Artículo Profesional: Elementos del lenguaje II
Antes de emitir la primera palabra: elementos precursores del lenguaje
Parte II
Libby Kumin
HABILIDADES PREVIAS QUE SON ESENCIALES PARA EL LENGUAJE
A medida que tu hijo va superando el aprendizaje de las habilidades de comunicación temprana y hasta que sea capaz de aprender el lenguaje y de utilizarlo, se produce un proceso de madurez y de crecimiento. Las habilidades previas esenciales para el lenguaje son las siguientes:
1. Habilidades de atención
2. Habilidades visuales
3. Habilidades auditivas
4. Habilidades táctiles
5. Habilidades imitativas
6. Habilidades cognitivas (permanencia del objeto, causa y efecto, utilizar medios para conseguir un objetivo, conocimiento referencial), y
7. Habilidades prelingüísticas.
Recuerda que el lenguaje se basa en las experiencias sensoriales del entorno de tu hijo. De modo que él tiene que recibir y dar sentido a la información de su entorno, para poder aprender a catalogar y a nombrar esas experiencias. De acuerdo con las investigaciones, los niños aprenden a manejar la información sensorial en un orden determinado. Los niños progresan desde las habilidades táctiles a las habilidades visuales, después a las auditivas, y sólo entonces estarán listos para aprender a dominar las habilidades del lenguaje y las cognitivas (Ayres, 1980). Estas habilidades táctiles, visuales y auditivas nos ayudan a avanzar en el camino hacia el habla y el lenguaje (Ayres & Mailloux, 1981). Estas habilidades son las que nos ayudan a aprender los sonidos y las palabras, y nos posibilitan establecer circuitos o bucles de respuesta entre los ojos, los oídos, la boca, los labios, la lengua y la mandíbula y el cerebro.
Habilidades de atención
Atención significa ser capaz de centrarse en una persona, objeto o suceso. Observamos esta habilidad en un niño cuando éste se fija en las caras de sus padres, y cuando escucha atentamente los sonidos de su entorno. Las habilidades de atención se enseñan mediante las experiencias sensoriales y mediante el juego. Por ejemplo, tu hijo aprende la atención visual, cuando le ayudas a explorar visualmente los objetos y a centrarse en los objetos y en las caras de su entorno. Le enseñas la atención auditiva proporcionándole experiencias como la de oír música, e incrementando los lapsos de tiempo en que tu hijo se centra en la escucha. Este aprendizaje exige que los órganos de los sentidos funcionen adecuadamente. Es importante revisar regularmente la vista y la audición, para tener la certeza de que ambos son capaces de respaldar los intentos de aprendizaje de tu hijo. Los objetivos consisten en ir enseñando a tu hijo a centrarse y en ir aumentando los periodos de tiempo en que tu hijo mantiene su atención.
Habilidades visuales
Recepción visual
La recepción visual es la habilidad para utilizar el sentido de la vista. Depende de la habilidad física para ver, así como de la habilidad para entender lo que se ve. Los problemas de visión son bastante comunes en los niños con síndrome de Down. De ahí la importancia de que a tu hijo le revise periódicamente la vista un pediatra o un oftalmólogo. Las actuales (2011) recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría son las siguientes:
- Entre la edad comprendida desde el nacimiento hasta el primer mes: examen ocular para detectar si existen cataratas.
- Entre el primer mes y los 12 meses de edad: consulta con un oftalmólogo (médico especialista de las enfermedades de los ojos), para que éste evalúe las posibilidades de estrabismo, nistagmo, cataratas.
- De 1 a 5 años: revisiones pediátricas de la vista en cada una de las visitas rutinarias del niño a su pediatra.
- De 5 a 13 años: revisión ocular cada 2 años.
- A partir de los 13 años: revisiones oculares cada 3 años.
Naturalmente, si a tu hijo se le diagnostica algún problema de visión, o si a ti te preocupara algo concreto sobre los ojos o la visión de tu hijo, habrás de recurrir al oftalmólogo con más frecuencia.
Reciprocidad de la mirada
Mirada recíproca, mirada de la conversación y mirada comunicativa son términos diferentes que se utilizan para denominar lo que normalmente se conoce como contacto visual. La mirada recíproca significa que yo te miro y tú me miras. En la cultura americana, las personas interpretan el hecho de que las mires como señal de que las están escuchando, y el hecho de que no las mires, como señal de que no tienes interés o no estás escuchando. Expresiones habituales como “Me miró a los ojos”, o “Estaba ocultándome algo; no me miraba a los ojos” ejemplifican la interpretación que se da en la cultura americana a la mirada recíproca. En otras culturas, como en las culturas africanas, apartar la mirada es una señal de respeto, y mirar a alguien directamente a los ojos se interpreta como una señal de agresión. Por lo tanto, depende de la cultura el uso adecuado o aceptable del contacto visual.
Para que los niños aprendan a hablar y a descifrar las expresiones faciales, necesitan sintonizar con las caras de las personas que les rodean. Atrayendo el interés y la atención del niño, e incrementando el tiempo que pasa mirándote a la cara, le enseñará estas importantes habilidades y le servirá de práctica para las mismas. Se ha demostrado numerosas veces que la visión que más fascina a un niño pequeño es la del rostro humano. No te cuesta nada mostrar una cara animada, salvo tu tiempo, y sin embargo es fuente de infinito entretenimiento para un bebé o un niño pequeño.
Debido al bajo tono muscular, es probable que a los niños con síndrome de Down les cueste más erguir la cabeza. Las dificultades visuales pueden hacer que les resulte más difícil enfocar tu cara. Por ello, tendrás que prestarle más poyo a tu hijo en la cabeza y en el cuello, y compensar sus dificultades visuales, siguiendo las indicaciones de tu pediatra o de tu oftalmólogo. La mirada recíproca es una importante habilidad, y los niños con síndrome de Down, por lo general, la practican y dominan tempranamente en su desarrollo antes de su primer año.
Actividades en casa
- Coloca a tu bebé, de manera que su visión se mantenga al nivel de tu cara, y a no más de ocho o doce pulgadas de distancia de tu cara. Puedes sostenerlo en el aire, o sobre tu regazo mirándote de frente, o puedes sentarte cerca de su sillita o de su cuna, de manera que mantengan el mismo nivel ocular. Para atraer su atención, acércale tu cara y háblale con un tono de voz agudo. Dile: “Ahora te estoy viendo. Eres un bebé muy lindo.” Ponle caras divertidas o sonríele. Haz ruiditos, y saca y mete tu lengua mientras haces ruidos graciosos. También puedes cantarle. Cualquier movimiento facial y cualquier sonido divertido estarán bien mientras consigan atraer el interés de tu bebé. A los hermanos les gusta ayudar en este tipo de actividades, especialmente cuando el bebé ya tiene la edad suficiente como para reaccionar ante ellos riendo.
- Comienza a interactuar con tu hijo poniéndote físicamente cerca de él, y acercándote a su cara y alejándote después. Acércate mucho, y después ve alejándote despacio.
- Cuando estés mirando a tu hijo a los ojos, hazle sonidos o gestos. Cántale una canción cortita, o llámale por su nombre. Haz cualquier cosa para atraer su atención. Cuando termines, aparta la mirada, o aleja al niño.
- Si tu hijo no te mira o no consigue establecer contacto visual, dirige su cara con suavidad, de forma que quede mirándote. Trata de mantener su interés cantando, haciendo muecas divertidas, etc.
- Cuando tu hijo te mire, piensa que se inicia la mirada recíproca. Comienza a sonreírle, o dile: “Te veo”.
- Haz que tu cara resulte todavía más interesante a su vista, introduciendo sorpresas. Por ejemplo, ponte una pegatina en las mejillas o en la frente. O bien, ponte unas divertidas gafas de sol (como ésas que tienen forma de corazón, de estrella, o que tienen orejas de conejo, ranas u otras figuras de animales). Usa estos accesorios con moderación, y cuando tu hijo no los espere. Así mantendrás su mirada. ¡Nunca sabrá lo que va a encontrarse!
- Cuando tu hijo sea capaz de utilizar la mirada recíproca, refuerza ese aprendizaje mediante el juego. Los juegos como el de cu-cu son particularmente buenos. Para los niños mayores, podrás jugar a “Simon Says” [Juego en el que se dan instrucciones verbales para realizar, a continuación, una acción determinada: saltar, sacar la lengua, etc.]; “HoKey Pokey” [Danza participativa, con una determinada melodía y con la estructura de una canción]; o al juego de “Cabeza, Hombros, Rodillas y Dedos de los Pies”, pues son todas actividades muy útiles para promover la habilidad de la mirada recíproca.
Seguimiento visual
El seguimiento visual, o la capacidad de seguir con los ojos el movimiento de un objeto a medida que éste se desplaza, es una habilidad importante para el aprendizaje del lenguaje. Esta habilidad, a veces se denomina persecución o rastreo visual. Es una habilidad que ayuda a los niños pequeños a aprender cosas sobre el mundo que les rodea. Tu hijo podrá aprender mejor el nuevo vocabulario, si puede mirar contigo a algo que se mueva, como una ardilla o un avión, mientras tú lo nombras. Una de las formas de estimular el desarrollo del seguimiento visual consistiría en darle objetos coloridos e interesantes que puedan hacerse mover, así como usar sonidos atrayentes para ayudar a tu hijo a centrarse en esos objetos.
Es frecuente que los niños con síndrome de Down necesiten más práctica y más estimulación para aprender el seguimiento visual, pero generalmente suelen adquirir esta destreza en su desarrollo temprano.
Actividades en casa
- Mueve un animal de peluche hacia la derecha del campo visual de tu hijo, y después hacia la izquierda. Haz los sonidos correspondientes al animal en cuestión. Puedes decir “beee, beee” con una ovejita de juguete, o cantar alguna canción sobre ovejitas para atraer la atención de tu bebé.
- Haz pompas de jabón, usando diversas varitas. Observa cómo se mueven las pompas, y atrae la atención de tu bebé haciendo estallar las burbujas, mientras le dices “pop, pop, pop”. La finalidad de este ejercicio es mirar las burbujas y seguirlas con la vista mientras ellas se mueven lentamente por el aire. Tu bebé puede comenzar a imitarte haciendo estallar las pompas. Más adelante, podrás usar el mismo ejercicio, y él podrá ir diciendo “pop, pop, pop”, mientras rompe las burbujas.
- Usa un juguete grande y atrayente, como por ejemplo un payaso que tenga partes móviles. Sostenlo derecho junto a tu cara. Cuando tu bebé lo mire, vete alejándolo muy lentamente de tu cara. Sigue el movimiento del juguete con tus propios ojos. Si también haces sonidos mientras mueves el juguete, atraerás aún más la atención de tu bebé. Puedes usar juguetes ruidosos o sonoros, o puedes hacer tú misma los sonidos vocales para acompañar los movimientos.
- A medida que vayas alejando el juguete de ti y de tu bebé, ve elevando el tono de tu voz. Cuando vuelvas a mover el juguete hacia ti y hacia tu bebé, baja el tono de tu voz. Toda variación interesante de tu voz servirá para atraer la atención de tu bebé.
Atención visual
Para aprender los conceptos del lenguaje, resultará de gran ayuda que tu hijo pueda prestar atención visual a un objeto, es decir, que aprenda a mirarlo durante un periodo de tiempo prolongado. Por eso, una vez que tu hijo haya aprendido a mirarte, a mirar un objeto y a seguir con la vista un objeto que se mueve, querrás que siga mirando y prolongar el tiempo en que él mire a ese objeto. ¿Cómo puedes ayudarlo a aprender a atender visualmente –a prestar atención visual-? Pues utilizando tu propia voz, tu alegría y tu mirada para conseguir que él se centre en los objetos. Usa sonidos para ayudar a tu bebé a mantenerse interesado en mirar y en explorar. Por ejemplo, dile “Mira eso”, y entonces mira con él a una hormiga que se esté moviendo por el suelo. O centra su atención en un juguete que le resulte interesante, como una caja de música, y ayúdale a explorar todo lo que el juguete puede hacer. Míralo, tócalo, dale cuerda y oye la música. Los niños pequeños se llevarán los juguetes a la boca y después los tirarán. Lo que queremos es prolongar el interés visual del niño y la exploración visual del objeto en cuestión.
Mirada referencial
Mirada referencial quiere decir centrar la vista en un objeto y mirarlo atentamente. Esta habilidad también se conoce con los nombres de mirada conjunta, enfoque compartido, atención conjunta, y contemplación visual. Al principio, tu bebé puede mirar simplemente a un objeto. Respondiendo a su impulso, tú puedes nombrar o destacar ese objeto. En la segunda fase, la de la mirada compartida, tu bebé te mira, sigue la línea de tu visión y mira y presta atención a lo que tú estés mirando. Puedes incentivar esta habilidad, haciendo también indicaciones verbales a tu bebé: “Mira ese pájaro”.
La mirada referencial es una de las bases sobre las que se sustenta el aprendizaje de los nombres de las cosas. Para aprender el nombre de algo, tu niño ha de poder mirar el objeto en cuestión cuando tú también lo estés mirando, y recordar su apariencia. Cuando tú nombres el objeto, tu hijo ha de poder mirarlo para establecer la conexión entre el nombre que escuche y el objeto que ve.
La postura puede servirte de ayuda para ayudar a tu hijo a practicar la mirada recíproca y la referencial. Para la mirada recíproca, sostén a tu hijo de forma que quede mirándote a los ojos, o coloca su sillita o transportador sobre una mesa, de manera que tú quedes al nivel de sus ojos. Para la mirada referencial, coloca al niño en tu regazo, de forma que ambos quedéis mirando en la misma dirección. Mantén el juguete o el libro frente a ambos, de manera que los dos podáis mirarlo al mismo tiempo.
Actividades en casa
- Cuando veas a una persona muy familiar, o veas un juguete favorito, mueve la cabeza claramente para mirar el objeto o a la persona, y luego di: “¡Mira: papá!”. También puedes señalar a la persona o al objeto y utilizar un tono de voz alto y teatral para lograr que tu hijo centre su atención en ese objeto.
- Como parte de tus actividades diarias, nombra los objetos tan pronto como veas a tu hijo mirándolos. Centra su atención en el objeto, usando un tono de voz animado, o yendo a buscar el objeto junto con tu hijo. Por ejemplo, “Aquí tienes tu biberón”, o bien, “Vamos a buscar el patito de goma. Aquí está.” O, “Estoy viendo una galleta. Aquí está.”
- Léele cuando lo tengas sentado sobre tu falda, de forma que, en vez de mostrarle las páginas, las estéis mirando juntos.
HABILIDADES AUDITIVAS
Percepción auditiva
La percepción auditiva hace referencia a la capacidad física de oír, así como de recibir mensajes a través del oído. Los niños con síndrome de Down tienen más riesgo de pérdida auditiva, por ello es de especial importancia que tanto el pediatra como el otorrinolaringólogo revisen su audición con regularidad, y traten cualquier problema de audición (Cohen et al., 1999, Roizen et al., 1994, Shott, 2000). Las pruebas auditivas pueden iniciarse transcurrido poco tiempo después del nacimiento.
Las infecciones óticas (otitis media serosa) y la inflamación del oído medio con acumulación de fluido (otitis media exudativa) son los problemas más comunes relacionados con la audición. El líquido interfiere la transmisión del sonido, y el resultado es una pérdida auditiva fluctuante. Resulta difícil para los bebés y los niños pequeños aprender a escuchar y a prestar atención a los sonidos, si a veces pueden oír claramente los sonidos, y otras veces, no.
Atención auditiva
Una vez te hayas cerciorado de que tu hijo puede oír los sonidos ambientales y las palabras, podrás comenzar a practicar a escuchar o a “prestar atención” a los sonidos. El objetivo consiste en ir prolongando el tiempo que tu bebé presta atención a los sonidos.
Te resultarán muy útiles las canciones y los juegos musicales si los acompañas, además, con los movimientos de tus manos, ya que así atraerás la atención de tu hijo tanto a la escucha como al movimiento, y conseguirás mantener su interés durante más tiempo. Las canciones con movimientos de las manos también están disponibles como aplicaciones para el IPhone u otros teléfonos móviles. Puedes usar música y cintas magnetofónicas con grabaciones de sonidos familiares, juguetes del tipo “Ve y Repite” (consistentes en tirar de una cuerda y en oír el sonido asociado con la imagen a que apunta la flecha), y juguetes musicales de cuerda, ya que todos ellos ayudan a los niños a prestar atención a los sonidos. Hay libros que también pueden reforzar los conceptos de la escucha de los sonidos. Leer sobre sonidos diferentes es una forma excelente de ayudar a tu hijo a prepararse para oír atentamente los sonidos del habla.
Localización del sonido
La localización del sonido se refiere a la capacidad para volverse hacia la fuente de donde procede un sonido cuando lo escuchamos. A medida que tu bebé se va desarrollando, no sólo se volverá, sino que también buscará la fuente de la que procede el sonido, y se fijará en ella. Escuchar a una persona o a varias personas en una conversación, depende de la habilidad para localizar el sonido y para escuchar la fuente de donde procede.
Actividades en casa
- *Utiliza varios objetos productores de sonido: silbatos, campanitas, celofán arrugado en tu mano, aplausos. Al principio, haz el sonido frente a tu hijo, para que él pueda ver qué es lo que lo está produciendo. Luego, haz el sonido de forma clara, pero a un lado de tu hijo. Si él no se gira, dile “¡Escucha!”, repite el sonido, y dile “¿Qué fue eso?”, o bien “¡Mira eso!”. Después muéstrale la fuente de la que procede el sonido. Haz el sonido de forma que él pueda ver y oír, luego mueve el objeto productor del sonido hasta que quede fuera de su vista, y vuélvelo a intentar.
- Si tu hijo tiene dificultades para volverse hacia la fuente del sonido, ponlo en tu regazo, sin que él vea la fuente del sonido. Haz el sonido. Dile, “¿Oíste eso?”, y gira a tu hijo hacia la fuente del sonido. Dale un premio, como un beso y una gran sonrisa por haberse girado. Algunos niños responden bien si realizan esta actividad junto con su madre o su padre, sentados ambos en una silla giratoria. Haz que un amigo o un hermano hagan sonar una campana, o pon una cinta magnetofónica fuera del alcance de la vista de tu hijo, a un lado. Dile: “¿Oíste esa campana?” Luego, haz girar la silla y mira directamente a la fuente del sonido. “Allí está la campana.” Después, haz que la otra persona, si fuera el caso, vuelva a hacer sonar la campana dentro del campo visual de tu hijo, para reforzar así la conexión entre la campana y el sonido. Haz prácticas de localización de sonidos muchas veces al día, por periodos cortos. Si tienes sillas o taburetes giratorios en la cocina, en el comedor o en tu escritorio, realiza esta actividad siempre que tú y tu hijo estén sentados en ellos. Haz de esta actividad parte de tu vida diaria, sin dedicarle un tiempo separado para practicarla.
Cómo prestar atención a los sonidos
Cuando hayas comprobado que tu hijo ya es capaz de oír los sonidos, podrás ayudarlo a practicar, para que aprenda a escuchar o a prestar atención a los sonidos. Tu hijo tiene que aprender a diferenciar los sonidos que son importantes que oiga (las voces de las demás personas, el ring del teléfono), de los que no lo son (el tic-tac del reloj, el sonido de puesta en marcha y parada del motor de la nevera). De lo contrario, si hubiera demasiados sonidos simultáneos en el entorno, tu hijo podría aprender a desconectarse de los sonidos, en vez de a escucharlos. Esto se denomina discriminación figura-fondo, es decir, la capacidad de distinguir entre el sonido primario y el sonido o ruido ambiental. Las actividades de escucha que damos a continuación pueden ayudar a adiestrar la atención auditiva, y también la localización de los sonidos, así como a incrementar el tiempo de atención.
Actividades en casa
- Graba y reproduce sonidos familiares, conocidos, como el timbre de la puerta, el ladrido de un perro o una de vuestras canciones predilectas. Observa la reacción de tu hijo. Si está escuchando, por lo general dejará de moverse o abrirá bien los ojos. Cuando observas a tu hijo podrás saber qué es lo que él hace cuando está escuchando algo. Haz comentarios sobre el sonido que oye tu hijo. Dile, por ejemplo, “Oíste esa música. Es muy bonita, ¿verdad que sí?”
- Habla con la abuelita de tu hijo por teléfono, o habla por teléfono con tu hijo desde tu trabajo. Cuando tu hijo esté escuchando, dile, “Es la abuelita al teléfono. Es divertido oír a la abuelita, ¿verdad que sí?”
- Haz que tu propia voz sea la fuente del sonido. Llama a tu hijo por su nombre, o haz sonidos variados que atraigan su atención. Muévete por la habitación. Esta actividad puede servir tanto para ayudarle a localizar los sonidos, como para oírlos.
- Intenta ir prolongando gradualmente ese tiempo que tu hijo pasa prestando atención a los sonidos. Cántale una canción más larga, o reproduce una canción más larga en el aparato electrónico, o alarga el tiempo de una conversación.
Procesamiento auditivo
El procesamiento auditivo hace referencia al hecho de dar sentido a lo que oímos. Si tu hijo tiene secreciones en sus oídos y está teniendo dificultades para oír, no hagas uso de las actividades que se describen a continuación y que consisten en sonidos bajos, ya que podrían resultar frustrantes para el niño. Intenta usar sonidos más altos, que pienses que él sí puede oír en esos momentos.
Actividades en casa
- Poneos ambos un “sombrero para escuchar” (Los sombreros de Mickey Mouse u otros con orejas funcionan bien). Habla sobre el acto de oír: “Siempre que llevemos puestos nuestros sombreros de escuchar, oiremos todos los sonidos que nos rodean.” Sal al exterior y simplemente escucha –el zumbido de un avión, el gorjeo de un pájaro, el ladrido de un perro, el maullido de un gato, el sonido de un coche que pasa, los sonidos de los animales del zoológico, los sonidos de los camiones y de las grúas de una obra. Señala la procedencia de cada sonido. Repite con frecuencia, “¿Oíste eso? ¿Qué era eso? ¡Un avión!” Para los niños más pequeños, resulta más fácil comenzar con sonidos de animales, como miau-miau, o guau-guau. Ayuda a tu hijo a escuchar algún juguete que reproduzca estos sonidos, o a los animales reales de una granja o de un pequeño zoo de animales domésticos. Estás ayudando a tu hijo a dar sentido a los sonidos que escucha.
- Haz fotos, imprime imágenes que hayas buscado en el ordenador, o recorta ilustraciones de revistas, que reproduzcan las figuras de los diversos “emisores de sonidos” que os hayáis encontrado en vuestros paseos. Luego, elabora un libro sobre los sonidos que hayáis escuchado. Usa un álbum de fotos, con páginas plastificadas. Escribe el texto en fichas, añade las ilustraciones o las fotos, e insértalas en el álbum. También podrás utilizar programas de tratamiento de textos, e imágenes digitales para elaborar tu libro, escaneando fotos o imágenes o iconos prediseñados, e imprimiendo las páginas posteriormente. Habrás elaborado un libro personalizado, que os ayudarán a ti y a tu hijo a repasar los sonidos que hayáis oído.
- Llévate una grabadora digital (o un Smartphone que tenga la aplicación para grabar) a la granja o al zoológico, y graba los sonidos. Habla sobre los sonidos que hacen los animales y las cosas que haya en el entorno (como el goteo de un grifo). Imita esos sonidos. Si no pudieras oír estos sonidos en vivo o en una grabadora, mira vídeos que tengan muchos sonidos, como vídeos de trenes o de animales. Una vez que tu hijo haya establecido la conexión entre el objeto y el sonido, usa grabaciones de audio o sonidos en vivo, en lugar de vídeos, de modo que el centro de atención se encuentre en los sonidos que el niño esté aprendiendo en cada ocasión, y relacione los sonidos con lo que ve, o con las actividades que se están produciendo en su entorno.
- Háblale sobre los sonidos que hace la bocina de un coche, o sobre los que hacen un tren o un autobús. Háblale sobre los sonidos urbanos y sobre los sonidos del campo. Háblale sobre el chisporroteo de las patatas fritas, sobre el sonido que haces cuando picas cebollas o pimientos, sobre los sonidos de los aparatos de la cocina, como el que hace la batidora, sobre los sonidos que hacen las máquinas exteriores, como la cortadora de césped o los tractores. Si acudes a un restaurante de comida rápida hazle escuchar los sonidos de las patatas al crepitar, o el sonido que hacen los grifos de las bebidas cuando se llenan los vasos. Los ruidos de los transportes urbanos y los sonidos que hay en la naturaleza del campo, o los que hacen los equipos de las granjas pueden proporcionar más experiencias de escucha.
- Graba los sonidos ambientales. Al mismo tiempo, saca una foto de aquello que esté produciendo el sonido. Haz después dos impresiones en el ordenador. Luego elabora dos fichas de lotos pegando con pegamento o con cinta celo cada conjunto de fotos en una pieza de cartulina. (Comienza con tres fotos en cada ficha, y ve aumentando el número a medida que vaya aumentando también la capacidad de escucha y de asociación de tu hijo.) Ahora podrás jugar a un juego de Lotos de Sonidos con uno o varios niños (como, por ejemplo, con otro niño mayor o con los hermanos que ayuden al que está en edad preescolar). Escucha el sonido, y después encuentra la figura de lo que produce ese sonido en la tarjeta del juego, y cúbrela con un marcador, como por ejemplo, una ficha.
- Monta una caja de sonidos. Algunos de los objetos que podrías incluir en ella serían un silbato, una bocina o una grabadora, un zapato (también podrías utilizar un tacón o una suela para hacer un sonido similar al de los pasos al andar), unas maracas, un triángulo musical, dos bloques de madera forrados con papel de lija para frotar entre sí, unas alubias o frijoles secos en un recipiente de plástico transparente (muy bien cerrado). Primero, ayuda a tu hijo a explorar estos objetos y a jugar con ellos. Luego, escuchad juntos los sonidos, y con niños algo mayores también podríais hablar sobre los sonidos. El objetivo es escuchar, discriminar los sonidos, e identificarlos individualmente señalándolos. Incluso puedes jugar a un juego en el que hagas que tu hijo se tape los ojos, y trate de identificar los objetos por el ruido que éstos hacen.
Habilidades táctiles
Las habilidades táctiles implican el tacto: tocar con las manos, y también tocar con los labios, la boca y la lengua. Las habilidades táctiles no sólo ayudan a los niños a establecer lazos con personas y objetos, sino que también les proporcionan un medio para explorar su mundo. Los bebés tienen muchas más terminaciones nerviosas en la zona de la boca que en los dedos, por ello tiene sentido que exploren los objetos con su boca. Cuando tu bebé explora las cosas con su boca, está estableciendo circuitos de relación, que le ayudan a integrar la información que recibe de los objetos que toca. Estos circuitos de relación táctiles le ayudarán más tarde a colocar su lengua y, sabiendo dónde está, le ayudarán en los movimientos necesarios para el habla.
Muchos niños con síndrome de Down son muy sensibles al tacto. Esta hipersensibilidad al tacto se conoce como hiperreactividad defensiva táctil. Los niños que son tactilmente reactivos necesitarán más prácticas con el tacto, pero es posible que tengas que ir avanzando despacito. Debido a que tienen dificultades para procesar el tacto, les resulta incómodo. No les gusta que les toques la boca. Puede que se rebelen cuando les laves el pelo con champú, cuando les cortes el pelo, lo peines o lo cepilles, o cuando uses una toalla. Tampoco les gusta el roce de las etiquetas de la ropa contra el cuello.
Si tu hijo parece ser hiperreactivo táctil defensivo, busca orientación profesional de un terapeuta ocupacional, y ten en cuenta la sensibilidad de tu hijo, pero no dejes de tocarlo ni de proporcionarle sensaciones diversas. Cuando exponemos a los niños a varias experiencias sensoriales, ellos suelen desarrollar una tolerancia creciente a la diversidad de las sensaciones.
Actividades en casa
- Algunos niños disfrutan aprendiendo a través del tacto. Les resultan muy interesantes las diferentes texturas y las diferentes sensaciones. Haz un seguimiento de sus intereses, y elabora un Libro de Tacto. Recopila objetos que tengan texturas diferentes. Muchos de estos objetos los tendrás ya en casa. Comienza con papel de lija, con bolas de algodón, con un pedacito de terciopelo, de piel o de piel sintética, con papel de aluminio, con muestras de tela, como satén, vinilo o lana, con un trocito de madera fina, con una cestita plástica como en la que vienen las fresas. Muchos comerciantes te darán con gusto trocitos de tejidos o de cartón ondulado, de espuma de poliestireno, de plástico con burbujas, de moqueta, etc.
Monta cada muestra en una página individual de un bloc de dibujo o de un álbum de recortes, o bien en fichas grandes. Para montar las piezas, podrás utilizar cinta adhesiva de doble cara, pegamento o goma de pegar. También puedes colocar las piezas de las diferentes texturas en una caja. Después toca las piezas con tu hijo. Haz comentarios sobre sus texturas. Practica mucho con tu hijo usando las texturas. Guarda el libro. Podrás utilizarlo cuando tu hijo sea mayor, para enseñarle adjetivos y descripciones.
- Existen libros excelentes para reforzar los conceptos y las indicaciones sobre las texturas
- Mientras estés jugando con tu hijo y dedicándote a sus cuidados, proporciónale todas las sensaciones de texturas que te sea posible. Puedes dejarle que juegue con una ondilla de macarrones hervidos, e incluso sentarle sobre un envase de macarrones. A muchos niños les encanta la sensación blandita de la gelatina.
- Frota toallas desgastadas y toallas suaves en la cara y en el cuerpo de tu hijo.
- Masajea los brazos y las piernas de tu hijo, y gradualmente ve moviéndote hacia la cara y los labios. Usa loción, para variar la experiencia.
- Anima a tu hijo a explorar sus juguetes con la boca, para que pueda ir desarrollando el sentido de la lengua, los labios y la mandíbula moviéndose.
- Frota los dientes y las encías de tu hijo con un cepillito dental para bebés, con un cepillo dental NUK (un instrumento de goma con “rugosidades”, que sirve para estimular las sensaciones táctiles), o con un cepillo dental de cerdas suaves, para ayudarle a explorar las diferentes sensaciones táctiles en su boca. Puedes comprar estos artículos en las tiendas para bebés, en muchos supermercados o a través de algunas páginas web que venden artículos para la práctica oral motora.
Traducción del inglés preparada para Canal Down21 por Rosario León Cuyás.