Editorial: Palabras Mágicas
Los cuentos infantiles están repletos de palabras mágicas, conjuros y sortilegios, que ayudan al protagonista a vencer las más duras pruebas y dejan libre su camino para que pueda seguir su lucha incesante a favor de alguna noble misión. Un simple “abracadabra” puede servir para que un dragón indomable pierda toda su ferocidad, una espada convierta en invencible a quien la empuñe o un vaso de agua se transforme en un elixir de vida. Como fruto, que son, de los cuentos, esas palabras no tienen más valor que el de la fantasía, la ilusión, la falsedad.
Sin embargo, existen verdaderas palabras mágicas que, utilizadas en los momentos oportunos y por parte de las personas adecuadas, pueden ayudar a las personas con síndrome de Down a enfrentarse con mayor seguridad a los retos que la vida les va presentando. Son vocablos que, empleados con mesura y sensatez, tienen un poder asombroso.
“Por favor” y “gracias” son las más conocidas y, en muchos casos, las más olvidadas. Abren la puerta hacia la plena aceptación en la sociedad y el corazón de quienes han de acogerlos. Los niños con síndrome de Down han de acostumbrarse a emplearlas con frecuencia, para mejorar su imagen ante otras personas y mostrar a los demás el respeto que también a ellos se les debe. Y, una vez incorporadas en su forma habitual de relacionarse, han de seguir utilizándolas en la adolescencia y en la vida adulta. A su vez, los adultos que les rodean tienen el deber de convertirlas en habituales, para que sean imitadas con naturalidad. “Lo siento” y “perdón”, ayudan a mejorar, pues reconocen el error y llevan en su interior el germen de la superación. Enlazan con las expresiones “me equivoqué” y “¿me ayudas?”, que tan costosas de emitir les resultan como poderosos son en sus efectos.
“Lo has hecho estupendamente”, “qué bien” y “enhorabuena” o “felicidades”, refuerzan y consolidan el trabajo bien hecho, reconocen el esfuerzo y alimentan el propio concepto de quienes suelen equivocarse con mayor frecuencia. “Sigue así”, “vas muy bien”, “continúa”, “eso es”, “¿qué te parece si en el lugar de hacerlo así intentamos de este otro modo?”, son expresiones que allanan el camino hacia la meta, y que transmiten fe y confianza en quien está realizando la tarea, venciendo la incertidumbre. Son expresiones totalmente contrapuestas a “eres un desastre”, “qué vas a poder”, “te he dicho mil veces”, “déjalo, ya lo haré yo”, “estoy hasta...”.
Y sin duda, las palabras mágicas con más poder son “te quiero”, “me gustas como eres”, “me agrada estar contigo”, “gracias por estar aquí”, “gracias por ser tú”. Expresar con frecuencia el cariño, ayuda a mejorar la autoestima y a reforzar a la persona con síndrome de Down en su valía. Se ha de tener en cuenta que de niños, cuando son pequeños, esas palabras salen con naturalidad, de forma espontánea, muchas veces sin querer. Pero, al pasar los años, cuando son jóvenes o adultos, se van abandonando, pasan al desván de los afectos, y se olvida con frecuencia su mágico poder.
Por supuesto, el efecto transformador de estos términos es de ida y vuelta, y habitualmente, quien emplea palabras mágicas con frecuencia, comprueba, quizás con sorpresa, que le son devueltas, por lo general multiplicadas, por aquellos a quienes les son entregadas. Continuemos, por tanto, utilizando ”palabras mágicas”. Su poder transformador sigue siendo válido a través de los tiempos y de las personas.
Comentarios
Estupendo el artículo José, como citas al final "su poder transformador sigue siendo válido a través de los tiempos y las personas" o sea trasciende, nos trasciende y se eterniza en el tiempo. Gracias José de tu amiga, que tan "especialmente" hace uso y abuso de las palabras. Patricia