Resumen: Nutrición, peso y salud adultos con síndrome de Down

El estado nutricional y factores de riesgo de enfermedad crónica en adultos con síndrome de Down en régimen urbano

Carol L. Braunschweig, Sandra Gómez, Patricia Sheean, Kristin M. Tomey, James Rimmer, Tamar Heller

American Journal on Mental Retardation 109(2): 186-193, 2004

RESUMEN

Objetivos y métodos  

 El progreso médico ha sido un elemento determinante en la mejora observada en la calidad de la vida y en la longevidad de las personas con síndrome de Down (se estima que en USA hay unas 350.000 y en España unas 35.000). Pero la mayor longevidad obliga a considerar la presencia de enfermedades crónicas que se asocian con el envejecimiento, como son la obesidad, la diabetes o la cardiopatía. Su presencia significa menor independencia, mayor coste sanitario, más atenciones médicas y, en último término, una vida más corta y menos productiva en todos los sentidos.

En la población general, el exceso de peso va asociado a la diabetes tipo 2, enfermedad coronaria, hipertensión, hipercolesterolemia, trombosis, artritis, ciertos cánceres. El exceso de peso se clasifica de modo tradicional en: a) sobrepeso, si el índice de masa corporal (IMC) está entre 25 y 29,9, y b) obesidad, si el IMC supera los 30. (El IMC se calcula dividiendo el peso en kilos por el valor de la altura elevado al cuadrado). Recientemente se ha implicado a la obesidad del tronco (es decir, una circunferencia de la cintura que sea superior a 102 cm en varones y 88 cm en mujeres al término de una espiración) como un factor de riesgo independiente para definir el llamado síndrome metabólico, que conforma un conjunto de factores de riesgo para tener la diabetes tipo 2 y la cardiopatía, y comprenden la hipertensión, el aumento de triglicéridos, el aumento de glucosa en ayunas, y la disminución del colesterol de alta densidad. En USA, el 24% de los adultos tienen este síndrome metabólico.

Las personas con síndrome de Down que viven en su medio familiar presentan con frecuencia obesidad por lo que podrían tener mayor propensión a padecer una de esas enfermedades crónicas o del síndrome metabólico. Y sin embargo, en los estudios de autopsia se observa una prevalencia muy baja de lesiones arterioscleróticas en las personas con síndrome de Down, como si poseyeran algún factor que las protegiera.

El objetivo de este trabajo es estudiar simultáneamente los hábitos dietéticos y los valores antropométricos y bioquímicos relacionados con la obesidad y con los factores de riesgo del síndrome metabólico.

El estudio se realizó en 48 individuos con síndrome de Down (27 mujeres y 21 varones) que vivían en pisos residenciales o acudían a centros de día (es decir, no vivían en instituciones). No se hizo una selección al azar sino fueron aquellos que accedieron a realizar el estudio, entre 30 y 40 años y con un nivel de discapacidad entre ligera y moderada. Los datos sobre hábitos dietéticos se obtuvieron a partir de una encuesta que fue respondida por los cuidadores más próximos, y validada para padres de niños que no son capaces de responder por sí mismos. Se obtuvieron las medidas antropométricas y bioquímicas. Se definió la existencia de síndrome metabólico cuando concurrían tres o más de los siguientes datos: circunferencia de la cintura mayor de 88 cm en las mujeres o de 102 en los varones, glucosa en ayunas igual o superior a 110 mg/dL (o diagnóstico de diabetes), triglicéridos iguales o superiores a 150 mg/dL, colesterol-HDL inferior a 40 mg/dL en varones y 50 mg/dL en mujeres, presión arterial igual o superior a 130/85 mmHg (o diagnóstico de hipertensión).

Resultados y conclusiones

La mayoría de los participantes mostraron sobrepeso (18,8 %) u obesidad (70,8 %). Ningún varón y sólo el 15 % de las mujeres mostró un valor del IMC inferior a 25, y el 54 % tuvo una circunferencia de cintura superior a la considerada normal. A pesar de ello, la media de los valores de lípidos en el grupo se mantuvo dentro de límites normales (ver la tabla).

Se apreció el síndrome metabólico en el 14,6 %. Se apreció correlación estadística entre el IMC y la circunferencia de la cintura con relación a la glucemia, así como entre la circunferencia de la cintura y los valores de triglicéridos.

Tabla: valores metabólicos

El estado nutricional y factores de riesgo de enfermedad crónica en adultos con síndrome de Down en régimen urbano

En cuanto a la ingesta, la calórica media por día fue de 2.157 ± 111 calorías/día, con el 29 % en grasa, 18 % en proteínas y 54 % en hidratos de carbono. En conjunto, la ingesta de verduras y de frutas fue muy pobre, claramente inferior a la recomendada. Abundó el pan y la carne.

COMENTARIO

Hay que tener en cuenta que la muestra es muy seleccionada y no refleja necesariamente el espectro completo de la población de adultos con síndrome de Down. La edad es también limitada: entre los 30 y los 40 años. Y se trata de una población de Estados Unidos, país en donde las transgresiones dietéticas han sido señaladas repetidas veces. Los mismos autores afirman que el índice de obesidad de la población general estadounidense ha crecido en los últimos 10 años.

La tasa de sobrepeso y de obesidad que se aprecia en este estudio es muy elevada. Carecemos de datos en otros países, pero se admite de manera generalizada que los adolescentes y adultos jóvenes con síndrome de Down en nuestro medio muestran ya signos claros de sobrepeso o de obesidad. Las llamadas de atención sobre esta realidad son claras, y recomendamos visitar en nuestro portal la página en la que la Dra. Ana Tejerina aborda este problema en toda su crudeza: Prevención de la obesidad. Es de destacar su afirmación de que la obesidad empieza a estar condicionada por los hábitos creados en edades tempranas, antes incluso de la pubertad.

Es sorprendente, en cambio, que junto a estos datos relativos al IMC y a la circunferencia de la cintura, se observan desviaciones relativamente pequeñas en los valores de lípidos y demás factores de riesgo. Las medias del grupo son normales y los porcentajes de personas que se desvían de los valores normales son relativamente bajos. Por resumirlo de algún modo, sólo se apreció un claro síndrome metabólico en el 14,6% del grupo estudiado, cuando en la población general USA lo presentan el 20% de los adultos de más de 20 años.

Vale la pena recordar que, de los casos estudiados, el índice de arteriosclerosis en las coronarias de adultos con síndrome de Down es muy bajo, sin que sepamos la causa. Puede que haya una menor reactividad inmunitaria en la pared de las arterias, o una disminución de algún factor que favorece la formación de placas.

Con independencia de lo que el factor obesidad pueda condicionar al metabolismo general del individuo, de ningún modo debemos subestimarlo porque ese factor favorece el sedentarismo y la escasa realización de ejercicio, y eso repercute en otros aspectos de la actividad, la relación social, la autoimagen y el bienestar del individuo: aspectos todos ellos de evidente importancia a la hora de definir su calidad de vida. Programar la realización de ejercicio físico adaptado a la edad y preferencias de la persona y controlar la dieta según las normas expuestas por la Dra. Tejerina en el artículo citado, han de ser objetivos claros para familiares y profesionales que atienden a los adultos con síndrome de Down.