Editorial:Inteligencia emocional y habilidades sociales
Una asidua participante de nuestro Foro, madre de una jovencita con síndrome de Down, nos escribe: “Bailar y cantar no es hacer algo malo; pero según dónde y cómo, puede ser inapropiado, incluso ridículo, provocando en los demás una imagen objeto de burla y risa. La integración social requiere saber y entender estas cuestiones, para así no llamar la atención inadecuadamente. Para ello se deberían explicar las diferencias entre lo que es bueno y malo, adecuado e inadecuado según las circunstancias, y además dar unas pautas de acción, ya que por sí mismos quizá no sean capaces de elaborar en ese instante. Siendo todo ello importante, ¿cómo se puede enseñar para que lo entiendan y sean capaces de generalizarlo? Les pido que, tal como lo han hecho en el campo de las adaptaciones curriculares, continúen en la línea de las emociones, habilidades sociales, competencias absolutamente imprescindibles de la vida diaria. Sé que el Portal ya cuenta con información al respecto, pero nunca viene mal recodarlo”.
Así es, en efecto. El tema es importantísimo en una época en que nuestros hijos comparten ya de manera masiva entornos sociales comunes. No es la primera vez que desde este mismo espacio editorial hemos afirmado que, si importante es el progreso en los conocimientos académicos, lo es mucho más —y más difícil— la formación en el comportamiento social, en la interiorización de conductas y modos para manejarse con propiedad en el ambiente en que les toca vivir: la clase, el parque, el restaurante, el autobús o colectivo, el puesto laboral. Todo eso que se resume en la llamada conducta adaptativa, cuya limitación es uno de los elementos que define modernamente a la discapacidad intelectual. Es fácil que nos dejemos engañar por esa sociabilidad y “encanto” que los niños pequeños suelen mostrar, y la generalicemos pensando que su sociabilidad se extiende a todas las edades y situaciones. Pero no es así. Por poner un ejemplo, el mayor porcentaje de fracasos que los trabajadores con síndrome de Down sufren en su puesto laboral no se debe a que trabajen mal o no rindan (todo lo contrario, son muy buenos trabajadores) sino a su pobre adaptación al entorno: pobre relación con los compañeros, incapacidad para interpretar un reproche del jefe, o una broma del compañero, o la realización de una conducta inapropiada.
La capacitación de la inteligencia emocional y de las habilidades sociales debe ser tarea prioritaria en la educación de las personas con síndrome de Down desde sus primeros años, adaptándola y enriqueciéndola conforme van adentrándose en la adolescencia y la vida adulta. El beneficio será infinitamente superior al aprendizaje de las tablas de multiplicar. Las competencias intelectuales son un componente importantísimo a desarrollar en los niños con síndrome de Down; sin embargo, es indudable que deben emparejarse con otros contenidos como son el hecho de que el niño aprenda a quererse, a conocerse, a saber relacionarse y a desenvolverse, poniendo en práctica estas habilidades tan importantes en la vida cotidiana para cualquier persona.
Por eso les animamos a todos a que vuelvan a repasar, despacito, dos grandes secciones de este portal incluidas en el área de la Educación y Psicología. La primera está dedicada a la Inteligencia Emocional que contiene siete hermosos capítulos escritos por la psicóloga y educadora Paloma Cuadrado La segunda está dedicada a las Habilidades Sociales que ofrece cinco capítulos escritos por el educador y psicólogo Emilio Ruiz
Existe además un bello manual especialmente dirigido a las familias, para que vayan desarrollando las habilidades sociales de su hijo a través de una serie de situaciones en el propio entorno familiar. Se titula “Tú y yo aprendemos a relacionarnos”, y está escrito por las educadoras Dolores Izuzquiza y Raquel Ruiz. Acompaña a este manual para familias otro paralelo dirigido a educadores.
La experiencia nos dice que el cultivo de estas competencias proporciona frutos valiosísimos en la calidad de vida de nuestros hijos.
Comentarios
Muchas veces los padres se sorprenden cuando les digo que la educación de la sexualidad de sus hijos comienza en los primeros años de vida. Y es que vemos la sexualidad desgajada de lo que es la vida afectiva y emocional de la persona, y esto no es correcto. Para tener una vivencia sana de la sexualidad, la persona tiene que tener primero habilidades sociales y competencia emocional y, desde ahí, trabajar esa otra dimensión de su vida.
Este viernes, que tengo un taller sobre sexulidad en la Fundación Síndrome de Down de Madrid les daré a leer como aperitivo este sustancioso Editorial que Down21 nos regala.
Desde bebé lo llevamos a todos lados, sin impotar las miradas que motivaba y le exigimos normas de conducta al igual que a su hermana, once meses menor.
Hoy tenemos la satisfacción que cuantos lo conocen nos felicitan por el hijo que tenemos. Se hace querer por todos y es nuestro orgullo.
Es un trabajo de todos los días.
Saludos desde Barcelona.
Dejeme decirles que trabajar las habilidades sociales es imprescindible, ello les permite a nuestros chicos una buena interacción y sobre todo debemos trabajarlas desde pequeños y sino lo hemos hecho hacerlo ya y de acuerdo a su edad cronológica.
muchas gracias.
mi hija belen esta muy bien y gracias a uds, por ese apoyo con tanta informacion
agradecere me envien las revistas y toda informacion, muchas gracias .Juan
pero el amor a nuestros hijos lo suera todo dificultad tod mal intencion de los demas yo conosco a mi hijo es tan sano su conducta no hay malda en ellos .. una vez mas muchas gracias canal 21 por apoyarnos y comprendernos