Caso práctico: Cómo fomentar la amistad entre compañeros
Caso práctico: Cómo fomentar la amistad entre compañeros
Dennis McGuire y Brian Chicoine
La amistad entre compañeros resulta esencial para la salud y el bienestar. Esta amistad es diferente de la relación con los padres o profesores pero cumple un papel igualmente importante en el desarrollo de uno mismo y su autoestima. Al igual que en la relación paterno-filial, la relación con un compañero implica la expresión de sentimientos positivos y de apoyo, pero también proporciona el sentimiento, sumamente importante, de sentirse perteneciente al grupo de los propios compañeros. Los amigos comparten intereses comunes, se esfuerzan en tareas similares y aspectos propios del desarrollo, y cumplen con el importante papel de actuar como espejos en la formación de la propia identidad. Los compañeros con el mismo tipo de discapacidad juegan incluso un papel mayor y fundamental, ya que muestran el camino para poder sentirse orgullosos y respetarse así mismo, independientemente de cualquier limitación causada por esa discapacidad. Igualmente, los compañeros que son personajes públicos, como los actores Chris Burke y Andrea Friedman, o como muchos de los artistas y músicos que despliegan sus talentos en las múltiples convenciones en que se reúnen personas con síndrome de Down, juegan un papel de gran importancia, pues proyectan una imagen positiva del síndrome de Down de la que los demás pueden sentirse orgullosos, y a la que pueden aspirar.
Y, a pesar de eso, algunas familias y algunos investigadores cuestionan la oportunidad y calidad de las amistades entre los compañeros que tienen síndrome de Down u otras discapacidades. Señalan las dificultades que tienen los individuos con síndrome de Down para iniciar y sostener una conversación, y las dificultades descritas para mostrar interés por los demás y para comprender sus puntos de vista. Sin embargo, muchas otras familias afirman que, incluso si existe una aparente falta de habilidades para la interacción, las relaciones entre los compañeros suelen ser sólidas, duraderas y de trascendental importancia. Normalmente, estas relaciones entre los compañeros se van desarrollando a medida que transcurre el tiempo y aumenta la familiaridad, como sucede cuando las personas comparten el mismo trabajo o el mismo programa escolar durante muchos años. Aunque puede que estas amistades tarden más tiempo en desarrollarse, una vez creadas suponen una forma esencial de apoyo y autoestima.
Las familias que tienen dificultades para aceptar el síndrome de Down pueden frenar el desarrollo de estas relaciones con los compañeros discapacitados. Otras familias pueden impedir estas relaciones sin querer, pues están tan volcadas en la “inclusión” de su hijo con síndrome de Down en la escuela y en otras actividades, que éste raramente -si es que lo hace alguna vez- tiene ocasión de encontrarse con otras personas con el mismo síndrome. Esto no quiere decir que no sean posibles las amistades con otros compañeros sin discapacidad, o que éstas no sean muy beneficiosas. Sin embargo, estas relaciones no son tan comunes como los padres podrían esperar y, cuando se establecen, puede que resulte difícil mantenerlas a lo largo del tiempo, puesto que estos otros compañeros suelen cambiar y marcar nuevos rumbos en sus propias vidas.
Evitar las amistades con los compañeros con discapacidad es poco prudente. Algunas de las personas más tristes que hemos visto en el Centro son personas que no quieren relacionarse con compañeros con síndrome de Down (u otras discapacidades). Estas personas están atrapadas entre dos mundos y tienen dificultades para mantener una imagen positiva de sí mismos. Por una parte, no siempre son fácilmente aceptados por sus compañeros con desarrollo ordinario, o pierden el contacto con ellos en el transcurso del tiempo. Por otra, se desvinculan voluntariamente de los compañeros con discapacidad que podrían ser sus amigos, y que seguirán estando ahí cuando los compañeros sin discapacidad se vayan a la universidad, o se dediquen a las actividades propias de un adulto corriente.
Algunos de nuestros pacientes viven en lo que nosotros llamamos un “infierno existencial”. Se han encontrado con que sus compañeros sin discapacidad de la escuela secundaria han proseguido hacia otros horizontes en sus vidas. Y aun así, creen que es inapropiado vincularse con personas discapacitadas. Además, luchan contra su propia identidad, debido a su incapacidad para aceptar, o para “manejar”, el hecho de tener síndrome de Down. Se encuentran aislados entre dos mundos. Sienten que están solos, pero desgraciadamente ni siquiera se sienten a gusto consigo mismos. Las propuestas que hemos hecho en este capítulo serán más fructíferas si se utilizan como estrategias preventivas para evitar que eso ocurra; no obstante, si ocurriera, habrá que volver a los conceptos expuestos al inicio del capítulo y trabajar en el restablecimiento de la autoestima.
Lo que puede y lo que no debe hacerse para fomentar las amistades entre compañeros con discapacidad
Mientras tanto, hay varias cosas que las familias pueden ir haciendo para animar a la persona a que interactúe con otros individuos con discapacidad, en vez de evitarlos:
- Fomente su participación en los Juegos Olímpicos Especiales, y en otras actividades recreativas ideadas para personas con discapacidad. Esto es importante, incluso si la persona se resiste a participar en dichas actividades. Hemos observado que el entusiasmo del esfuerzo en equipo es algo que suele contagiarse, y que ayuda a crear una buena comunicación y una experiencia positiva con los otros compañeros (aunque tengan discapacidad).
- Trate de buscar situaciones en que la persona remisa tenga que ayudar a otra con discapacidad. Por ejemplo, hágale que enseñe a otro compañero de trabajo cómo realizar una tarea laboral, o a otro compañero de piso cómo realizar una labor doméstica. Con esta estrategia se cumplen tres objetivos:
- El incentivo de demostrar que puede realizar una buena labor con estas tareas, ayudará a la persona esquiva a vencer su rechazo inicial para interactuar con otra persona también discapacitada. Para conseguir mejores resultados, tal vez resulte útil apelar a la habilidad del individuo para realizar la tarea que le va a enseñar al otro.
- Al adoptar el papel del que ayuda, la negatividad y la apatía de su actitud y de su conducta se transformarán en otras de carácter positivo y servicial.
- Esto, a su vez, posiblemente cambie la actitud y la respuesta de la persona que recibe la ayuda. Esto es importante porque muchas personas con síndrome de Down perciben cuando no gustan o no son apreciadas por los otros, y suelen entonces evitarlos o responderles negativamente.
El resultado de todo esto es la posibilidad de una experiencia positiva entre la persona que esquiva y la que es esquivada. Así puede cambiarse la actitud y la conducta futura de la persona reticente respecto a los otros individuos con discapacidad. Después de haber tenido varias de estas experiencias positivas, la persona desarrollará una actitud positiva más perdurable hacia los demás compañeros con discapacidad.
- Hemos observado que algunas personas que tienden a evitar a otras con síndrome de Down pueden estar más abiertas a interactuar con alguien que tenga otro tipo de discapacidad, como podría ser una discapacidad física. Por ejemplo, a algunas personas con síndrome de Down les gusta ayudar a otras en sillas de ruedas a ir de un lugar a otro. En ese caso, usted podría sacar provecho de esto, alabando a la persona por su sensibilidad. Después, usted podrá decirle que las personas con síndrome de Down tienen simplemente un tipo de discapacidad distinto al de las personas con discapacidad física, lo que podrá ayudar al individuo a aceptar mejor su propia discapacidad.
- Observe si el adulto se resiste menos a ayudar a las personas más jóvenes, como por ejemplo, a los niños de las guarderías. Muchas veces, los niños a los que ayudan los miran como a héroes o como a personas modélicas. Esto no sólo les ayudará a considerarse a sí mismos, y a su síndrome de Down, de forma más positiva, sino que también beneficiará a los niños.
- Procure que el adulto asista a conferencias y jornadas sobre el síndrome de Down. En estos actos estará rodeado de personas y actividades que apoyan el síndrome de Down, y que son positivas respecto al mismo. Y, lo que es tal vez más importante, el adulto podrá recibir las influencias positivas de otros líderes y autogestores con síndrome de Down, que han logrado aceptarse y sentirse orgullosos de sí mismos, a pesar de su discapacidad.
- Vigile su propia actitud y su propio comportamiento, y el de los otros cuidadores, con respecto a las personas discapacitadas. Sus actitudes tendrán enorme influencia sobre la persona con síndrome de Down a su cargo. Incluso aunque usted cree que oculta eficazmente su actitud, la negatividad será generalmente detectada por su familiar con síndrome de Down. Si usted cree que no tiene una actitud positiva hacia las personas discapacitadas, tendrá que hablar con alguien que le pueda ayudar, o acudir a grupos de apoyo para padres que tengan problemas similares.
Fomentar amistades en los adultos que sean tímidos o inexpertos
A veces, los adolescentes y adultos con síndrome de Down evitan a los demás porque son tímidos, o tienen poca experiencia en hacer vida social, y no necesariamente porque se resistan a interactuar con personas discapacitadas. Hay unas cuantas estrategias de probados resultados, utilizadas por las familias que acuden a nuestro Centro:
- Fomente la participación en los Juegos Olímpicos Especiales, y en actividades recreativas similares. Participar en actividades estructuradas resulta mucho más fácil que participar en otros actos sociales menos estructurados. Con el tiempo, las personas suelen sentirse cada vez más cómodas al interactuar con los demás, especialmente cuando se contagian del entusiasmo de las actividades de equipo, que sirven para crear una buena comunicación.
- Los bailes son una modalidad sorprendentemente buena para que los adultos tímidos se reúnan con los otros. A muchas personas con síndrome de Down les encanta bailar, independientemente de que estén solos o acompañados. En estas ocasiones, parece que todo el mundo baila y se divierte, y no dan la impresión de tener el mismo tipo de presión social que acompaña los bailes de los adolescentes o de los jóvenes de la población general.
- Algunas personas pueden descubrir que la participación en los programas para adolescentes y adultos de los congresos, reuniones y conferencias sobre el síndrome de Down es una buena manera de conectarse con sus compañeros. Estos programas suelen posibilitar que las personas interactúen cómodamente con sus compañeros, mientras se dedican a realizar las actividades de los programas, que pueden incluir apartados específicamente diseñados para aumentar la propia confianza al estar en situaciones sociales. Además, los autogestores con más experiencia que estén presentes suelen actuar como fuente de inspiración, y fomentar actitudes positivas y orgullo propio. Y esto se traducirá en un aumento de la confianza en futuras situaciones sociales con los compañeros.
- El trabajo de voluntariado, o la colaboración en programas para atender a jóvenes o a niños con síndrome de Down también puede ayudar a fortalecer la confianza en las situaciones sociales. Además, si los jóvenes admiran a la persona mayor que les está ayudando, eso también contribuirá a que aumente el propio orgullo y la confianza en sí mismo del adulto.
- La participación en programas del tipo “Buddy Walks” u otros, puede resultar útil para infundir confianza, especialmente cuando hay fuerte apoyo por parte de los que se ocupan de las personas con síndrome de Down. En estas situaciones también se produce el contacto con otras personas con síndrome de Down que se sienten orgullosas de sí mismas, y que tienen una alta autoestima.
- Procure idear reuniones informales entre compañeros con síndrome de Down, como por ejemplo, la noche de pizza y película descrita anteriormente. Este es el tipo de actividad planificada a la que la gente acude más gustosa, particularmente si se celebra en el ambiente de un hogar acogedor. También, al involucrar a diversos participantes para que actúen alternativamente como anfitriones en este tipo de reuniones, se les permite que desarrollen la confianza en sí mismos, puesto que se les da la oportunidad de ocuparse de los demás en un acto social. Como incentivo añadido, las personas pueden aprovechar estas ocasiones para enseñar a sus compañeros la música que les gusta, sus hobbies y otros intereses, lo que a su vez generará una buena comunicación con los demás, y se despertará también el interés mutuo.
Tomado del capítulo 7 (La autoestima y la propia imagen) del libro "Bienestar mental en los adultos con síndrome de Down", descargable en https://www.down21.org/libros-online/libroBienestarMental/index.html