Artículo profesional: Elementos precursores Parte III
Antes de emitir la primera palabra: elementos precursores del lenguaje
Libby kumin
Habilidades previas que son esenciales para el lenguaje
De las habilidades señaladas y explicadas en artículos anteriores, pasamos ahora a analizar las habilidades n º 5 y nº 6.
5. Habilidades imitativas
6. Habilidades cognitivas (permanencia del objeto, causa y efecto, utilizar medios para conseguir un objetivo, conocimiento referencial), y
7. Habilidades prelingüísticas.
HABILIDADES IMITATIVAS: IMITACIÓN / MODELADO
Una de las formas más importantes que tienen los niños de aprender es a través de la imitación. Generalmente, los niños aprenden a imitar los movimientos antes que los sonidos del habla. Aunque no se relacione directamente con el desarrollo del lenguaje, trabajar en la imitación motora resulta útil puesto que enseña a tu hijo valiosas habilidades de imitación. Normalmente, tu hijo estará preparado para este tipo de prácticas desde que sepa mover sus manos con independencia de las restantes partes de su cuerpo. Puede estar tratando de darle a su juguete móvil de cuna, sosteniendo su biberón y explorando sus juguetes, usando sus manos para llevárselos a la boca. Algunos niños no están preparados para imitar los movimientos hasta que pueden sentarse. Tu terapeuta físico u ocupacional podrá ayudarte a determinar el momento en que tu hijo ya está preparado para este tipo de prácticas. Al principio podrás poner tu mano sobre la mano de tu hijo y “guiarlo” por los movimientos para ayudarle a aprender esta habilidad. Después, intenta que progrese hacia la imitación visual. Si te parece que tu hijo no está aún listo o interesado, espera un mes y luego vuelve a intentar realizar estas actividades.
Numerosos estudios han demostrado que el orden más efectivo para aprender a imitar es el siguiente:
- Imitación usando los juguetes (golpear un xilófono usando una varita)
- Imitación de los movimientos del cuerpo (saluda con la mano o pon tu mano en el aire)
- Imitación de los movimientos orales (muecas, sonrisas)
- Imitación de los sonidos (oo, ah, chasquidos)
- Imitación de los sonidos del habla (p, b, lalala)
- Imitación de las palabras
Actividades en casa
- Sigue la iniciativa de tu hijo. Si él está jugando con un juguete y lo golpea contra la mesa, espera. Después, coge tú el juguete e imita a tu hijo golpeando también tú el juguete contra la mesa. A continuación, devuélvele el juguete a tu hijo. Demuestra el placer que sientes realizando esa actividad, sonriéndole y riéndote. Las investigaciones han demostrado que tu hijo tendrá más probabilidades de aprender a imitar tus movimientos si tú empiezas imitando los suyos.
- En la siguiente ocasión, sé tú la que lleves la iniciativa. Puedes hacer rodar una pelota, empujar un camioncito de juguete, tocar el xilófono, tocar un tambor, dar golpecitos con un bloque sobre la mesa, meter un bloque dentro de una caja, etc. Si tu hijo no imita tus movimientos, usa la ayuda de mano sobre mano, es decir, pon tu mano sobre la de tu hijo, y demuéstrale cómo haces los movimientos, tocando el xilófono o empujando el camioncito.
Imitación gestual
Una vez que tu hijo comprenda el concepto de la imitación motora (de los movimientos), practica la imitación usando varias partes del cuerpo. Esto se acerca algo más a la imitación para el habla. Algunos de estos movimientos, como saludar diciendo adiós, se convertirán posteriormente en movimientos llenos de significado, pero por ahora el objetivo es la imitación motora. También puedes añadir sonidos para aumentar la estimulación de tu hijo y para mantener su interés, pero no olvides que tu hijo todavía no está listo para imitar tus sonidos.
Actividades en casa
- Mueve la mano diciendo adiós.
- Aplaude.
- Tócate la nariz.
- Tócate los dedos de los pies.
- Ponte las manos sobre la cabeza.
- Mueve tu cabeza hacia arriba y hacia abajo.
- Mueve tu cabeza hacia ambos lados.
- Pásate la lengua por los labios.
- Infla tus mejillas.
- Abre tu boca.
- Cierra tus labios fuertemente.
- Frunce los labios.
- Sonríe.
- Relámete los labios.
- Juega a “Así de grande”. Tú dices “¿Cómo de grande es (aquí pronuncia el nombre de tu bebé)? Luego levanta tus brazos bien altos por encima de tu cabeza, mientras exclamas, “¡Así de grande!”. Al principio, ayuda a tu bebé levantando tú sus brazos por encima de su cabeza. Después de haber repetido esto muchas veces, tal vez sólo necesites tocarle suavemente las manos. Más adelante, tu hijo imitará el movimiento.
Combinar movimientos y sonidos
Cuando tu hijo ya pueda imitar los movimientos del cuerpo, trata de que él también añada algunos sonidos a estos movimientos. Estas actividades actúan como transición a la imitación de los sonidos del habla, ya que le proporcionan a tu hijo prácticas de vocalización, así como la oportunidad de oír los sonidos del habla en fragmentos muy pequeños de sonido. Los movimientos diferenciados y precisos necesarios para imitar fielmente los sonidos del habla no se han desarrollado todavía en esta fase, pero se desarrollarán más adelante.
Actividades en casa
- Infla las mejillas y suelta el aire imitando el sonido de un globo que se desinfla.
- Haz círculos sobre tu tripa, frótala y di “mm-mm.”
- Mueve tu mano y di: “Adiós”.
- Mueve un cochecito de juguete y di “ruum”.
- Mueve un perro de juguete sobre la mesa y di “guau-guau”.
Canciones para jugar con las manos
Hay muchas canciones que incluyen juegos con las manos, que son muy apropiadas para los niños en esta fase. Estas canciones hacen posible que tu hijo participe del habla o de la canción, sin que diga realmente las palabras. Como mueve sus manos, está participando de esta actividad. Puede imitar los movimientos que acompañan a la canción, y más adelante puede empezar a imitar también algunas de sus palabras.
La canción “The Patty Cake”, por ejemplo, es una de las que ayudan a los niños a imitar el palmoteo. Siéntate frente a tu hijo. Empieza cantando o recitando la canción a medida que vas palmoteando: “Haz un pastel, haz un pastel, pastelero. Hazme un pastel todo lo aprisa que puedas…”. Si tu hijo imita el palmoteo, anímalo a seguir imitándolo. Si no, enséñale el movimiento del palmoteo ayudándole con tus manos sobre las suyas, “guíalo” para mostrarle cómo se hace el movimiento del palmoteo. Juega el juego cada vez que tengas la oportunidad. A los bebés les encanta la repetición y les gustan las cosas que les resultan familiares. Poco a poco, ve retirando tu ayuda, de modo que tu hijo quede palmoteando solo, imitando tus movimientos.
La cognición es una de las áreas del desarrollo en la que quizás no te pararas mucho a pensar antes de que tu bebé naciera con síndrome de Down. Ahora, sin embargo, es muy posible que ya sepas que las habilidades cognitivas son habilidades que normalmente se retrasan en los niños con síndrome de Down, y también sabrás que tu hijo va a necesitar ayuda extra para aprender. Pero, ¿qué son exactamente las habilidades cognitivas? No son solamente lo que concebimos como inteligencia, sino que abarcan un amplio abanico de habilidades que nos permiten recibir, procesar, analizar y entender la información. Son las destrezas que nos permiten pensar, resolver problemas y entender el mundo que nos rodean. A continuación describimos algunas habilidades cognitivas tempranas que prepararán a tu hijo para el uso del lenguaje, y en cuya adquisición y dominio podrás ayudarle tú.
La permanencia del objeto
Cuando un niño adquiere conciencia de la permanencia del objeto, comprende que el objeto sigue existiendo aunque no pueda verlo en ese momento. Por ejemplo, sabe que su pelota preferida no ha dejado de existir por el mero hecho de estar fuera del alcance de la vista, dentro de su caja de juguetes. Sabemos que un niño entiende el concepto de la permanencia del objeto, cuando busca un juguete oculto, o los juguetes que no puede ver porque los ha lanzado desde su sillita y después los busca. Por tanto, ten presente que está desarrollando este concepto y que está practicando esta habilidad, cuando tú te agachas para recoger la cucharilla que acaba de lanzar desde su sillita ¡por enésima vez!
Esta comprensión es un importante precursor para poder, más adelante, calificar los objetos señalándolos o hablando. Mientras tu hijo no adquiera la conciencia de la permanencia del objeto, no estará preparado para darle nombre a los objetos. Antes de esta etapa, a tu hijo le parece que los objetos aparecen y desaparecen de su mundo sin ton ni son. Cuando tu hijo haya llegado a dominar el concepto de la permanencia del objeto, ya está listo para entender que un rótulo no sólo es el nombre de un objeto, sino que también puede utilizarse para simbolizar ese objeto cuando el objeto no esté presente, y también para demandar ese objeto.
A los niños con síndrome de Down puede resultarles más difícil comprender la idea de la permanencia del objeto. Esto se debe a que comprender una idea implica razonamiento abstracto. Por eso, es probable que tu hijo necesite más práctica para aprender el concepto de la permanencia del objeto. Pero si no tiene una incapacidad cognitiva muy severa, posiblemente podrá dominar esta habilidad en el mismo rango de edad en el que aprenda las otras habilidades descritas en este capítulo.
¿Cómo saber si tu hijo ya ha llegado a comprender el concepto de la permanencia del objeto?
Muchos niños pequeños con síndrome de Down no hablan sobre los objetos que no tienen a la vista. Pero eso no significa que no entiendan que los objetos continúan existiendo cuando están fuera del alcance de su visión. Un estudio basado en encuestas con los padres demostró esta disparidad (Kumin, Councill, y Goodman, 1998),
En un estudio efectuado con 115 niños de edades comprendidas entre los dos y los cinco años, descubrimos que los niños podían comprender el concepto de la permanencia del objeto, en los siguientes porcentajes:
- A la edad de 2 años: el 37% podía con frecuencia, el 37% podía a veces, el 26% nunca podía.
- A la edad de 3 años: el 50% podía con frecuencia, el 47% podía a veces, el 3% nunca podía.
- A la edad de 4 años: el 64% podía con frecuencia, el 27% podía a veces, el 9% nunca podía.
- A la edad de 5 años: el 73% podía con frecuencia, el 27% podía a veces.
Pero, a pesar de que el 74% de los niños de 2 años podía a veces o con frecuencia demostrar que comprendían la noción de la permanencia del objeto, sólo un 48% hablaban de los objetos ausentes. Basándonos en esta información, debes persistir realizando las actividades recomendadas en esta sección, incluso si tu hijo no te hace saber que entiende el concepto de la permanencia del objeto. Una señal de que tu hijo sí la entiende es cuando lanza un objeto desde su sillita, y se pone después a buscarlo. O bien, cuando tira un juguete al suelo y se muestra contrariado si tú no vuelves a dárselo.
Actividades en casa
- Enséñale a tu hijo un juguete grande, como por ejemplo, una pelota de playa. Oculta el objeto mientras tu hijo esté mirando. Dile “¿Dónde está _______?” Luego haz que encuentras el juguete, y dile “Aquí está ______”
Los juguetes grandes o los que hacen sonidos son los adecuados para este tipo de prácticas. Tu hijo puede seguir viendo el contorno de un juguete grande, incluso cuando se lo ocultas. Al principio, puede que quieras “esconder” el juguete tras un pañuelo fino o translúcido, a través del cual tu hijo pueda seguir viendo el juguete. Los juguetes musicales son estupendos. Incluso cuando están ocultos pueden seguir oyéndose, lo que facilita que tu hijo los encuentre. Una vez que tu hijo comience a dar señales de que comprende el concepto de la permanencia del objeto, retira las pistas visuales y sonoras.
- Mueve las manos de tu hijo frente a su propia cara. Dile, “¿Dónde está el niño?” Luego retírale sus manos de la cara, y dile: “Aquí está el niño.” Esta práctica es una ligera variante del juego de cu-cu.
- Juega al juego de cu-cu. “¿Dónde está el niño?” y “¿Dónde está mamá?”… “Aquí está”. Los niños nunca se cansan de este juego. Puedes tapar tu cara con una manta, una toallita, una servilleta, un mantelito, una bufanda, un pañuelo, etc.
- Sostén un pañuelo de forma que cubra tu cara parcialmente, o bien, más adelante, ocúltala tras una mantita de forma que resulte evidente que tú estás allí, pero de manera que el niño no pueda verte del todo. Di, “¿Dónde está papá?” “Aquí está.”
- Coloca el conjunto de las anillas de un juego de plástico de apilar anillas bajo una mantita. Di:“¿Dónde están los aros?” Deja que tu hijo los encuentre. Cada vez que tu hijo encuentre las anillas, di: “Aquí están.”
- Todos hemos visto el truco de las ferias, en el que alguien oculta un guisante bajo una cáscara de nuez, y luego mueve las cáscaras de nuez una y otra vez, mientras el observador intenta seguir la pista de la cáscara donde se ocultó el guisante. A continuación, te damos una variante de este juego, del que disfrutarán los bebés de seis o más meses. A los hermanos también les gustará participar en esta actividad. Muéstrale un limón a tu bebé. Deja que lo toque y que lo huela, y dale la oportunidad de explorar el limón contigo. Después, coge tres vasos transparentes. Pon el limón bajo uno de ellos. Pregúntale a tu bebé, “¿Dónde está el limón?” Si el niño es muy pequeño, enséñale tú dónde se encuentra el limón. Si el niño es algo mayor, ayúdale con tu mano sobre la suya, para enseñarle a señalar el limón. Di, “Aquí está el limón.” Cuando tu bebé haya aprendido de forma regular a encontrar el limón utilizando los vasos transparentes, cambia éstos por vasitos opacos. Si tu hijo no encuentra el limón, levanta cada vaso despacito, y pregúntale, “¿Está aquí el limón?” Y dale tú la respuesta. Cuando encuentren el limón, di “Aquí está el limón.” A los bebés este juego les resulta muy divertido.
- Oculta un juguete pequeño bajo un cubo de plástico, como los que se usan para la playa. Buscad el juguete los dos juntos, levantando el cubo. Progresa, haciendo que tu bebé sea el que descubra el juguete, y aumentando el número de cubos a dos o a tres.
- Esconde un juguete pequeño dentro de tu mano cuando tu hijo te esté mirando. Dile, “Estoy poniendo la pelota en mi mano. Estoy escondiendo la pelota detrás de mi espalda.” Llévate la mano detrás de la espalda. Que tu hijo vea lo que estás haciendo, después pregúntale, “¿Dónde está la pelota?” Luego deja que él encuentre el juguete.
- Mientras te estés desplazando por la casa, haz que se convierta en un juego el hecho de ir encontrando en su sitio los objetos que os sean familiares. Podrías decir, “¿Dónde está el zumo de manzana? Ya lo encontré. Está en la nevera.” Después de haber servido el zumo y de haberlo puesto de nuevo en la nevera, cierra la puerta de ésta. Pero vuelve a abrirla, y di, “Mira, el zumo de manzana está en la nevera.” Este tipo de prácticas ayuda, tanto para reforzar el concepto de la permanencia del objeto, como para su calificación.
Causa y efecto
Uno de los conceptos más importantes que los bebés y los niños pequeños han de aprender es el de causa y efecto. Esto es, si hago algo, se produce un resultado. Si pulso un botón de la caja de actividades del bebé, aparecerá un personaje de Disney o un animalito. Si pulso una clavija, un juguete empezará a moverse. Este tipo de aprendizaje temprano, también se conoce como aprendizaje contingente. El niño está aprendiendo que su acción provoca que sucedan cosas, y está dominando gradualmente las habilidades que necesita. Así, él sabe que si le da a su juguete móvil, las figuras colgantes se moverán; si le da a una clavija, su cochecito de juguete comenzará a moverse. Hay muchos juegos infantiles, como las cajas de sorpresa o las cajas de actividades, que resultan muy útiles para ayudar a los niños a aprender sobre la relación entre causa y efecto.
Entender la relación causa-efecto es fundamental para comprender la intención comunicativa; es decir, que cuando emites un sonido o haces un gesto, tu comunicación puede aportarte el resultado deseado. Los niños demuestran su intención comunicativa cuando señalan el bote de las galletas para indicar que quieren una, o cuando dicen “aúpa”, para indicar que quieren que se les levante. Una vez más, este concepto causa-efecto puede resultar más difícil de entender para los niños con síndrome de Down, ya que anticipar la consecuencia de un acto implica razonamiento abstracto. Pero, con práctica y repetición, conseguirás que tu hijo dominae este concepto.
Actividades en casa
- Usa juguetes que tengan una secuencia de principio y fin, y una causa y efecto definidos, como una caja de sorpresas. Haz girar la manivela, y el muñequito saltará. Di, “Giramos, giramos, giramos… ¡Pop!”
- Cose firmemente cascabeles en cintas elásticas que puedan colocarse alrededor de la cintura o del tobillo de tu hijo. O bien, cose firmemente los cascabeles en uno de sus calcetines, y decora esos calcetines con una cara, o con la figura de un animal, usando pinturas para tejidos, parches textiles o bordados. Cuando tu hijo mueva sus manos o sus pies, oirá los cascabeles. Te darás cuenta de que dejará de moverse y escuchará el sonido. Si éste le gusta, se agitará o moverá sus pies con más frecuencia. La habilidad de hacer sonar los cascabeles la controla él directamente. Puedes usar esos pequeños cascabeles o campanillas que se encuentran con profusión en las navidades. Ahora bien, tienes que asegurarte muy mucho de que, de ninguna manera, tu hijo pueda tragarse las campanillas, y tienes que estar vigilándolo mientras él las esté usando.
- Una variante de la actividad descrita anteriormente, podría ser coser los cascabeles en un panel elaborado con dibujos de tela, que podrías colocar, estirándolo a lo ancho de la cuna, justo bajo los pies de tu hijo. Hazlo tenso. Cuando tu hijo dé pataditas sobre el panel, los cascabeles sonarán. De nuevo, tu hijo aprenderá a dominar esta actividad, y aprenderá la relación causa/efecto.
- Usa juguetes giratorios, especialmente los que resultan atractivos porque tienen trenes o cochecitos que giran en su interior. Di, “Gira, gira, gira, gira… para.” Tú controlas el movimiento, de forma que el juguete se detiene cuando dices “para”, y se mueve, cuando dices “gira”.
- Usa cajas de actividades o teclados de muñecos saltadores. Cuando tu hijo pulse un botón o levante una palanca, saltará una figura.
- A los niños suele gustarles accionar los interruptores de la luz, encendiéndolos y apagándolos, para comprobar el resultado. Este es un buen ejemplo de juego de causa/efecto. Si no quieres que tu hijo juegue con las luces de la habitación, elabora un tablero de juguete con un interruptor y una pequeña luz de color, o adapta un juguete de pilas, de forma que cuando tu hijo presione un pedal, mueva una palanca o pulse un botón, el juguete comience a moverse.
- Dependiendo de lo cómoda que puedas sentirte si tu hijo maneja tu teléfono móvil o tu tableta, permítele que toque el botón de puesta en marcha (“on”) de tu teléfono, y que compruebe cómo se ilumina la luz de la pantalla y suena la melodía de encendido.
El Medio y el Fin
El medio y el fin, o finalidad, es el concepto que significa que podemos planificar una determinada acción para resolver un problema, o para alcanzar un objeto que deseamos. Por ejemplo, puede que se haya caído un cojín del sofá, y que esté impidiendo que tu hijo gatee o se acerque a la televisión para encenderla, o bien, si la televisión estuviera ya encendida, puede que el cojín le impida ver la pantalla. Tu hijo tiene que apartar el cojín para poder ver la pantalla de la televisión. Esta habilidad cognitiva, que va desarrollándose con el tiempo, es una de las bases sobre las que se sustenta la habilidad necesaria para formar frases o planificar un mensaje lingüístico. Las primeras actividades de medio-fin implican normalmente el gateo para llegar hasta un juguete que está fuera del propio alcance. La resolución de problemas más avanzados se irá demostrando cuando tu hijo acerque una silla a la encimera para llegar al tarro de las galletas. Existen tres clases de planificación medios-fin:
- Desplazamiento de barreras. Por ejemplo, si un cubo de playa está frente a la radio de juguete, tu hijo aparta el cubo de su camino para llegar hasta la radio de juguete.
- Movimiento como medio. Por ejemplo, tu hijo gatea hasta un determinado juguete que quiere alcanzar, o anda hasta el reproductor de DVD y pone en marcha el vídeo que él quiere ver.
- Utilización de herramientas. Por ejemplo, tu hijo usa una cuerda para tirar de un juguete, o un palo para sacar una pelota que ha rodado bajo el sofá.
Tanto los bebés como los niños pequeños requieren mucha experiencia con este tipo de habilidad en sus juegos.
Actividades en casa
- Proporciónale juguetes que fomenten el aprendizaje de la relación medios/fin, como juguetes con cordeles que se mueven cuando tiramos de la cuerda, o un banquito de trabajo de juguete con un martillo y unas bolas. Cuando empujamos las bolas con el martillo, éstas pasan a través de los agujeros y caen al nivel inferior.
- Crea situaciones lúdicas que animen a tu hijo a calcular cómo obtener lo que desea. Por ejemplo, coloca una pelota fuera de su alcance, y anímalo a gatear hacia ella. “Vamos, vete allí, ven a coger la pelota, ven hacia aquí,” etc.
- Coloca algún pequeño obstáculo entre tu hijo, si ya gatea, y lo que él quiere. Haz que el obstáculo sea ligero de peso y fácil de mover. Una pequeña pelota hinchable, de las que se usan para la playa, o un cilindro inflable, transparente, serían unas buenas opciones.
- Enséñale a tu hijo cómo usar las herramientas. Usa un cubo y una pala en la caja de arena, y llena el cubo con arena. Demuéstrale a tu hijo cómo se realiza esta acción, o ayúdale con ella.
- Haz uso de las llamadas “tentaciones comunicativas”, en las que tu hijo habrá de idear un plan para resolver un problema. Por ejemplo, coloca un juguete justo fuera de su alcance, o pon un alimento que le guste en un recipiente de plástico con una tapa segura, que tu hijo no pueda abrir fácilmente. Ésta es también una buena práctica para solicitar lo que quiere y para pedir ayuda.
- Despeja la superficie de una mesa, de forma que no quede sobre ella nada que distraiga la atención de tu hijo. Dispón una serie de bloques en línea, como los coches en fila. Mueve uno de los bloques, de forma que empuje al próximo. Sigue empujando con el bloque, hasta que el último de la fila caiga de la mesa. Puedes ir diciendo la palabra “empujo” mientras vas moviendo el bloque, y decir “el bloque se cae”, cuando el bloque caiga por el extremo de la mesa. En otras ocasiones, usa filas de coches de juguete, de trenes de juguete, o muñequitos o figuras de madera o de plástico.
- Una vez que tu hijo ya sepa emitir sonidos, puedes idear juegos en los que participen los hermanos, los amigos o los abuelos. Se necesitan unas cuantas personas para que esto funcione. Uno de los hermanos podría servir de modelo. Haz que el hermano emita un sonido alto. Elige uno de los sonidos que tu bebé o tu niño ya sepa hacer, como “bababa”, o el sonido de una risa o un grito. Siempre que el modelo emita ese sonido, otra de las personas hará algo divertido y repetitivo. Por ejemplo, el abuelo se pondrá un sombrero, y comenzará a andar a paso de marcha alrededor de la habitación, mientras que la abuela se pondrá a cantar. O el hermano lanzará un chorro al espejo con una pistola de agua. O mamá y papá empezarán a bailar. Puede usarse cualquier tipo de movimiento, siempre que sea algo que a tu hijo le guste mirar y algo que él desee hacer que suceda. Después de unas cuantas ejemplificaciones, es muy probable que tu hijo intente emitir un sonido, o bien lo emita involuntariamente. Ocúpate de que ese sonido ponga en marcha la acción de inmediato. Una vez que tu hijo haya entendido el juego, observa cómo comienza a emitir sonidos, para que las actividades se produzcan. De este modo, él está aprendiendo a planificar algo para que una cosa suceda.
Conocimiento referencial / Comunicación
El conocimiento referencial es la habilidad para establecer la conexión entre el objeto y su calificación lingüística. Por ejemplo, entre la pelota real y la palabra “pelota”. Las habilidades visuales, como la mirada referencial, y las habilidades cognitivas, como el concepto de la permanencia del objeto, son las bases para el desarrollo de esta habilidad. La mejor forma de proporcionar prácticas para ello, consiste en calificar las cosas a las que tu hijo mira, o en las que muestre interés. La Profesora Sue Buckley, Psicóloga del Reino Unido, ha llevado a cabo amplias investigaciones sobre el modo en que los niños con síndrome de Down aprenden mejor. Sus investigaciones apuntan a que los niños pequeños con síndrome de Down suelen aprender la relación existente entre una palabra y un concepto, utilizando la lectura visual. Quizás quieras intentar poner etiquetas a las cosas de tu casa con una palabra escrita sobre ellas, además de utilizar la estimulación verbal, para ayudar a tu hijo a entender la conexión entre las palabras y los objetos que designan.
Traducción del inglés preparada para Canal Down21 por Rosario León Cuyás.