosor y posición de su manubrio, asiento y alcance de sus pedales no se ajustan a las proporciones corporales de la persona, no tendrá la eficiencia mecánica requerida para el logro de esta tarea.
3. La familia, a qué tipo de familia pertenece
Este punto es muy importante pues la educación, las enseñanzas, los gustos, los hábitos en las familias se transmiten de forma refleja. No es lo mismo pertenecer a una familia que gusta de montar en bicicleta, de practicar deportes o actividades al aire libre, que pertenecer a una familia que gusta de la lectura o actividades más reposadas como la TV.
Esto no quiere decir que una familia de ciclistas tendrá solucionada la tarea si nace un niño con síndrome de Down en su seno; la tarea quizás será más fácil, por la capacidad potencial que posee. Pero, a pesar de que se practique y disfrute de la bicicleta, el niño necesitará de mucha atención, dedicación y horas de trabajo para alcanzar este logro.
También es importante saber que las personas con síndrome de Down, al igual que todos los seres humanos, tienen grandes referentes en sus vidas. Generalmente, en el grupo familiar es papá o mamá la persona más importante seguida de los hermanos y profesores. Por esta razón se recomienda que sea uno de estos referentes el que siempre esté involucrado en el proceso de andar en bicicleta, entregando señales positivas, aunque no sea el actor principal. Es conveniente entregar señales que permitan al niño sentirse acompañado, que perciba la atención que le está siendo brindada por sus seres importantes. Estas señales pueden ser, por ejemplo, comprar la bicicleta en compañía de su hijo, llevarle al lugar de desempeño de la tarea, acompañarle en parte de la tarea si no lo puede hacer en su totalidad, etc. El apoyo de los padres juega un rol fundamental en el éxito de esta tarea.
Este término hace referencia a funciones o facultades superiores del ser humano, como son, por ejemplo, la motivación, la atención, la memoria, la planificación, el lenguaje, el movimiento intencionado, etc.
Conocemos que una característica del síndrome de Down es la discapacidad intelectual. Esto implica que las funciones superiores se encuentran alteradas y disminuidas. A las personas portadoras de síndrome de Down se les dificulta el manejo de conceptos, lo que unido a trastornos de tipo sensorial y motor, hace que la tarea de la bicicleta se torne difícil. Para ayudar a estas personas, debemos manejar múltiples estrategias de mediación. Una de estas estrategias consiste en enseñar conceptos relacionados con la bicicleta, pero en otros contextos, y luego hacer la transferencia. Por ejemplo será necesario comprobar que el niño comprende el significado de términos de uso constante al conducir una bicicleta, tales como las siguientes expresiones: pedalear, mirar al frente, sentido del tránsito, calle, vereda, acera, doblar, cruzar, rápido, lento, detenerse, etc. que hagan posible el desarrollo de esta tarea.
En gran medida la cognición es un factor preponderante en el logro del objetivo de montar en bicicleta: a mayor capacidad cognitiva más posibilidad de éxito en la tarea y, a menor capacidad cognitiva, mayores dificultades para el desarrollo de la tarea. Recordemos que todas las personas con síndrome de Down no alcanzan el mismo nivel intelectual; algunas tienen retraso leve o moderado, educable; otras, retraso severo. Se denomina discapacidad intelectual a un trastorno del funcionamiento cognitivo que en el caso del síndrome de Down se acompaña de un desarrollo anormal del cerebro.
Toda persona, aparte de su condición, posee desarrollo motor desde su nacimiento, “reflejo” en una primera etapa.
Para tener éxito en la enseñanza de tareas motrices como lo es el montar en bicicleta, debemos identificar el estadio en que se encuentra el desarrollo motor de la persona con quien trabajaremos. Básico es conocer cómo se encuentra el esquema corporal, en otras palabras saber si el niño tiene conocimiento, conciencia y control sobre su propio cuerpo y sus partes.
Debemos conocer en qué estadio de desarrollo se encuentran las habilidades motoras de base las cuales, combinadas y diversificadas, dan paso a una motricidad más especializada.
Montar en bicicleta es una habilidad motora especializada, cuya dinámica requiere de habilidades motoras de base. Para realizar esta actividad, el niño debe ser capaz de mantener el equilibrio además de combinar y dominar las destrezas de locomoción y manipulación.
Para montar en bicicleta desde la perspectiva de la motricidad humana, se necesita controlar el manubrio, el asiento y los pedales con el cuerpo, equilibrarse y coordinar todas estas acciones en conjunto con este vehículo. Para trasladarnos o locomocionar nuestro cuerpo sobre la bicicleta debemos, fundamentalmente, mover nuestras piernas y pedalear. Indispensable para llevar a cabo esta tarea es contar con una buena educación postural y mostrar una marcha madura, ya que el pedaleo, como habilidad motora, es una progresión de la marcha. Lo que se quiere decir con lo anterior es que no debemos saltarnos etapas de desarrollo y madurar cada una de ellas.
Para facilitar la tarea de montar en bicicleta es importante realizar una temprana atención destinada a este objetivo, por ejemplo, llevar a pasear al niño desde pequeño y con frecuencia, en su coche, en un carrito adjunto a nuestra bicicleta, sobre un triciclo o pasearle en un scooter.
Actividad física es todo movimiento corporal producido por los músculos y que requiere un gasto energético. Una buena capacidad física permite realizar estos movimientos en forma eficiente y se compone de:
Fuerza muscular, permite iniciar, detener o cambiar de posición un movimiento, esto se logra con el propio cuerpo, con otro cuerpo o implementos.
Resistencia muscular, permite repetir movimientos de nuestro cuerpo en el tiempo.
Flexibilidad, permite asumir distintos rangos de movimientos.
Coordinación, permite controlar y regular los movimientos necesarios para realizar una tarea motriz.
Resistencia cardiorrespiratoria, permite al niño o joven generar esfuerzos prolongados.
Es importante conocer que estas capacidades físicas están influidas por:
a) la genética; b) alimentación, nutrientes; c) el entrenamiento.
Montar en bicicleta requiere de la interacción de estas capacidades y su desarrollo depende de cada persona y cómo las trabaje. Se necesita de fuerza para montarse en la bicicleta, para manipular el manubrio, para pedalear. De resistencia para repetir estas acciones en el tiempo. De flexibilidad para adoptar las posturas necesarias. De coordinación para que nuestro cuerpo interactúe de forma controlada y organizada.
Esto, unido a la cognición, que implica voluntad e intención, además de la influencia de una correcta afectividad y socialización conforman claves que no pueden ser obviadas para el éxito de esta tarea.
La mayoría de las actividades humanas están influenciadas por estímulos externos, los cuales son captados por órganos sensoriales dando paso a un trabajo de integración en nuestro sistema nervioso central, para luego producir una respuesta.
Las personas con síndrome de Down presentan alteraciones en sus órganos sensoriales, lo que unido a la conformación alterada de estructuras cerebrales, no permiten un buen proceso de percepción ni de integración, dificultando el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Por tal motivo, desde la perspectiva de la sensopercepción, debemos ser muy cuidadosos con nuestra intervención en la presentación de los estímulos, tanto en el número como en la vía utilizada para que el niño los capte (visual, auditiva, táctil). Podemos encontrarnos con alteraciones sensoriales de distinta índole y muchas veces conjugadas entre ellas (visión, tacto, propiocepción, vestibulares); esto implica fallos en sus percepciones, en su simbolización, en su conceptualización, alterando la respuesta motora.
Un ejemplo de la implicación que tienen estas alteraciones sensoriales sobre la bicicleta podría ser la percepción visual alterada. A algunas personas con síndrome de Down se les dificulta hacer una buena estimación de figura y fondo. Estas personas alejan o aproximan las imágenes, lo que causa un desempeño alterado al tener que diferenciar la calzada de la acera o calcular a qué distancia viene o está estacionado el automóvil que aparece en frente. Otro ejemplo podría ser una errada percepción de estímulos vestibulares. Por ejemplo, el niño dudará si se está moviendo él o si lo están haciendo los objetos que están a su alrededor y no captará correctamente la dimensión de la velocidad. Estos niños, dudosos de las amenazas externas, no se moverán o actuarán de manera lenta, ya que al fallar su brújula interna, presentan desorganización en sus respuestas lo que les provoca inseguridad o temor. A veces pueden sentir pánico y, como resultado, podrían soltar el manubrio, perder la postura y estabilidad, para finalmente caer u accidentarse si no estamos atentos. Es el buen funcionamiento del sistema vestibular el que nos dice en dónde estamos y qué hacemos. Cuándo su funcionamiento se encuentra alterado, se sufre de una lentitud cognitiva debilitante, que puede arruinar nuestro proceso de la bicicleta si no brindamos estrategias correctas a nuestros alumnos.
Otro ejemplo podría ser que, al no percibir adecuadamente los estímulos que nacen en el cuerpo, los llamados estímulos internos, captados por organelas que se encuentran en los músculos, articulaciones y vísceras, estos niños se enfrentarán a dificultades al montar en bicicleta a causa de l a llamada propiocepción, que en otras palabras es cómo se siente el cuerpo a sí mismo. Los niños con síndrome de Down tienen hipotonía, hiperlaxitud que en ocasiones no les permite percibir el accionar de sus piernas como es debido. Esto se traduce en, que montados sobre una bicicleta, necesitarán de continua supervisión, retroalimentación visual para evaluar cómo están actuando sus piernas, lo que distraerá su mirada de lo que debe ser el foco de atención principal, el camino.
Conocer cómo percibe, cómo está sintiendo, cuál es su dominio conceptual, cuáles son sus debilidades, nos permite asistir al niño adecuadamente en la tarea de montar en bicicleta.
En muchas ocasiones estos niños son conscientes de sus limitaciones, pero no las saben expresar. Estas limitaciones son traducidas por el niño con síndrome de Down en tensión corporal, psíquica, la cual se manifiesta con ineptitud en el desempeño de la tarea y con conductas maladaptativas. Por ejemplo.
- Rechazar y abortar prematuramente esta actividad.
- Desmotivación y falta de iniciativa frente a la tarea de la bicicleta.
- Tensión muscular: apretar en forma desmedida el manubrio con las manos, lo que les causa un agotamiento prematuro de la musculatura implicada y, en algunos casos dolor en sus manos.
- Tensión psíquica: se manifiesta en otras zonas del cuerpo como brazos, cintura escapular y tronco mostrándose apretados, contraídos. Esto influye en la postura, la estabilidad y accionar global del cuerpo.
- Descoordinaciones: apoyo inexacto del pie con relación al pedal.
- No coordinar rítmicamente el accionar de los hemicuerpos.
- Buscar otra tarea que les acomode e insistir en desmedro de la bicicleta.
- Risas descontroladas.
- Pataletas.
Por esta razón se recomienda ser cuidadoso en las presentaciones de la bicicleta y los estímulos inmersos en esta actividad o tarea. A continuación se ofrecen algunas recomendaciones:
- El manubrio debe tener empuñaduras de grosor adecuado y blandas, sin ranuras o dibujos que puedan marcarse en sus manos. De lo contrario puede ser motivo de respuestas inadecuadas, alterando la actividad.
- Cuidar que el asiento sea confortable donde el niño al sentarse, se sienta cómodo y no se preocupe más de él.
- Los pedales deben tener buen agarre plantar, soporte y ser antideslizantes.
- El manubrio, el asiento y los pedales deben quedar ergonómicamente ajustados al fenotipo del niño.
- Los brazos del niño no deben quedar demasiado cerca ni lejos del manubrio. Sus piernas no deben quedar extendidas al momento de apoyar el pie en el pedal que se encuentra más cercano al suelo, deben quedar en semi flexión lo mismo los brazos.
- Como estrategia sensoperceptiva se recomienda inicialmente, focalizar al niño sólo sobre un estímulo. Se aconseja cuidar su intensidad y duración. Luego, poco a poco, se podrá ir integrando otros estímulos de manera que el niño no se sienta sobrepasado por la tarea y no pueda o sepa desempeñarse en ella.
Se utilizará este término para hacer referencia al control de la postura y el equilibrio de acuerdo a la actividad funcional de montar en bicicleta.
Las distintas acciones motrices realizadas para montar en bicicleta representan grandes exigencias para los sistemas que controlan la postura y el equilibrio. Estos dos elementos implican la capacidad de recuperar la estabilidad y moverse para evitar el desequilibrio. La postura y el equilibrio son de vital importancia para actividades como sentarse, caminar, ponerse de pie, andar en bicicleta.
La teoría de sistemas nos dice que la acción de montar en bicicleta surge de la interacción del individuo con la actividad y el entorno, nos dice también que la capacidad de controlar la posición de nuestro cuerpo en el espacio nace de una compleja interacción de los sistemas músculo-esquelético y neurológico.
Los componentes músculo-esqueléticos abarcan elementos como: a) rango de movimiento articular, b) la flexibilidad espinal, c) las propiedades musculares y d) las relaciones biomecánicas entre las partes del cuerpo.
Los componentes neurales comprenden: a) los procesos motores como las sinergias de respuesta neuromuscular, b) los procesos sensoriales como los sistemas visual, vestibular y propioceptivo, c) las estrategias sensoriales que organizan estos múltiples impulsos, d) las representaciones internas fundamentales para el mapa de las sensaciones para la acción, e) los procesos de nivel superior básicos para los aspectos adaptativos y anticipatorios del control postural y equilibrio.
Cuando el niño adquiere y madura gran parte de los componentes de estos sistemas, se siente más seguro sobre la bicicleta, controla su postura y equilibrio, empieza a mostrar signos de autonomía como son el pedalear con mayor frecuencia e intensidad. Luego, el niño también podrá soltar una mano del manubrio, manejar con una sola mano, será capaz de voltear la mirada hacia los lados y atrás mientras pedalea y realizar piruetas como, por ejemplo, separar las piernas de los pedales mientras la bicicleta sigue rodando, será capaz de pararse (ponerse de pie) en los pedales mientras la bicicleta sigue avanzando. El niño podrá fijar la atención conjunta en un estímulo adicional como puede ser el ladrido de un perro, será capaz de mantener una conversación, podrá detenerse y volver a empezar la acción. Estos logros implicarán un aumento de velocidad al montar en bicicleta, paso previo y primordial para conseguir sacar las rueditas de apoyo lateral.
En síntesis. al relajarse sobre la bicicleta, el niño conseguirá un dominio fluido de ésta y, finalmente, habrá aprendido a montar en bicicleta.