Editorial: La comprensión en la lectura
La lectura es un proceso que exige la concurrencia simultánea de dos importantes instrumentos que han de ser trabajados de manera independiente porque no guardan relación entre sí en sentido estricto: la descodificación de los signos gráficos que componen las palabras, y la comprensión. Ambos instrumentos muestran formas diversas de complejidad. Es el caso de la palabra única que tiene un significado, la frase sencilla que enuncia una acción, la frase larga y compleja incorporada dentro de un párrafo, la sucesión de párrafos que forman un texto, un relato, una idea.
En los últimos años asistimos con verdadero gozo a una explosión en el aprendizaje de la lectura por parte de niños, jóvenes e incluso adultos con síndrome de Down. Los actuales métodos permiten desbrozar con relativa facilidad los primeros pasos, y utilizar tempranamente el mecanismo descodificador. Se diría que introducimos con éxito al individuo en la mecánica lectora, de forma que elabora y reproduce mental o verbalmente las sílabas, las palabras y las frases. Y eso está muy bien. Pero de nada sirve, para que la lectura sea real, si al mismo tiempo el individuo no es entrenado en la comprensión de lo que lee. Y eso es mucho más difícil y exige infinitamente más tiempo, más ejercicio, más entrenamiento conforme la lectura se amplía. Porque entramos en el terreno de la cognición, y ella atañe directamente al grado de discapacidad intelectual que la persona tiene.
El entrenamiento de la comprensión lectora debe recorrer etapas que no se pueden saltar, y sigue un curso muy paralelo al que transcurre durante el desarrollo de la capacidad cognitiva, que define la edad intelectual. Tiene que ver en parte con el desarrollo que sigue el lenguaje comprensivo. Podemos conseguir personas con síndrome de Down –las hemos visto– que muestran una fluida velocidad lectora y que, sin embargo, entienden poco lo que leen. Queremos llamar la atención porque los expertos nos están dando ya el aviso. Enseñar a leer sin enseñarles a entender es engañarles y engañarse.
Incrementar la comprensión exige realizar muchos ejercicios, desde los más sencillos a otros crecientemente complejos, con el apoyo de muy diverso material didáctico que puede apoyarse, al menos al principio, en la fortaleza de la memoria visual del niño con síndrome de Down. Inicialmente, la elaboración y lectura de pequeños cuentos individuales en los que el propio individuo y su más próximo entorno son los protagonistas, atraen y mantienen la atención y el interés. Posteriormente se ha de recurrir a los numerosos ejemplos de naturaleza muy distinta, que los buenos programas de lectura ofrecen en las etapas sucesivas del aprendizaje lector. En este sentido, recomendamos que se tengan muy en cuenta las indicaciones, el texto y los ejercicios que aparecen en el capítulo 9 del libro de lectura que puede verse en la página del libro Material y Escritura en: Libros on line de este portal. Aunque a veces parezcan tediosos, su ejecución diaria resulta indispensable, porque ayudan a incrementar y reforzar el componente comprensivo.
Es preciso, por tanto, que en la enseñanza de la lectura se elabore y se trabaje la comprensión, y ésta sea sometida sistemáticamente a evaluación, teniendo en cuenta la evolución individual de la capacidad cognitiva. Es muy fácil detectarla. Basta ver, por ejemplo, en qué grado nuestro hijo o nuestro alumno con síndrome de Down incorpora lo que lee en sus conocimientos, en qué grado realiza las tareas que se expresan por escrito en una frase o texto, o cómo nos relata el cuento o la historia que ha leído, dentro de lo que su habilidad lingüística se lo permite.
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