Editorial: El placer de la comida

¿Verdad que a todos nosotros las palabras “comida” o “alimento” nos evocan multitud de significados? El disfrute de saborearlos, la pereza o el placer de prepararlos, la alegría que reporta ese encuentro obligado y esa tertulia que se establece alrededor de ellos junto a la familia y amigos. La comida forma parte inexcusable de nuestra existencia y de nuestra necesidad de vivir. Y hemos creado toda una cultura para hacer virtud de esa necesidad, afortunadamente, Tampoco falta quien la considera una obligación inaguantable... pero son los menos y ellos se lo pierden.

En su conjunto, es frecuente que la materialidad de la comida en sí misma, el tiempo que le dedicamos y el ambiente con que la rodeamos constituyan un conjunto positivo, grato, dentro del cual disfrutamos de una realidad que nos estimula y nos alegra.

Queremos destacar por encima de todo este aspecto humano positivo de la comida –en lo material y en lo social– a sabiendas de que existen otros aspectos que a veces se cruzan en el camino y lo mortifican.

Unas veces, lo apetitoso y atractivo de un alimento no va acompañado de un valor nutritivo. Otras veces, la señal de alarma que es “el sentirse saciado” llega demasiado tarde y uno come más de lo que realmente necesita. Otras, la cantidad de lo que se ingiere supera con creces la cantidad de lo que se consume, y aparecen el aumento de peso y la obesidad. Y es aquí cuando algo que en principio es tan agradable, se convierte en un pequeño tormento: “no comas más”, “basta ya”, “eso no”, “ahora no”... Negaciones y limitaciones.

Quién más, quién menos, somos conscientes de la facilidad con que nuestros hijos con síndrome de Down tienden a engordar. Ya han podido pasar por una época difícil de rechazo del alimento y de resistencia a comer nuevos alimentos cuando eran pequeñitos (¡véase el Foro!)... Es el caso que la inmensa mayoría supera esa fase y se convierten en espléndidos “comedores”. A lo cual nosotros –padres, abuelos, tíos, amigos– contribuimos y colaboramos de manera entusiasta. El premio se convierte en comida; el consuelo se convierte en comida; el entretenimiento se convierte en comida. Y si es dulce, mejor. Que hay que compensar otras amarguras.

Pues bien, amigos. El sobrepeso y la obesidad en el síndrome de Down es una realidad que debemos y podemos evitar. Los hábitos alimenticios –los malos hábitos– se van formando hacia los 6 años, y una vez que la curva de peso se dispara resulta muy difícil de controlar, porque las características metabólicas de su organismo facilitan la obesidad. Y es entonces cuando terminamos por hacer de la comida un elemento de preocupación y de contrariedad. Es frecuente ver a jóvenes con síndrome de Down que ya son obesos. La obesidad les perjudica en su ejercicio, incrementa su sedentarismo, dificulta su movilidad y destreza corporal, su participación activa en múltiples situaciones. El exceso de peso agrava la menor tonicidad de su musculatura y sobrecarga la estática y la dinámica de su esqueleto y sus articulaciones, con riesgos posteriores. Facilita la aparición de problemas en la edad adulta como son la diabetes, o el exceso de colesterol, o la dinámica del sueño y la respiración.

En el “Resumen del mes” que les ofrecemos en la Revista Virtual Canal Down21 de este mes pueden ver cifras preocupantes de sobrepeso y obesidad en adultos con síndrome de Down. Insistimos en la dificultad de contrarrestarla y tratarla cuando ya está establecida, y por eso les recomendamos encarecidamente prevenirla. ¿Cómo? Instituyendo desde la infancia unos hábitos alimenticios sanos. nuestro Portal específico: DownCiclopedia tiene una sección entera dedicada a la alimentación, que la encontrarán en el área de Salud y que consta de varios capítulos. A efectos de lo que aquí comentamos, destaca un artículo expresamente dedicado a prevenir el inicio de la obesidad, escrito pro la pediatra Dra. Ana Tejerina, experta en este tema y hermana de una joven con síndrome de Down.

Y si saben inglés, les recomendamos que lean un magnífico libro que publicó recientemente Joan Medlen sobre nutrición, forma física y síndrome de Down; es especialista en dietética y madre de un joven con síndrome de Down. Pueden ver el libro en el “Panorama de libros” que hemos incluido este mes en la Revista Virtual Canal Down21.

Si queremos que la comida siga siendo momento de disfrute, relajación y compañía, y no de sinsabores, regañinas y prohibiciones, enseñemos a nuestros hijos esos hábitos que les ayuden a manejar y controlar la comida por sí mismos con naturalidad. Y de paso, a que se miren al espejo y se sientan a gusto con su propia figura: esbeltos y guapos.