La paciencia como valor activo de una persona con síndrome de Down

Editorial: La paciencia como valor activo de una persona con síndrome de Down
La convivencia con una persona con síndrome de Down es siempre una escuela de vida, si somos capaces de asimilar todo lo que en el día a día nos transmite. Y esa convivencia se hace más cómoda, más agradable, más llevadera, si nos animamos a cultivar determinadas cualidades.
Una cualidad esencial en la que nos educan las personas con síndrome de Down es la paciencia. Paciencia, porque todo en ellas requiere de más tiempo, de más esfuerzo, de más constancia y no tenemos más remedio que aceptarlo así. Y paciencia también, porque viven a un ritmo en el que todo va más despacio y necesitamos de la paciencia para adaptarnos a su paso.
En realidad, las personas con síndrome de Down nos recuerdan a cada instante que las cosas importantes de la vida se despliegan a su propio ritmo y, en la mayor parte de las ocasiones, no podemos hacer nada para acelerar su avance. No podemos meter prisa a las estaciones; la primavera llega y la hierba crece por sí sola; el otoño comienza y las hojas caen de los árboles sin esfuerzo y sin remedio, hagamos lo que hagamos. No podemos adelantarlo ni atrasarlo. No está en nuestra mano.
Si rascamos un poco en la superficie de la impaciencia, lo que encontramos tras esa primera capa es enfado, rabia, frustración, el deseo de que las cosas sean de otra manera, la falta de aceptación porque no son como yo quiero que sean.
El padre de un niño con síndrome de Down se impacienta porque su hijo camina despacio, come lentamente o se viste a un ritmo pausado. Pero su impaciencia no es provocada por la actitud de su hijo, sino por el germen de la ira que ha anidado en su interior. Siente rabia porque no actúa a la velocidad que él desea, a la que el mundo actual, frenético y alocado, nos tiene acostumbrados. Tener prisa no suele ayudar y puede generar mucho sufrimiento.
En la paciencia hay sabiduría. La paciencia nos enseña (las personas con síndrome de Down nos enseñan) que dejar que todo discurra a su ritmo natural es mucho más tranquilizador y mucho más sano. Y es que, en el fondo, introducir la paciencia entre las cualidades que intentamos cultivar es la mejor prueba de que aceptamos a nuestro hijo, a nuestro alumno, a nuestro compañero con síndrome de Down tal y como es.
Comentarios
Gracias por su comentario. Puede publicarlo en su próximo libro, citando la referencia del modo que le indicamos en su su correo particular. Cordialmente. Down21