Entrevista: Nora Lelczuk Goldfinger
Buenos Aires, Argentina
“El golf es para mi más que un deporte; es algo así como un “arregla cabezas” no sólo para nosotros los adultos sino para los jóvenes y los niños”.
Nora Lelczuk Goldfinger es madre de 3 hijas una de las cuales, Vanina, tiene síndrome de Down, 17 años, y un buen swing de golf que no sólo le ha servido para mejorar su desarrollo y agilidad motora sino, más aún, para interrelacionarse con el mundo que le rodea: sus compañeros de juego que, como ella, salen al campo de golf con el único deseo de pasar una grata jornada al aire libre, sin más síndrome que el de la amistad y el propósito de lograr un buen resultado en sus tarjetas.
Nora ha conseguido convertir una idea en un hecho, y éste en un inmejorable proyecto a emular por otros países: La “Primera escuela de golf para Personas con Necesidades Especiales HEME AQUÍ”.
Pregunta:- ¿Cuándo decidió llevar a cabo el proyecto HEME AQUÍ?
Respuesta. Hace 5 años desarrollé el proyecto de la Primera Escuela de Golf para Personas con Necesidades Especiales, cuyo nombre es HEME AQUÍ. Estaba convencida de las posibilidades del golf como juego integrador e igualador de oportunidades.
El campo de Golf del Gobierno de Buenos Aires apostó por el proyecto y lo sacamos adelante. Los alumnos de la escuela vienen cada semana a disfrutar con el golf, a compartir, a aprender, a jugar y también a competir en un hermoso lugar lleno de verde y aire puro que los libera del estrés y energiza. Y así, casi sin darnos cuenta, logramos a través de los torneos una mayor apertura mental en la sociedad.
P. Con todo lo que de psicomotricidad implica al síndrome de Down, manifestándose en dificultades concretas como la ralentización en sus movimientos, la desarmonía ocasional, la propia hipotonía muscular, ¿qué fue lo que le llevó a pensar que el golf; un deporte tan asincrónico y de movimientos tan poco naturales, sería una buena opción para los niños con síndrome de Down?
R. Porque es un deporte que siempre ha estado presente en mi vida. Respeto mucho sus reglas y sus principios, y siempre he dicho que es un deporte “arregla cabezas”.
Desde que nació mi hija Vanina con síndrome de Down, siempre he trabajado en favor de la Integración como una vía de enriquecimiento mutuo: los chicos comunes ven, observan el esfuerzo que hacen los chicos especiales para alcanzar las mismas metas que ellos y cómo lo logran. Por otra parte, los chicos especiales conviven y reciben estímulos en forma natural y se preparan para vivir en sociedad. Partiendo de esta premisa, vi en el golf un juego integrador e igualador de oportunidades a través de la condición generosa del “handicap” que es base fundamental de sus reglas y condiciones federativas, por el que se respeta la diversidad de capacidades e iguala equitativamente las oportunidades de todos los jugadores, sin modificar el juego individual.
Asimismo, otro de los aspectos importantes y complejos de este deporte fue su relación con las matemáticas, ya que utiliza conceptos de distancia, espacio, fuerza y dirección durante su ejecución; además, obviamente, de la suma que hay que hacer de cada uno de los golpes ejecutados por cada hoyo.
Desde el punto de vista físico, se trabaja uno de los primeros conceptos en rehabilitación, que es la rotación de cintura, de hombros, de brazos, así como el esfuerzo por lograr una buena coordinación para lograr el swing.
P. ¿Desde qué momento de la propia idiosincrasia del Golf inicia su trabajo con los chicos: Ejercicios de calentamiento, rotaciones, equilibrio, valoración del peso del palo, etc., directamente con hierros cortos, en ascensión o por juegos de carácter más cognitivos como la mimética, los movimientos pendulares del palo, el equilibrio?
R. El inicio de las clases es con un acercamiento al golf mostrando los componentes de este deporte. Luego trabajamos el swing, hierros, putter (a veces puedo comenzar con putter y luego sigo con hierros, dependiendo de los alumnos).
El comienzo de las clases siempre es con la canción que representa a la Escuela, escrita por mí, así como todo el resto de canciones, con coreografía preparada ad hoc y la cantamos. Después hacemos gimnasia siguiendo otra canción que los va guiando.
Luego preparo ejercicios de coordinación, de concentración, estiramientos o combinación de varios. Lo importante es que en cada ejercicio que realizo les explico a los alumnos su relación con el golf. Para los mismos utilizo distintos materiales.
También realizo juegos de integración social, y juegos para conocer los distintos elementos que se utilizan en el golf.
Por otra parte les explico de una manera sencilla las reglas básicas, ejemplificando situaciones de este deporte para que sepan comportarse en el recorrido.
Y como hacemos Torneos Integrados, trabajo mucho el acercamiento a los compañeros “comunes” para que, cuando llegue el momento, sepan cómo relacionarse.
P. ¿Qué trata de transmitirles sobre el juego del golf?
R. El golf no sólo es un juego, es también un deporte de comportamiento donde se deben cumplir las reglas éticas. En la Escuela trato de enseñar el compañerismo, la solidaridad, el respeto, la organización, las conductas apropiadas, la responsabilidad, la alegría, el disfrutar el campo de golf, los pájaros, el cielo azul, la suerte que tenernos, el crecimiento, los logros.
P. ¿Cuál es el beneficio que observa en los jóvenes con síndrome de Down más expertos en la cancha en relación con los que se van incorporando de nuevas?
R. Es muy interesante observar cómo los alumnos con más experiencia quieren enseñar a los nuevos. De hecho a veces, cuando observo la necesidad de alguien de enseñarle a algún otro, le dejo hacer aunque siempre bajo mi supervisión.
Ahí tengo a mi hija Vanina, de 17 años y síndrome de Down, que tiene adquirido un buen swing y ha estado dos veces becada en la academia de David Leadbetter en Florida, EEUU. Ella sabe perfectamente cómo explicar el swing, corregirlo, y se mueve con mucha soltura en la cancha. Es en esos momentos – cuando veo cómo ella se transforma en la maestra de golf para enseñar a los más pequeños y a los profanos – cuando veo que todo ha merecido la pena. No sólo les gusta mostrar sus logros sino también compartirlos, como a cualquiera de nosotros.
P. Después de toda esta labor, ¿qué conclusiones saca sobre el beneficio directo del Golf en nuestros chicos desde el punto de vista físico, psíquico, motor y cognitivo?
R. La mejor contestación a esta pregunta se encuentra en las repuestas de la primera encuesta que pasé a los padres, quienes consideran en un 85% que los chicos se sienten contentos, que disfrutan del lugar, que esperan toda la semana para venir y que encuentran nuevos amigos. Asimismo, admiten que el golf les ha servido para concentrarse mejor y que notablemente les ha dado otro lugar dentro de la familia. Porque los padres tomaron conciencia de que sus hijos pudieron incorporar un deporte tan preciso en su concentración, coordinación y atención viso-motora-espacial, integrando de manera didáctica lo lúdico y el sentido del esfuerzo.
Desde el punto de vista pedagógico, el estímulo pedagógico por excelencia para este aprendizaje ha sido a través de la música y las canciones, de los ejercicios de coordinación y de concentración motora espacial; y todo ello fundamentalmente, sin perder la actitud lúdica en un clima de alegría, compañerismo, libre de estrés, en un medio rodeado de verde.
En cuanto a los ejercicios, los mismos chicos consideran que son dinámicos, estimulantes y que, cuando se varían, son aceptados a pesar de las dificultades que presentan.
En el ámbito vivencial manifiestan sentimientos de alegría y felicidad, no sólo por tener logros del nuevo aprendizaje, sino también de una nueva interrelación con los padres, pudiendo superar juntos los obstáculos y mostrando hacia fuera los logros y la superación ante las dificultades.
En lo actitudinal se pueden observar cambios de conducta asociados a la libertad y a la voluntad de sentido.
Finalmente, ante los logros de sus hijos los padres se sienten sorprendidos y entusiasmados, generándoles un sentimiento de felicidad y alegría donde se retro-alimenta la familia.
Creo que, tanto para padres como para hijos, ha sido y sigue siendo una gran experiencia, cuyos resultados y frutos nos están dando a sus monitores y educadores nuevos parámetros educativos en un sentido que debemos aprovechar.