Resumen: El verde. Uso y actitudes ante su empleo

De nuevo: El té verde. Uso y actitudes ante su empleo

Rachel Long, Montana L. Drawbaugh, Charlene M. Davis, Charles R. Goodlett, Jane R. Williams, Randall J. Roper
Complementary Therapies in Medicine 45: 234-241, 2019
El té verde. Uso y actitudes ante su empleo

RESUMEN

Sigue creciendo el número de terapias convencionales y alternativas que se proponen y se prueban en los modelos animales del síndrome de Down (estudios preclínicos); algunos progresan hasta ser sometidos a estudios clínicos en la especie humana. Algunas de estas terapias van dirigidas a corregir posibles alteraciones en los sistemas de neurotransmisión del cerebro y de sus redes neuronales, mientras que otras van dirigidas a corregir algún mecanismo genético o molecular que se vea alterado. Una de las dianas más elegidas es el gen DYRK1A que se encuentra triplemente representado por pertenecer al cromosoma 21. Es un gen que codifica una proteína enzimática, la DYRK1A, que participa en numerosas reacciones moleculares que tienen lugar durante el desarrollo del cerebro. Al disponer de tres copias en lugar de dos, la proteína actúa en exceso y por ello parece ser responsable parcial de los problemas del desarrollo cerebral que ocurren en el síndrome de Down y sus correspondientes déficits cognitivos. Pero su papel no termina ahí: actúa también en el desarrollo del esqueleto. Y su sobreactuación por exceso de actividad continúa durante la vida y puede influir también en el proceso de envejecimiento. Es muy significativo el hallazgo de que, en los modelos de ratón trisómico, la eliminación o silenciamiento de una de las tres copias del gen Dyrk1A haya mejorado los déficits cognitivos y neurológicos y los relacionados con el esqueleto. Porque ello apunta a que el exceso de actividad del gen contribuye a la presencia del déficit.

El obligado corolario es analizar la posibilidad de que alguna sustancia capaz de reducir esa hiperactividad pueda ser administrada a las personas con síndrome de Down, con el fin de mejorar en mayor o menor grado sus déficits. Una de esas sustancias es la epigalocatequina-galato (EGCG) que ha demostrado ser capaz de inhibir in vitro la actividad de la proteína DYRK1A, de reducir el estrés oxidativo, y el déficit energético mitocondrial. La EGCG es el principal polifenol (se encuentra en un 50-75%) presente en los extractos del té verde (ETV). Por tal motivo, se exploraron las acciones de ETV y de la EGCG en modelos transgénicos y trisómicos del síndrome de Down. Los resultados fueron dispares: en algunos estudios, los ETV que contenían EGCG mejoraron ciertas funciones cerebrales, mientras que en otros en los que se empleó EGCG pura no los modificó o incluso empeoró el desarrollo del esqueleto.

Un ensayo clínico realizado en 31 personas con síndrome de Down a las que se les administró diariamente durante tres meses ETV que contenía EGCG (9 mg/kg/día), mostró una moderada mejoría de la memoria y de la función ejecutiva. La mejoría era pasajera y desaparecía al cesar el tratamiento. El mismo grupo de estudio amplió su investigación clínica a 84 personas que recibieron GTE con 8-12 mg/kg/día de EGCG durante 12 meses, al mismo tiempo que se sometieron a una poderosa estimulación cognitiva. Quienes recibieron ETV + estimulación cognitiva mostraron moderada mejoría, frente a quienes sólo recibieron estimulación cognitiva, en  dos de los 15 test relacionados con la ejecución cognitiva (reconocimiento visual y control inhibidor) y cierta mejoría en la ejecución de tareas diarias que requieren una alfabetización elemental. Pese a lo limitado e inconstante de los beneficios y al hecho de que este estudio y resultados no han sido reproducidos todavía por ningún otro grupo investigador, una intensa y prolongada campaña publicitaria en favor de la administración de EGCG, actualmente comercializada en múltiples formas, se ha extendido por el mundo relacionado con el síndrome de Down.

A la vista de esta publicidad sobre los efectos ―positivos, negativos o nulos― en los estudios preclínicos y los obtenidos en el ensayo clínico, los autores del presente trabajo han tratado de caracterizar el grado de conocimiento, percepción y experiencia de la comunidad "síndrome de Down" sobre los ETV, y cuantificar la administración de Té Verde/EGCG en las personas con síndrome de Down.

Se preparó una encuesta dirigida a padres/cuidadores sobre el uso de la EGCG como terapia en el síndrome de Down, que se difundió en Estados Unidos a través de la agencia DS-Connect en diversas clínicas y asociaciones. Según fuera la respuesta a la primera pregunta: "¿Ha utilizado alguna vez EGCG o ETV para tratar a su hijo?", se formaron tres grupos de participantes, y en función de su respuesta se les hicieron preguntas concretas relacionadas con su conocimiento sobre estaos productos, su utilización y sus expectativas de conseguir una mejoría. Respondió un total de 348 cuidadores. En relación a esa primera pregunta, hubo cuatro tipos de respuesta: A: Sí y estoy dando actualmente EGCG a mi hijo (N = 47; 13,5%); B: Sí pero dejé de dárselas (N = 17; 4,9%); C: No se las he dado nunca pero conozco su uso (N = 71; 20,4%); D: No sé nada de ellas ni se las he administrado a mi hijo (N = 213; 61,2%).

Utilizadores actuales de ETV/EGCG (N = 47). La media de edad de los padres fue de 44,1 años. Sus hijos tenían una media de 8,3 años (franja entre 8 meses y 28 años); la dosis media de EGCG fue de 10 mg/kg/día. Veintiuno de los 47 conocieron este suplemento nutritivo a través de publicaciones científicas. La mayoría lo obtenía online, y la media de edad del niño a la que se inició el tratamiento fue a los 6,5 años (franja entre 0 y 27 años. Veintitrés utilizaron ETV/EGCG durante más de 1 año, 12 entre 6 meses y un año, 4 entre 1 y 6 meses y 1 durante menos de 1 mes. Tres cuidadores percibieron beneficios en pocos meses, 8 dentro del primer mes, 7 en unas 2 semanas, y 10 en unos cuantos días. Muchos de ellos declararon que sus expectativas se habían logrado plenamente o en parte. En ningún caso se informó que la administración estuviese controlada dentro de un estudio clínico, ni comparada con placebo: las respuestas eran subjetivas. 

Utilizadores que en el pasado habían administrado ETV/EGCG (N = 17). La media de edad de los padres fue de 45,1 años. Cuando sus hijos empezaron a recibirla, su media de edad era 10,5 años (franja entre 3 y 26 años) y la media de dosis fue de 28 mg/kg/día. Conocían el producto por los estudios científicos, o por informes de otros padres, o por internet. La mayoría de los 17 informó que la había utilizado entre 1 y 6 meses. Diez no observaron ninguna mejoría en su hijo, 2 señalaron cierta mejoría en la comunicación verbal. Cuatro de ellos vieron efectos secundarios.

Conocían ETV/EGCG pero no lo administraron (N = 71). La media de edad de los padres fue de 45,2 años y la del hijo 10,75 años (franja entre 2 y 48 años). La mayoría conocía el producto por internet. Las principales razones para no administrar el suplemento fueron: falta de evidencia sobre su eficacia y posibilidad de efectos secundarios; otras razones: dosis incierta, coste, preocupación por posibles interacciones.

No conocían nada sobre ETV/EGCG (N = 213). La media de edad de los padres fue de 51,8 años, y la del individuo con SD era de 18 años (franja entre 1 y 62 años).

La diversidad de dosificación fue muy grande. Algunos de los participantes estaban dando al mismo tiempo otros suplementos y otras medicaciones para sus comorbilidades. No han tenido en cuenta la posibilidad real de que existan interacciones entre ETV/EGCG y los otros fármacos, y que algunas de estas interacciones contribuyan a la toxicidad hepática.

 

COMENTARIO

Los datos recogidos en esta encuesta muestran la incertidumbre y falta de información sobre las acciones de ETV/EGCG en la población de padres/cuidadores de personas con síndrome de Down. Pero estos no son necesariamente asumibles a los que se obtendrían en la población de España y varios países latinoamericanos, en donde la promoción de un producto comercial de EGCG ha sido muy intensa y llevada a cabo en buena parte por los autores del único estudio clínico, controlado, realizado en el mundo sobre su posible eficacia.

La base científica sobre la que se fundamenta la posible acción de la EGCG es sólida, pero sus resultados en los modelos animales han sido inconstantes. El único estudio clínico de que se dispone hasta el momento muestra efectos parciales y moderados sobre algunos elementos de la cognición y de la conducta, sólo cuando el producto va asociado a una bien reglada estimulación cognitiva. Será necesario ampliar los estudios clínicos por parte de otros grupos investigadores que confirmen, o no, la eficacia del producto, aseguren bien las dosis eficaces, determinen la duración de la administración (¿meses, años, toda la vida?), confirmen la posibilidad de interacciones con otros fármacos que se tengan que administrar conjuntamente debido a las comorbilidades propias del síndrome de Down, y hagan un seguimiento de posibles efectos secundarios a largo plazo.