Síndrome de Down Resumen: Confianza y ansiedad intergrupal
Confianza y ansiedad intergrupal: los dos lados del estigma hacia las personas con síndrome de Down
(Intergroup trust and anxiety: The two sides of stigma towards people with Down syndrome)
Naira Delgado, Eva Ariño, Verónica Betancor, Armando Rodríguez-Pérez
Anales de Psicología 34: 117-122, 2018
http://revistas.um.es/
RESUMEN
Fundamentación y objetivos del estudio
La expresión abierta de un prejuicio se ve influida por las normas sociales que invitan a mostrar el rechazo hacia ciertos grupos mientras que censuran vehementemente cualquier muestra de prejuicio hacia otras. Por ejemplo, en la actualidad podemos mostrar prejuicios hacia los políticos, los banqueros y los delincuentes, pero no hacia las personas con discapacidad o hacia los inmigrantes. En este estudio analizamos las actitudes hacia un grupo que se encuentra protegido de expresiones abiertas de prejuicio debido a las normas sociales: el síndrome de Down. Específicamente, el objetivo principal del estudio es analizar la relación entre las actitudes hacia las personas con síndrome de Down y los niveles de confianza y ansiedad realmente sentidas hacia ellas.
En los últimos 40 años ha habido cambios considerables en la percepción de las personas con discapacidad intelectual por parte de la sociedad. Por definición, la discapacidad intelectual implicaba una percepción negativa de la persona, una despersonalización y una reducción de su humanidad. En la actualidad, para comprender de qué manera se muestra la estigmatización de las personas con discapacidad intelectual, es necesario tomar en consideración una nueva conceptualización que incluya la ambivalencia del estigma hacia este grupo, una ambivalencia en la que aparezcan los estereotipos de prejuicio y discriminación. Es decir, los estereotipos incluyen pensamientos positivos y aceptación junto con pensamientos negativos sobre una baja capacidad y agresividad. El prejuicio incluye también elementos de rechazo junto a elementos de compasión. La discriminación combina aspectos positivos, asociados a una conducta que trata de ayudar, junto con una conducta de rechazo en forma de restricción de oportunidades.
En la apreciación sobre las personas con síndrome de Down, los escasos estudios confirman este modelo ambivalente de estigmatización. Mientras algunos las perciben como personas cálidas, amigables, afectuosas, felices y sociables, otros las consideran incompetentes, agresivas, irracionales, retrasadas, un estorbo social. Se aprecia por una parte una actitud colectiva hacia la tolerancia y la inclusión, tanto en la escuela como en el trabajo; pero por otra se detecta una actitud paternalista y sobreprotectora que puede resultar ofensiva y restringe su capacidad para conseguir la debida autonomía. Por ejemplo, todavía existen porcentajes de adultos que piensan que la educación escolar integrada de los alumnos con síndrome de Down resta calidad a la educación de sus hijos que no lo tienen, o jóvenes que afirman que no se prestarían para compartir un proyecto con sus compañeros con síndrome de Down o gastar su tiempo con él después de la escuela. ¿Qué consecuencias puede traer esta forma de percepción ambivalente en las relaciones intergrupales?
La teoría de la 'ansiedad intergrupal' describe la aparición de sentimientos de molestia o ansiedad cuando interactúan miembros de grupos sociales diferentes, sentimientos que pueden surgir incluso de manera anticipada, sin que haya habido todavía un contacto real. La ansiedad intergrupal es una variable importante de carácter afectivo que predice prejuicio. Las expectativas y los sentimientos negativos que caracterizan a la ansiedad intergrupal generan una predisposición a responder de manera negativa a los miembros del otro grupo, sea de forma no verbal y sutil, o de manera abierta.
Se han propuesto cuatro categorías de antecedentes en la génesis de la ansiedad intergrupal: rasgos de personalidad y otras características personales, actitudes y conocimientos relacionados, experiencias personales, y factores relacionados con la situación. Uno de los más estudiados es el papel de las actitudes y creencias sobre el grupo, que serán objeto de este estudio. Específicamente, se ha comprobado que cuanto más negativo es el estereotipo y las actitudes sobre el otro grupo, mayor es la probabilidad de que aparezcan intensas manifestaciones de ansiedad intergrupal. Esta ansiedad aumenta si se cree que los miembros del otro grupo son potencialmente peligrosos y representan una amenaza para uno mismo o para el grupo al que pertenece.
Pero las creencias no son las únicas que generan ansiedad. Las normas del grupo influyen también sobre las emociones que sus miembros han de sentir al relacionarse con el otro grupo. Si la norma social defiende el contacto con un grupo específico, la interacción con un miembro de ese otro grupo se convierte en conducta normal e incluso en obligación moral.
No obstante, no siempre las emociones y creencias son claramente negativas. En el caso de las personas con síndrome de Down, en donde actitudes ambivalentes como son la molestia y sentimientos de amenaza coexisten con el paternalismo y la compasión, es difícil determinar el papel jugado por las diferentes emociones en la ansiedad intergrupal, y si ejercen efectos atenuantes o, por el contrario, favorecedores de la ansiedad. La carencia de estudios en este campo, especialmente en relación con la compasión, nos ha llevado a explorar si las personas manifiestan ansiedad intergrupal cuando se imaginan una interacción con individuos con síndrome de Down, y a detectar qué factores están relacionados con esta repuesta emocional colectiva. En consecuencia, el objetivo de este estudio es analizar en qué grado las actitudes hacia las personas con síndrome de Down están relacionadas con la confianza y ansiedad mostradas hacia ese grupo social.
Métodos
El grupo investigado estuvo formado por 144 estudiantes de la carrera de Trabajo Social, 120 mujeres y 24 varones (media de edad 19,68±3,03), que participaron de manera voluntaria. Todos ellos residían en la Isla de Tenerife (Islas Canarias, España).
Estereotipo. Para medir su grado de estereotipo sobre las personas con síndrome de Down, se usó una escala compuesta de 12 ítems, la mitad asociada con las dimensiones de la sociabilidad (amistosos, bienintencionados, dignos de confianza, cálidos, de buena naturaleza, sinceros) y la otra mitad con las de competencia (competentes, inteligentes, seguros, capaces, eficientes y habilidosos). Se les pidió que indicaran cómo creían que la sociedad española percibía a las personas con síndrome de Down mediante una escala de 5 puntos. Las dimensiones fueron creadas a partir de la media de sus ítems correspondientes; las puntuaciones altas indican una alta presencia de esa dimensión en el estereotipo.
Reacciones emocionales. En un test compuesto de 20 ítems, los participantes indicaron el grado que la sociedad española sentía estas emociones hacia el síndrome de Down. Las puntuaciones seguían una escala de Likert de 7 puntos. El test comprendía tres dimensiones: Admiración (admiración, respeto, calidad, orgullo, inspiración), Compasión (compasión, simpatía pena) y Aversión (indignación, resentimiento, odio, celos, envidia, desprecio, vergüenza, humillación disgusto, ansiedad, rabia, frustración). Puntuaciones altas indicaban altos niveles en esa particular dimensión.
Confianza y ansiedad intergrupales. Se preguntó a los estudiantes: ¿En qué grado la sociedad española siente estas emociones al interactuar con una persona con síndrome de Down? Se usó una escala de Likert de 7 puntos para los 8 ítems. La confianza intergrupal se valoró puntuando la tolerancia, la relajación, la confianza y la seguridad. La ansiedad intergrupal se valoró puntuando el nerviosismo, la tensión, el disgusto y la amenaza.
Resultados y análisis
La puntuación dada a la sociabilidad mostró alta correlación con la puntuación dada a la competencia. En cambio el grado de compasión estuvo inversamente relacionado con la aversión. Hubo una alta correlación entre la confianza intergrupal y la admiración, y una clara y directa correlación entre la ansiedad intergrupal y la compasión.
La representación de estereotipos estuvo determinada en mayor grado por la nota dada a la sociabilidad que por la nota de competencia. En cuanto a las reacciones emocionales hacia las personas con síndrome de Down, los resultados mostraron más compasión que aversión y más admiración que aversión. Las puntuaciones relacionadas con la ansiedad intergrupal no fueron diferentes de las relacionadas con la confianza.
Para explorar el grado en que los estereotipos y las respuestas emocionales mantenían asociación con la confianza y la ansiedad intergrupales, el estudio mostró que la ansiedad intergrupal aumenta cuando hay niveles altos de compasión y de aversión y bajos niveles de admiración. Con otras palabras, el sentimiento de compasión hacia personas con síndrome de Down va asociado con la previsión de dificultades en la interacción social, ya que despierta respuestas de ansiedad hacia ellas. Es posible que detrás de la compasión haya la conciencia de un factor de desigualdad, o que se sienta desagrado a la par que compasión. La compasión puede también sembrar sentimientos de desagrado sobre la situación, y este desagrado activaría la ansiedad intergrupal.
Los resultados indican que la compasión es la reacción emocional más intensa que despiertan las personas con síndrome de Down. Y esta experiencia mantuvo relación con las reacciones aversivas, lo que concuerda con otros estudios en niños preescolares: los que mostraban mayores niveles de compasión tenían mayores niveles de aversión.
Los resultados obtenidos tienen importantes consecuencias de cara a diseñar intervenciones para reducir los prejuicios y la discriminación hacia las personas con síndrome de Down. Habrá que prestar especial atención a las reacciones afectivas relacionadas con la compasión, las cuales están menos sometidas a la censura social que los sentimientos de aversión, pero que son igualmente negativas para lograr una interacción satisfactoria. Para reducir esta ansiedad intergrupal provocada por la previsión de una interacción con las personas con síndrome de Down, será por tanto necesario provocar un cambio en nuestros estereotipos, y reducir las reacciones compasivas para cambiarlas por reacciones de admiración al contemplar los logros y capacidades de estas personas.
A diferencia de la empatía, que es una respuesta eficaz en el progreso de las relaciones intergrupales, la compasión va más asociada al prejuicio paternalista y a una conducta negativa, a pesar de que sea un sentimiento moral y socialmente valorado.
COMENTARIO
El estudio ofrece una reflexión importante. Las personas con síndrome de Down no necesitan recibir sentimientos de compasión que, como indican los autores, pueden resultar contraproducentes por provocar reacciones de ansiedad que, en el fondo, se constituyen en rechazo. Lo que necesitan son evaluaciones objetivas de sus competencias y logros: esas son las que irán cambiando los estereotipos que la sociedad ha ido forjando sobre el síndrome de Down. Estos estereotipos, falsamente ocultados tras pensamientos buenistas y políticamente correctos, están en realidad fuertemente adheridos al pensamiento de la sociedad y contribuyen a crear, a la hora de tomar decisiones concretas y a veces trascendentales, actuaciones contrarias. Sólo una información objetiva y decididamente constante conseguirá, con el tiempo, superar los prejuicios que dañan al desarrollo de las personas con síndrome de Down.