Resumen: El impacto del trastorno del sueño

El impacto del trastorno del sueño sobre la función ejecutiva en el síndrome de Down

C.-C. (JJ) Chen, G. Spanò, J.O. Edgin
Research in Developmental Disabilities, 34: 2033-2039, 2013 

RESUMEN 

Se conoce ya muy bien la alta prevalencia de trastornos del sueño en las personas con síndrome de Down. La apnea obstructiva del sueño (AOS), por ejemplo, se da en no menos de la mitad de esta población, y no sólo en la niñez sino a lo largo de toda la vida. Pero además, en los niños y adolescentes es frecuente observar otros trastornos del sueño como son la resistencia a irse a la cama, la ansiedad nocturna, los frecuentes despertares durante la noche, las parasomnias (pesadillas, terrores nocturnos, sonambulismo), la somnolencia durante el día, las dificultades respiratorias (ronquidos, AOS). Todas estas dificultades pueden variar a lo largo de la vida; por ejemplo, la ansiedad puede ir disminuyendo con el crecimiento, mientras que las dificultades respiratorias (incluido la AOS) pueden mantenerse e incluso aumentar con la edad.

La causa de todas estas anomalías del sueño está todavía sin aclarar y pueden contribuir diversos factores presentes en el SD. Uno de ellos es el anatómico: la alteración en la conformación de las estructuras de la línea media del cuello y de la cara, como son la pequeñez o estrechamiento de las vías respiratorias superiores (fosas nasales, garganta, laringe. Otras de carácter infeccioso: infecciones de las amígdalas y adenoides que hacen aún más estrecha la vía respiratoria. Otras de carácter metabólico: el sobrepeso y la obesidad (según el índice de masa corporal) que dificultan la respiración, y que aparecen con frecuencia en las personas con síndrome de Down. Pero es posible que también existan factores cerebrales, aún mal conocidos, que contribuyan a perturbar los mecanismos nerviosos que regulan el ciclo sueño-vigilia.

Se ha analizado bastante en la población general la relación que existe entre las alteraciones respiratorias del sueño, incluida la AOS, y el exceso de somnolencia que aparece durante el día, o la falta de energía y pérdida de humor, o las alteraciones en las funciones cognitivas que dependen de la corteza prefrontal (memoria operativa, fluencia verbal, capacidad para inhibir conductas. Algunos lo achacan a las fases de hipoxia (poca oxigenación) que padecen a lo largo de la noche y que, a la larga, terminan por afectar al funcionamiento de la corteza cerebral.

Estas y otras alteraciones de la función ejecutiva están también presentes en niños, adolescentes e incluso adultos con SD. Dada la frecuencia con que éstos padecen trastornos respiratorios del sueño, cabe preguntarse si quizá exista en el SD una relación entre estos trastornos y la menor calidad de la función ejecutiva. A profundizar en este problema va dirigido el presente estudio, que trata de ver la relación que pueda existir entre la calidad del sueño y la función ejecutiva en un grupo de 29 adolescentes y adultos con SD, de edades comprendidas entre 14 y 31 años, 21 varones y 8 mujeres, sin ningún antecedente de alteración sensorial.  

El sueño fue valorado a partir de un cuestionario que fue rellenado por los padres (todos vivían en sus casas familiares); es decir, no fue analizado de manera objetiva mediante técnicas de polisomnografía, sino de manera indirecta a partir de las respuestas de los padres que habían observado con frecuencia el sueño de sus hijos con SD. El cuestionario ha sido ya utilizado y validado en anteriores estudios (test de Simonds y Parraga), y analiza cuatro grupos de factores del sueño: (1) dificultades para iniciar y mantener el sueño (p. ej., resistencia para ir a la cama), (2) rasgos o síntomas que indican AOS (p. ej., ronquidos, respiración suspirosa), (3) trastornos o conductas especiales durante el sueño (p. ej., pesadillas, sonambulismo), (4) trastornos o conductas durante el día que puedan sugerir somnolencia (p. ej., períodos de siesta a lo largo del día).

Los tests utilizados para analizar la función ejecutiva fueron:

-  El tiempo de reacción ante la aparición en pantalla de un estímulo determinado.

-  Fluencia verbal para generar ejemplos de diversas categorías: semánticas (nombres de animales o de bebidas) y fonéticas (palabras que empiecen por…).

-  Capacidad para generar respuestas previamente establecidas en función de estímulos generados por el observador (knock-tap test): mide capacidad para inhibir una conducta.

Para analizar los resultados, se dividieron los participantes en dos grupos en función de las puntuaciones obtenidas en la evaluación de las AOS (según el cuestionario: puntuación alta o baja). A excepción del índice de masa corporal, que fue más alto en los individuos con puntuación alta de OAS (como era de esperar), los demás parámetros basales (edad cronológica, edad mental, talla, peso y otros problemas de sueño) fueron similares en ambos grupos.

Se correlacionó cada una de las pruebas que medían la función ejecutiva con cada uno de los factores de sueño. Se apreció una correlación negativa entre “dificultad para iniciar y mantener el sueño” y fluencia verbal, es decir, hubo una relación entre menor fluencia verbal y mayor dificultad para iniciar y mantener el sueño. Del mismo modo, hubo una correlación negativa entre síntomas AOS y puntuaciones en los test de fluencia verbal y el test de inhibición de conducta (knock-tap test). Es decir, los individuos con mayor puntuación en los síntomas OAS tenían menor fluencia verbal y tuvieron más fallos en el test de inhibición. Y por último, las personas que mostraron mayor puntuación en los problemas de conducta diurna relacionada con trastornos del sueño obtuvieron peores puntuaciones en el test de conducta inhibitoria.

Los resultados muestran que determinados problemas de sueño, especialmente los que se manifiestan en forma de apneas obstructivas del sueño, pueden repercutir negativamente sobre la expresión de la función ejecutiva cerebral, que tan importante es en los procesos de cognición y aprendizaje.

COMENTARIO

Es la primera vez que se intenta analizar la repercusión que los trastornos del sueño, especialmente la AOS, tan frecuentes en el síndrome de Down, pueden tener sobre el funcionamiento de la función ejecutiva, una función que ya de por sí está reducida en el síndrome de Down, y que tanta importancia tiene para desarrollar la cognición y el aprendizaje. Se trata, pues, de un tema realmente serio y que exige que le prestemos atención, sobre todo a la hora de tratar de corregir las apneas obstructivas del sueño. Nos parece que el estudio no es definitivo, es más bien sugerente. Pero marca el camino para seguir profundizando en la temática del sueño y la repercusión sobre la conducta y aprovechamiento de oportunidades. El hecho de que se realizara en adolescentes y adultos añade un nuevo valor, pues se trata de una población cuya vida se está extendiendo durante muchos años.