Artículo Profesional: Cómo iniciar la comunicación con tu bebé

Cómo iniciar la comunicación con tu bebé con síndrome de Down

Libby Kumin

PRIMERA PARTE

INTRODUCCIÓN

Nos comunicamos desde el momento en que nacemos, y seguimos haciéndolo a todo lo largo de nuestra vida. Desde el momento en que nos despertamos hasta que nos acostamos. Siempre que interactuamos con la gente, nos comunicamos. Para los niños con síndrome de Down, el comunicarse es tan urgente y esencial como para cualquier otro. Y ellos lo hacen bien pronto mediante sus lloros, sus sonrisas, sus gestos. Obviamente, en sus primeros meses no saben todavía que están enviando mensajes y comunicándose con nosotros, pero nuestras reacciones y las de las demás personas que les rodean, les ayudan a que sus expresiones, sus gestos y sus vocalizaciones tomen la forma de una comunicación.

A pesar de su deseo innato de comunicarse, los niños con síndrome de Down a menudo tienen características físicas y cognitivas que hacen más probable que su habla y lenguaje tenga dificultades. Su número e intensidad son muy variables de unos niños a otros. También sus capacidades son amplias y llegará normalmente a dominar lo necesario para comprender y usar el lenguaje; pero lo probable es que lo consiga más lentamente. En su primer año de vida puede bablear (balbucear) y hacer muchos sonidos, o puede ser un bebé silencioso. Puede empezar a hablar hacia la edad en que normalmente lo hacen los demás niños, y usar frases cortas y comprensibles a la edad de jardín de infancia, o puede hablar muy poco hasta la edad de cuatro o cinco años y necesitar el uso de lenguaje de signos, o de pictogramas o de instrumentos electrónicos para comunicarse. La vía que ha de seguir vuestro hijo no está predeterminada; hay mucho que se puede hacer para conseguir que el niño progrese en lenguaje y en habla. La mayoría de los niños pequeños se encontrarán entre estos dos extremos que hemos indicado.

Como padres, vais a disponer de muchos medios para ayudar a que vuestro hijo mejore en sus habilidades de comunicación. La comunicación es parte integral de la vida, por lo que el mejor método de aprenderla y practicarla es la vida real. Puesto que los padres sois los que pasáis la mayor parte del tiempo con vuestro hijo en las actividades de la vida real, estáis en la posición ideal para trabajar en estas habilidades. Cuando el niño es pequeño, os puede asustar la idea de ser uno de los principales profesores de comunicación. Pero en realidad, enseñar estas habilidades de comunicación a un niño con síndrome de Down no es tan diferente de como se hace con los demás niños. Es cierto que habréis de hacerlo más lentamente, practicarlo más, ser más conscientes de lo que hacéis al enseñarle. Pero habréis de usar las mismas técnicas que habéis utilizado con los demás hijos. Las mismas canciones. Los mismos comentarios y explicaciones conforme compartís con él vuestras actividades de limpieza, paseos, compras, comida, excursiones: todo ellos será la base de creación del vocabulario y demás elementos del lenguaje.

¡A TRABAJAR!

Tu bebé ya está en casa. Físicamente hay mucho que hacer, tanto por su parte como por la tuya. Además de intentar descansar algo, necesitas ajustarte a las necesidades especiales que tendrá tu hijo. Recuerda que tu bebé necesita que se le tome en brazos, que se le abrace, que se le alimente y se le haga eructar, que se le cambie y bañe, que se le hable y ame exactamente igual que a cualquier otro bebé. Los bebés con síndrome de Down se parecen mucho más a los demás bebés de lo que se diferencian de ellos. Sin embargo, puede que haya preocupaciones añadidas desde el punto de vista médico y de la alimentación en los niños con síndrome de Down. No es inusual que los niños con bajo tono muscular tengan dificultades para succionar y para tragar mientras se alimentan. Existe información y existen especialistas en alimentación (generalmente logopedas o terapeutas ocupacionales) que pueden ayudarte a darle un buen comienzo a tu bebé.

Si no lo has hecho ya, integra a tu hijo en un programa de atención o intervención temprana, donde recibirá la ayuda especializada que necesita para optimizar su aprendizaje. Forma parte de dicha atención temprana el pedir evaluaciones sobre las dificultades con la alimentación y para el desarrollo temprano del lenguaje.

Para aprender y crecer, todo bebé necesita una amplia variedad de experiencias sensoriales, y encontrarse en un entorno estimulante. Tu bebé aprende a conocer su mundo mirando, oyendo, tocando, y sintiendo la posición y el movimiento. Has de interactuar con tu bebé desde el principio. Enséñale las habilidades que son básicas para el desarrollo de la comunicación. Háblale, cántale, balancéalo al son de la música. Sabemos que los bebés reconocen las voces familiares desde una edad muy temprana, y responderán a ellas. Pon tu cara cerca de tu bebé cuando lo tengas en brazos; míralo a la cara cuando lo estés alimentando. La enseñanza y la práctica pueden formar parte de tus actividades diarias. Mientras bañas o vistes a tu bebé, puedes irle enseñando los nombres de las diferentes partes del cuerpo. En las horas de las comidas, puedes etiquetar los diferentes tipos de alimentos, y trabajar con “abrir” y con “cerrar” cuando el bebé abra y cierre sus labios y su boca para alimentarse. La comunicación es parte de la vida cotidiana, y es natural el hablar sobre determinadas actividades a medida que las vas desempeñando en tu vida diaria.

Vamos a centrarnos ahora en las primeras habilidades que forman la base del lenguaje, y en las habilidades de alimentación y pre-lenguaje que ayudan a desarrollar las habilidades necesarias para el habla. Las actividades que sugerimos son, en general, apropiadas para los bebés con síndrome de Down durante los primeros seis u ocho meses de su vida. El marco cronológico, sin embargo, puede diferir si tu hijo ha sido operado, o si se le alimenta por sonda, en vez de darle el biberón o el pecho. Más adelante nos centraremos en las habilidades previas al lenguaje y al habla. Algunas de ellas podrán trabajarse desde temprano, pero para trabajar con otras quizás haya que esperar hasta después de los seis meses.

El momento para comenzar a trabajar en áreas específicas dependerá de la disposición de tu hijo. Por ejemplo, no podrás comenzar a trabajar con actividades de imitación hasta que tu hijo esté listo para imitar tus movimientos o tus sonidos. Una buena estrategia sería intentar realizar una actividad; por ejemplo, hacer que tu hijo imite la acción de mover un cochecito de juguete. Si tu hijo responde, sigue su interés y dirígelo. De lo contrario, espera y vuelve a intentarlo al cabo de dos semanas o de un mes. Avanza, pero detente si ves que tu hijo aún no está listo o no está interesado, e inténtalo de nuevo en otro momento.

Los especialistas de atención temprana pueden proporcionar información acerca de los pasos y las fases necesarios para dominar las habilidades sensoriales, motoras, táctiles y lingüísticas. Recuerda, el desarrollo del habla está enlazado con el desarrollo de muchas otras áreas. Para que tu hijo progrese en el uso del lenguaje y del habla, necesita aprender de su entorno a través de los sentidos de la vista, el oído y el tacto. Y tú puedes empezar a trabajar en su percepción sensorial y en cuestiones sensoriales desde su nacimiento. Piensa en concebir el desarrollo de tu hijo como una secuencia y no como un programa cronológico.

EXPERIENCIAS SENSORIALES       

La percepción sensorial nos rodea y envuelve. A través de nuestros sentidos aprendemos acerca del mundo. Los sentidos más conocidos son la vista (visual), el oído (auditivo), el tacto (táctil), el gusto (gustativo), y el olfato (olfativo). Pero incluso los sentidos más conocidos son complejos. Por ejemplo, el sentido táctil nos permite percibir si un objeto es suave o áspero, agudo o romo, grande o pequeño, caliente, frío o tibio.

Los sentidos menos conocidos son:

  1. El sentido vestibular: el sentido del equilibrio y el movimiento.
  2. La propiocepción: la conciencia interna de dónde se encuentran en cada momento nuestras articulaciones y nuestros músculos.

El sentido vestibular está relacionado con el tono muscular, coordina los dos lados del cuerpo, y coordina los movimientos de los ojos, la cabeza y del cuerpo para ayudarnos a mantener nuestro equilibrio. La propiocepción procesa la reacción de los músculos y las articulaciones para mantener el cuerpo en buena posición. Gracias a la propiocepción podemos llevar la cuchara de la sopa a nuestras bocas sin pasarnos ni quedarnos cortos. De forma automática e inconsciente llevamos la cuchara exactamente a nuestros labios. Tanto el sentido vestibular como el propioceptivo están implicados en el aprendizaje para emitir sonidos (articulación), así como en el aprendizaje para hablar de forma inteligible (inteligibilidad del habla).

Procesamiento SensorialEl procesamiento sensorial o integración sensorial (IS) son los términos que se utilizan para describir la capacidad para recibir y asimilar información sensorial precisa del entorno, y para coordinar e integrar la información, de modo que ésta funcione adecuadamente en nuestro entorno. Incluye la capacidad para captar la información, la capacidad para descartar información (como por ejemplo, el ruido ambiental), y la capacidad de darle sentido a esa información.

Trastorno de Procesamiento Sensorial (TPS). Cuando los niños tienen dificultades para procesar y organizar la información sensorial, se le da el nombre de trastorno de procesamiento sensorial (anteriormente llamado disfunción de integración sensorial). El TPS es más frecuente en los niños con síndrome de Down que en los niños con desarrollo ordinario. Muchos niños pequeños con síndrome de Down parecen tener ciertas dificultades con el procesamiento sensorial, como intolerancia a los ruidos altos, a lavarse los dientes, a dejar que se les corte el pelo o a aceptar texturas mezcladas en sus alimentos. Existen excelentes fuentes de información sobre el TPS, entre las que se encuentran las obras de Carol Kranowitz (The Out-of-Sync Child y otras) y de Lucy Miller, y la página web sobre los Trastornos de Procesamiento Sensorial (www.sensory-processing-disorder.com). Consulta la sección siguiente para obtener información sobre problemas sensoriales y habilidades comunicativas.

            Tu equipo de atención temprana ha de saber valorar cualquier tipo de dificultad sensorial que tu hijo pudiera estar experimentando, e iniciar el programa de tratamiento adecuado. Tú eres parte esencial de ese equipo, y puedes aportar observaciones fundamentales. Los primeros meses, en casa, son el momento para llegar a conocer las preferencias de tu bebé y sus estilos de aprendizaje. ¿Ansía tu bebé más estimulación –como, por ejemplo, oír música o succionar el chupete? ¿Se ve desbordado por determinadas sensaciones –quizás cerrando los ojos, tapándose los oídos con las manos, o llorando porque se siente sobre-estimulado? Los primeros pocos meses constituyen una excelente oportunidad para llegar a saber cómo tu hijo funciona mejor, lo que le encanta y lo que le disgusta.

Dificultades sensoriales y habilidades comunicativas

Hay muchas clases de dificultades sensoriales que pueden afectar la comunicación. Muchos niños con síndrome de Down tienen al menos una de estas dificultades cuando son pequeños; otros las tienen todas. Si el niño además tiene autismo, probablemente tendrá también dificultades sensoriales más severas.

  • Hipersensibilidad­. El niño es hipersensible a la visión de determinadas cosas, a ciertos sonidos, contactos o movimientos. Puede dar saltos, retraerse o mostrarse temeroso ante algunas situaciones porque le resultan incómodas. Puede que solo tome un número limitado de alimentos, porque no le gustan los alimentos crujientes ni la mezcla de texturas (guisantes o grumos en el puré de patatas). Tal vez deteste que le pongan champú o que le corten el pelo.
  • Hiposensibilidad. El niño es hiposensible o responde menos a la estimulación, y por eso puede parecer abstraído. Como resultado de eso, a menudo es un buscador-sensorial. Los niños buscadores-sensoriales buscan experiencias de saltos, golpes y estrépitos. Dan fuertes pisadas cuando caminan y chapotean en los charcos. Adoran los abrazos fuertes, y que se les ajuste mucho la manta con que se les envuelve. Buscan experiencias sensoriales intensas, como morderse o chuparse los dedos, girar, o atiborrarse la boca con comida.
  • Algunos niños tienen una combinación de hiper y de hiposensibilidad, y pueden fluctuar entre ambas.
  • Nivel de actividad anormalmente alto o bajo. El niño se mueve continuamente, o se muestra aletargado y cansado, y se mueve lentamente.
  • Dificultad de coordinación. El niño puede tener poco equilibrio. Puede tener dificultades para aprender una nueva tarea, especialmente las que conllevan planificación motora. Parecerá torpe y patoso. (Los niños con síndrome de Down suelen tener dificultades de coordinación, debidas a su bajo tono muscular, pero si éstas se presentan junto con problemas sensoriales, puede que haya problemas de coordinación aún mayores).
  • Dificultad con la organización de la conducta. El niño puede tener dificultades para adaptarse a situaciones nuevas, o a tareas cambiantes. Puede que tenga dificultad para dormirse y para despertarse. Puede parecer impulsivo o distraído.

Si tu hijo es hipo o hipersensible al contacto sobre su cuerpo, y no le gusta que lo toquen, es importante consultar con un terapeuta ocupacional (TO). Si cualquiera de los restantes síntomas descritos se corresponde con los que presenta tu hijo, pide a un terapeuta ocupacional una evaluación del procesamiento sensorial. Un terapeuta ocupacional puede ayudar a tu hijo a aprender a responder con más normalidad al contacto y a las demás sensaciones. Un logopeda (fonoaudiólogo) experto en procesamiento sensorial puede ayudar, proporcionando experiencias sensoriales orales que ayudarán a tu hijo a que experimente como más normales las sensaciones en la zona de los labios, la lengua y la boca y, por ende, hará que resulte más fácil para él aprender a hablar.

Experiencias visuales

Los niños aprenden mucho observando su propio medio, y especialmente observando a las personas que están en su mundo. En los primeros meses, los bebés se sienten atraídos por determinados tipos de cosas de su entorno. Los estudios han demostrado que los niños prefieren los colores vivos, como el rojo, así como los contrastes entre el blanco y el negro. Han demostrado también que los niños pequeños prefieren mirar a la cara humana. Anima a tu hijo a mirarte, cogiéndolo de forma que pueda verte. Mécelo en tus brazos teniendo su cara hacia ti. Sostenlo en alto con su cara cerca de la tuya. O bien colócalo en su sillita de bebé sobre una mesa a nivel de tus ojos, de forma que ambos se miren directamente el uno al otro. Sonríele, ríete, y háblale y cántale. Atrae su atención hacia tu cara.

Una vez que tu bebé te esté mirando a la cara, intenta ir aumentando el tiempo en que la mira. Haz sonidos graciosos, o muecas graciosas, para estimularlo y mantener su atención. Actúa como si fueras un espejo e imita cualquier movimiento que haga él. Usa un espejo grande, tiéndete junto a tu bebé, y miraos ambos en el espejo. Haz que le resulte divertido mirar tu cara, y muestra alegría al mirarlo directamente a la suya. La proximidad lo ayuda a desarrollar la habilidad de mirarte.

Asegúrate de que el entorno sea visualmente estimulante. Cuelga figuritas móviles y dibujos de colorines alrededor de la habitación. Anima a tu hijo a que mire contigo los objetos de la habitación. Coge un animal de juguete grande, o una pelota de playa grande y sostenlos cerca de tu bebé. Mueve la pelota hasta que veas que tu bebé la mira, y entonces dile, “¡Mira la pelota!, ¿a que es grande? ¡Qué divertido es mirar la pelota!”  Muéstrale tu disfrute en las cosas que veis juntos. Diviértete explorando el entorno visual junto con tu bebé. Obsérvalo mientras aprende a intentar darle al juego de la figurita móvil. Observa y nota cuando él sigue con la vista los animales del móvil mientras se mueven. Observa su grado de atención a la música, tanto cuando ésta suena como cuando se silencia.

A veces a los bebés con síndrome de Down les cuesta más esfuerzo enfocar su vista hacia las caras o hacia los objetos, debido a su bajo tono muscular o a sus dificultades para levantar la cabeza. Por eso, asegúrate de sostener y apoyar la cabeza de tu bebé. Una vez que lo tengas en una postura en la que pueda ver tu cara claramente, querrá mirar tu cara y se deleitará en ella del mismo modo que cualquier otro bebé. Algunos bebés responden mejor, y es obvio que disfrutan mirando las caras. Otros bebes responden menos. Esto es algo que a veces les resulta costoso a los nuevos padres porque todos queremos reacciones, no hay nada tan alentador como un bebé que sonríe y se ríe cada vez que aparece tu cara. Pero algunos bebés con síndrome de Down necesitan más tiempo para mostrar esa reacción. Ten paciencia, la reacción llegará. Tu bebé necesita ver tu cara frecuentemente, ser sostenido cerca de tu cara, y ver que tú disfrutas mirándolo. Finalmente, aprenderá a devolverte la mirada, a reconocer tu cara y a pensar que es una cara maravillosa, que es especial para él. Este entrenamiento visual temprano es muy importante. Para aprender a hablar en los meses posteriores, será de gran ayuda el que tu hijo sepa mirarte, y éste es el inicio de esa habilidad.

La mayoría de los bebés responden bien a la estimulación visual, pero no todos ansían la misma cantidad de estimulación visual. Observa a tu hijo para ver cuál es la cantidad de estimulación más adecuada, y cuál es la que le disgusta. Tú quieres encontrar ese equilibrio. Un terapeuta ocupacional, experto en tratamiento de procesamiento sensorial, puede ayudarte a identificar los niveles de estimulación que son realmente mejores para tu hijo. Siempre podrás aumentar la estimulación más tarde, cuando tu bebé se muestre dispuesto a recibir más.

Experiencias auditivas

Para adquirir habilidades de lenguaje, tu hijo tiene que poder escuchar. No solo tiene que poder “oír” físicamente, sino que también tiene que ser capaz de centrar su atención en los sonidos. Las habilidades auditivas se desarrollan a través de la experiencia. Tú puedes ayudar proporcionando muchos sonidos para que tu bebé los oiga. Intenta una sola actividad en cada ocasión, de forma que tu hijo no se sienta desbordado por demasiados sonidos opuestos. Algunos niños tienen dificultades para escuchar sonidos fuertes, mientras que otros las tienen para concentrarse en los sonidos importantes del entorno cuando hay ruido de fondo (esto se conoce como dificultades de discriminación).

Practica juegos de sonidos con tu bebé. Por ejemplo, cuando él emita un chillido, imita ese sonido. Si tu bebé dice “eeee”, repite ese sonido y después vuelve a repetírselo cantando. Cuando tu bebé diga “a”, imita el sonido, y después vuelve a repetírselo usando un tono más alto de voz o un tono muy bajo de voz. Puede que tu bebé tenga un rango corto de atención y que pierda interés, por eso, haz que tus prácticas sean breves. Pero lo más probable es que disfrute oyéndote reproducir “sus” sonidos.

Otras formas de entrenar a tu hijo a oír sonidos, a escuchar y a aumentar su rango de atención podrían ser:

  • Conecta los sonidos con sus fuentes. Haz sonidos de animales para los animales de juguete de tu bebé, y luego pregunta, “¿Qué sonido hace el pato?” Luego di, “Cuac, cuac”. No esperes que tu hijo se una al juego de sonidos durante bastantes meses, pero normalmente, antes de los doce meses de edad, tratará de imitar algunos sonidos.
  • Usa diversos sonajeros, campanitas y objetos que hagan ruido para proporcionarle diferentes clases de estimulación sonora, y para atraer la atención de tu bebé. Anímalo, también, a jugar con los juguetes sonoros. Esto le dará práctica para escuchar sonidos y para explorar de dónde provienen esos sonidos.
  • Llama siempre a tu hijo por su nombre cuando intentes atraer su atención. Si no responde, llama su atención agitando uno de sus juguetes favoritos, y luego llámalo de nuevo por su nombre.
  • Usa un móvil musical para su estimulación tanto visual como auditiva.
  • Atrae su atención hacia los sonidos del ambiente, como aviones o bocinas de automóviles. Incluso puedes intentar imitar los sonidos que oigas con tu bebé.

Recuerda que en algunas ocasiones, el líquido en el oído y la pérdida fluctuante de audición pueden dificultar más que tu hijo oiga tus sonidos, de forma que a veces puede que parezca no estar prestando atención. En esas ocasiones, asegúrate de que puede ver tu cara. Acércate a él y hazle los sonidos más altos, de forma que pueda verte y escucharte. Y cerciórate de acudir pronto a un médico para los problemas auditivos, ya que tu hijo necesita oír lo mejor que pueda para aprender a hablar. Para más información sobre problemas auditivos, consulta el Capítulo 2.

Experiencias táctiles

Hay muchas habilidades táctiles (de tacto) que son necesarias para el habla. Para hablar, no sólo tenemos que mover los labios, necesitamos también sentir cómo se mueven nuestros labios: ¿Están los labios estrechamente juntos? ¿Está la lengua ejerciendo presión en el paladar?

En la boca se encuentran más fibras nerviosas sensoriales que en cualquier otra parte del cuerpo humano. Cuando tu bebé explora el mundo llevándose objetos a la boca, está activando este sistema sensorial sensible. A medida que va adquiriendo muchas experiencias en la infancia a través del tacto, también desarrolla “circuitos de retroalimentación”, esto es, su cerebro va formando conexiones entre una acción y una sensación resultante. Cuando se lleva un juguete a la boca, o toca algo suave y blando, o duro y sólido, su cuerpo le envía información sobre esos objetos y sobre su boca. Estas experiencias táctiles le ayudan a forjar las habilidades táctiles necesarias para producir sonidos.

Proporciónale a tu bebé muchas sensaciones táctiles. Usa un trapo para golpear suavemente, o para frotar con brío sus mejillas, su cara y su lengua. Tócale la cara con bolas de algodón, con un trozo de terciopelo y con arpillera u otro tejido áspero. Esto le ayudará a desarrollar circuitos de respuesta para las diferentes sensaciones del tacto, y también le proporcionará la práctica para localizar el contacto (para saber dónde se encuentra éste en su cuerpo). Aplícale loción facial en las mejillas y frótalas. Practica juegos consistentes en tocar su cara y sus labios. Por ejemplo, frota sus labios y después frota los tuyos, con tu dedo o con un trapito. La hora del baño es un momento natural para realizar estas actividades, y bastará con una vez al día. Que la hora del baño sea un momento especial de proximidad que tu bebé ansíe todos los días.

  • Alienta la exploración con la boca, dándole una esponja, un frotador, u otros juguetes suaves y seguros que tu bebé pueda llevarse fácilmente a la boca, para estimular sus labios, sus mejillas y la zona de la lengua. Dale juguetes de diversas texturas, para que tu hijo pueda experimentar sensaciones táctiles diferentes. Los animales de juguete suaves con partes protuberantes, como dinosaurios o jirafas, resultan especialmente útiles.
  • Si tu bebé no se lleva a la boca los objetos voluntariamente y por sí mismo, un terapeuta ocupacional podrá enseñarte cómo pasarle un trapito suave o un cepillo de dientes especial (nuk) por las encías, para ayudarle así a tolerar el contacto dentro de su boca.
  • Anima a tu hijo a imitar movimientos orales, como relamerse los labios, chasquear la lengua, y a hacer sonidos divertidos manteniendo tu cara cerca de la suya mientras tú haces los sonidos.

EXPERIENCIAS COMUNICATIVAS

Durante la infancia se establecen varias bases que son muy importantes para la comunicación. Entre éstas se incluye el aprendizaje del concepto de cambio de turno, y el aprender que la comunicación nos permite tener control sobre nuestro entorno. Como madre o padre, tú desempeñas un papel crucial para ayudar a tu hijo a dominar estos conceptos.

Cambio de turno en edad temprana

Toda comunicación exige un cambio de turno, es decir, el hecho de que hay un hablante y un oyente, y de que éstos alternan sus papeles. Esto es algo que le puedes enseñar a tu bebé desde muy temprano, a través de los juegos y de la emisión de sonidos. Aunque puede que tu hijo necesite más práctica para desarrollar las habilidades del cambio de turno, aprenderá a usar esta habilidad correctamente.

Cuando tu bebé comience a emitir sonidos, incluso un llanto o grititos, imita tú esos sonidos. Después espera, y dale más tiempo para que emita más sonidos. A veces, los niños con síndrome de Down son más lentos para tomar su turno, por lo tanto, asegúrate de darle a tu bebé el tiempo suficiente para que responda. Quizás te apetezca colocar un espejo, de forma que tu hijo pueda verlo, puesto que con frecuencia los bebés incrementan sus juegos de sonido cuando se ven reflejados en un espejo. Algunos padres cuentan que sus hijos emiten más sonidos en el cuarto de baño, donde están rodeados de espejos. Mantén tu cara cerca de la de tu bebé, y juega una y otra vez con los sonidos. Si golpea el colchón con su manita, espera a que él se pare y después da tú también golpecitos sobre el colchón. Cualquier movimiento o actividad de emisión de sonidos puede convertirse en una ocasión para hacer prácticas de cambio de turnos.

Reacciona ante las emisiones de sonidos de tu bebé como si éstas tuvieran significado. Escucha atentamente; cuando tu bebé deje de hacer ruido, dile, “Tú no me hablas”, o “Dime más”, o “Quieres tu biberón ahora, ¿verdad?”. Sostén una conversación con él. Cuando tu bebé haya tomado un turno, respóndele tú, después míralo y dale su tiempo para que vuelva a tomar su turno. Cuando sea capaz de sostener un teléfono de juguete, juega a tener conversaciones por teléfono. Este juego de sonidos es el inicio de las rutinas de la conversación. A tu bebé le encantará tener estas conversaciones contigo.

Cuando estés “conversando” con tu bebé, usa un tono de voz agudo, háblale con frases cortas, sencillas, habla más despacio y repite mucho. A veces nos referimos a esto usando los términos “conversación de bebé” o “conversación de mamá” (el modo especial que tienen las madres de hablar con sus bebés). Parece que el modo de hablar o la “conversación de mamá” ayuda a todos los niños pequeños ―incluidos los que tienen síndrome de Down― a aprender el lenguaje. Cuando tu hijo haya alcanzado la edad de dos a tres años, y haya comenzado a utilizar el habla, ciertas características del “habla de mamá”, como el uso del tono agudo, comenzarán a dar la sensación de ser poco naturales o inadecuadas. Ese será el momento de ir atenuando tales características. Pero el uso de frases más cortas y el hablar más despacio son características del “habla de mamá” que seguirán resultando útiles incluso cuando tu hijo tenga más edad.

El poder de la comunicación

Para ayudar a tu bebé a aprender que la emisión de sonidos puede influenciar su entorno y dar resultados, responde tú con rapidez a sus llantos y sonidos. Ayúdale a aprender que los sonidos tienen el poder de auxiliarnos. Cuando llore, cógelo en brazos, dale un biberón o cámbiale el pañal, dependiendo de lo que quiera. Responde a lo que tu bebé está interesado en ese mismo momento y háblale de ello. “¿Oíste ese avión? Hizo mucho ruido.” O bien, “Estás mojado, ¿verdad? Tenemos que coger un pañal enseguida y secarte.” 

Este artículo forma parte del capítulo 3 del libro “Early Communication Skills for Children with Down Syndrome: A Guide for Parents and Professionals”, elaborado por la Dra. Libby Kumin y editado por Woodbine House (Bethesda, USA). Traducción autorizada.