Resumen: Evaluaciones de la función ejecutiva en niños escolare

Evaluaciones de la función ejecutiva en niños escolares con síndrome de Down
(Performance and ratings based measures of executive function in school-aged children with Down syndrome)
Lisa A. Danhauer, Brianne Gerlach-McDonald, Elizabeth Will, Deborah J. Filder
Developmental Neuropsychology 42: 351-368, 2017 https://doi.org/10.1080/87565641.2017.1360303
RESUMEN
Las habilidades propias de la función ejecutiva son muy amplias. Abarcan todo un conjunto de procesos interactivos, cognitivos y emocionales que son esenciales para desarrollar acciones adaptativas complejas, dirigidas hacia un concreto objetivo. Abarcan la memoria operativa, la capacidad para inhibir, retrasar o interrumpir una tarea, el control de las emociones, la capacidad para cambiar (flexibilidad), y la capacidad para planificar. Los estudios actuales basados en el análisis y medición de determinadas tareas realizadas en el laboratorio indican que las personas con síndrome de Down en su adolescencia y en su adultez muestren todo un perfil de relativos puntos fuertes y débiles en su función ejecutiva. Pero hay otros sistemas de medición basados en la información reportada por los padres/educadores en encuestas dirigidas a evaluar mediante puntuaciones las diversas dimensiones de la función ejecutiva en el ambiente ecológico de la vida diaria.
Los puntos más débiles observados en la función ejecutiva según las pruebas de laboratorio son:
- la memoria operativa, especialmente verbal
- la inhibición de la respuesta
- el cambio o flexibilidad
- la planificación
Y según las informaciones de los padres/educadores, los puntos más débiles en niños con síndrome de Down son:
- la memoria operativa
- la planificación
- el control de la inhibición
mientras que no se observan en la flexibilidad y el cambio.
¿Cuáles son, entonces, más apropiadas: las pruebas de laboratorio o las encuestas a padres / educadores? La ejecución de tareas en el laboratorio ofrece información más precisa, pero los resultados pueden no ser generalizables al funcionamiento en la vida diaria. Son tareas cortas y precisas pero no son actividades integradas y de diversos pasos, como son las de la vida real; por eso pueden dar resultados más altos que los obtenidos en la vida diaria. Las respuestas a las encuestas estudian la ejecución de las funciones ejecutivas en el contexto diario. En conjunto, se aconseja combinar ambos tipo de evaluación: las de laboratorio y las de la vida diaria con el fin de tener mejor información sobre el estado de las funciones ejecutivas.
¿Por qué medir las funciones ejecutivas en el síndrome de Down?
En la población con desarrollo ordinario o incluso con riesgo de retraso en su desarrollo, las valoraciones de las habilidades de las funciones ejecutivas han resultado ser más eficaces que la valoración del CI a la hora de predecir los avances académicos.
Las personas con discapacidad intelectual muestran en general mayores problemas en su función ejecutiva en las tareas y rutinas diarias, porque tales problemas pueden reducir su capacidad para generar compensaciones (adaptaciones) eficaces. Por ejemplo, si un individuo no compensa su pobre memoria operativa verbal, como es el recordar las horas de autobús en una noche, tendrá entonces que afrontar el problema de cómo solucionar y buscar otro medio para volver a su casa.
Se está comprobando que perfiles específicos en los déficits de la función ejecutiva guardan relación con el funcionamiento adaptativo. Por ejemplo, los problemas relatados por padres en cuanto a la memoria operativa y la iniciación de tareas van asociados con peores habilidades de autocuidado en niños con mielomeningocele e hidrocefalia. En autistas, peores habilidades de la función ejecutiva en las encuestas a padres guardan relación con mayores dificultades en el funcionamiento adaptativo en el contexto escolar. Consideramos que la función ejecutiva en las personas con síndrome de Down predice mejor el funcionamiento adaptativo en el contexto escolar que el CI.
El presente trabajo, realizado en 42 niños con síndrome de Down en edad escolar y 38 niños sin síndrome de Down de similar edad mental no-verbal (grupo control), se planteó las siguientes preguntas:
- Los niños con síndrome de Down ¿ejecutan de manera diferente la batería de tareas en las pruebas de laboratorio que reflejan los dominios principales de la función ejecutiva, en comparación con los niños control?
- ¿Qué grado o magnitud de relación existe entre las puntuaciones alcanzadas en las pruebas de laboratorio y en las encuestas a padres?
- En los niños con síndrome de Down, ¿cuál es la relación entre las pruebas de laboratorio, las encuestas a padres y la edad mental no-verbal, a la hora de predecir las habilidades de autocuidado?
Resultados
- El estudio aquí resumido muestra que el grupo de los niños con síndrome de Down en edad escolar tuvo mayores problemas que el grupo control a la hora de ejecutar las tareas de función ejecutiva en el laboratorio, especialmente las que analizaron la memoria operativa (que contenía un componente de inhibición), así como la capacidad para cambiar tareas; no así en la capacidad para inhibirse. este resultado refuerza la convicción de que la memoria operativa es una de las funciones ejecutivas más fuertemente afectadas en el síndrome de Down, y exige que se apliquen soluciones de intervención lo más precozmente posible.
- En general, la relación entre las puntuaciones conseguidas en las pruebas de laboratorio y las indicadas en las encuestas a padres fue muy irregular para cada una de las dimensiones analizadas, y en conjunto fue pequeña o moderada. En donde hubo mayor coincidencia fue en el tema de la memoria operativa: con ambos métodos de evaluación, se apreció una clara deficiencia en los niños con síndrome de Down.
Es posible que la calidad de ejecución conseguida en las pruebas de laboratorio, en donde el niño está concentrado ante una presentación concreta y en interacción personal con un profesional, sea más perfecta y capte mejor su real capacidad: es una circunstancia ideal que analiza el máximo potencial. En cambio, los resultados basados en las puntuaciones de los padres caracterizan cómo el individuo alcanza los objetivos de su función ejecutiva sin el apoyo de un esquema preconcebido, es la vida real. Por tanto, aunque estos dos tipos de evaluación no son semejantes, ciertamente se complementan en la información que ofrecen.
- Sólo las puntuaciones de los padres en la dimensión de memoria operativa verbal fueron predictivas de la conducta adaptativa y autocuidado en los niños con síndrome de Down, y lo fue en mayor grado que su CI.
COMENTARIO
Los resultados de este estudio remarca el estado de la función ejecutiva y la necesidad de conocer sus diversas dimensiones en los niños con síndrome de Down. Sólo el conocimiento cabal de su estado nos permitirá aplicar los medios de intervención más adecuada a los problemas de cada dimensión. El estudio subraya las deficiencias que aquejan a la memoria operativa, especialmente la verbal. No es una novedad, lo que obliga a extremar la calidad de nuestros sistemas de intervención; es una tarea compleja cuyos resultados todavía son inciertos.
Es bueno saber que los diversos tipos de análisis son complementarios. Si bien es verdad que la encuesta traduce la vida real, las pruebas de laboratorio puede reflejar mejor la potencialidad real, algo que también resulta muy conveniente conocer.