Editorial: De una madera especial

De una madera especial

Los padres de los niños con síndrome de Down no eligieron que entraran en este mundo; no fueron solicitados, llegaron inesperadamente. Dicen que los hijos no se escogen, pero la pareja sí. Efectivamente, salvo excepciones como es el caso de los padres que adoptan a un hijo con síndrome de Down —algo cada vez más frecuente—, no se elige tener un hijo con síndrome de Down. Ciertamente, una vez llegado, casi siempre se acepta. Como un regalo inesperado que llega y que se recoge, quizás, con una sonrisa falsa. El tiempo les ayuda a comprender por qué, cuál es el sentido de todo esto. Muchos lo acaban entendiendo; algunos, no.

Los profesionales sí eligen su profesión. Y si se mantienen en ella cambian, se transforman. Puede que ya desde su inicio contaran con una vocación, escucharan una llamada interior (vocación, etimológicamente proviene de "vocare", llamar) que les empujase al servicio, a la ayuda a los demás, a la atención a los más indefensos; o puede que se introdujesen en este mundo sin querer, por la fuerza de la necesidad o por las circunstancias. Pero una vez dentro, la transformación se produce. Porque si no es así, tarde o temprano, abandonarán su labor en esta parcela profesional.

Del mismo modo que no todo el mundo vale para encargarse del aseo de una persona mayor, o para atender a personas gravemente heridas en la sala de urgencias de un hospital, o para dedicar su vida al cuidado de seres humanos indefensos en países lejanos, no todo el mundo sirve para trabajar con personas con síndrome de Down o con otras discapacidades. Y quien lo hace ha de ser, por fuerza, de una madera especial. Y si no lo es, la convivencia diaria con las personas con esta discapacidad le llevará a una transformación interior, como si de una crisálida se tratara, como si estableciese contacto con la piedra filosofal, que todo lo transforma en oro, haciéndose de esa madera, si es que su árbol de origen no fuera ése.

Efectivamente, irán desarrollando esos valores que son indispensables para hacer avanzar una sociedad compleja como es la nuestra: paciencia, constancia, tolerancia, respeto, aceptación de la diferencia, amplitud de miras en general. Son una punta de lanza que penetra en nuestras vidas y nos ayuda a transformarlas.

Este editorial pretende ser un homenaje a esas personas dedicadas a la atención de quienes portan trisomía 21, profesionales que han optado por enriquecerse a través del contacto con quienes cuentan con capacidades diferentes. Personas, sin duda, de una madera especial.

Nota informativa. Hemos actualizado la página de LIBROS RECOMENDADOS, ordenando por secciones todos los libros comentados en Panorama de Libros de la Revista Virtual, desde su inicio.Envejecimiento

 

Comentarios  

+1 #1 De una madera especialCarolina Perdomo 15-05-2015 21:57
El título de éste editorial me encantó, a veces pasamos desapercibido algunas cualidades o dones que Dios nos da. Y es allí donde se muestra su gran amor hacia nosotros los humanos. El pertenecer a esta familia, por la venida de mi hija Mónica, me incluye en ésta madera. Soy muy afortunada de tener como hija un ser maravilloso, que me ha enseñado en carne propia el don escondido que Dios me dio. Amo a mi hija y no la cambiaría por nada.
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+1 #2 De una madera especialJosé Francisco Navarro Aldana 09-06-2015 06:15
El título del Editorial, es por lo demás elocuente. Superado el golpe del nacimiento del hijo con síndrome de Down, se emerger con un estado de resiliencia, que no la alcanzan todos los padres. Ese estado nos convierte en una madera especial, para así no sólo trabajar como padres en pro de nuestro hijo, sino que va más allá, al tender la mano amiga a los demás padres que transitan nuestro mismo camino, como lo es la crianza del hijo con síndrome de Down.
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