Síndrome de Down y la gestión del uso del móvil/celular
Gestión: Es un término que se ha puesto de moda. Indica "hacer uso de", "saber aprovecharse de". Pero no señala para qué o para quién. Ni si es en beneficio o en perjuicio de alguien, aunque lo más probable es que termine siendo en beneficio de uno mismo.
Se estaba debatiendo sobre la utilización del teléfono móvil ―el celular― por parte de los adolescentes, jóvenes y adultos con síndrome de Down. A edades cada vez más jóvenes. Se agradecía la solución que con frecuencia les supone para salir de una situación comprometida; y la tranquilidad que nos depara al disponer de un medio que facilita enormemente la localización de una persona. Se insistía en la oportunidad que ofrece para establecer y mantener las buenas relaciones, y la disponibilidad para conseguir información de forma inmediata. Hasta que salió la palabra mágica: ¡Hay que enseñarles a gestionar su uso!
Se supone que quien la dijo quiso decir: "gestionar bien". Porque hasta la fecha, quien posee un móvil sabe manejarlo, con mayor o menor conocimiento de sus ingentes y crecientes posibilidades; el problema está en advertir qué uso hace él, qué beneficio depara en la vida de relación y comunicación con su entorno; en qué grado contribuye a facilitar su vida, o a perturbarla.
Son cientos los artículos en revistas y periódicos que tratan de adoctrinarnos sobre el buen uso del teléfono móvil: educadores, psicólogos, padres experimentados, médicos y hasta psiquiatras se esfuerzan en advertirnos sobre la conducta que adoptamos en la utilización del móvil, porque esa conducta puede llegar hasta convertirse en conducta adictiva: el teléfono y sus aplicaciones como droga.
¿Qué conductas apreciamos en nuestros hijos ―adolescentes, jóvenes y adultos―y en nuestros alumnos con síndrome de Down a la hora de utilizar el móvil y otros instrumentos? Básicamente las mismas que observamos en el resto de la población; y si en ésta empieza a preocupar seriamente a padres y psicólogos, no menos debe preocuparnos en quienes, por tener síndrome de Down, tienen aún más riesgo de perder el control. ¿Por qué?
Porque, debido a los problemas que muestran en sus áreas cerebrales que regulan los impulsos y las conductas placenteras, su capacidad para controlar estas conductas está reducida. Su capacidad para decirse "No" e inhibir tendencias impulsivas es menor; con cuánta frecuencia experimentamos en ellos lo que solemos llamar obcecación, testarudez o tozudez, tendencia a desarrollar conductas obsesivo-compulsivas. El agravante, además, puede ser la dificultad para comprender por qué ha de renunciar a algo que le gusta y le apetece, y de prever las consecuencias. Pues bien, la utilización de móviles, tablets, etc., se ha constituido, según los psicólogos, en una nueva forma de adicción claramente peligrosa.
Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada cuatro personas sufren trastornos relacionados con las nuevas tecnologías: «Se está poniendo de manifiesto que el uso inadecuado, el abuso o dependencia de las nuevas tecnologías se ha convertido en la adicción del siglo XXI».
Es cierto que las redes sociales nos permiten comunicarnos de forma cómoda e inmediata con otros y nos sirven como un instrumento de trabajo, entretenimiento y ocio. La alarma llega cuando el manejo de manera incorrecta se convierte en un serio problema en potencia y con las consiguientes consecuencias negativas para el usuario. Identificar, sensibilizar, prevenir y poder controlar este tipo de conductas es lo que nos va a ayudar a tener un orden óptimo para un equilibrio productivo del empleo de estas nuevas tecnologías.
La psicóloga Alicia Aldonza nos ofrece unas claves esenciales para prevenir la esclavitud de las nuevas tecnologías: la gestión del uso.
- Definir unos límites claros de los momentos en los que sí es necesario la utilización de estos aparatos, ya sea por trabajo o por ocio, estableciendo tiempos adecuados que no extorsionen la vida cotidiana.
- Limitar el uso del móvil activo o encendido. Por ejemplo: apagarlo durante las comidas. Aprender a valorar esos momentos, charlar con la familia o amigos, etc. Desconectar tiempo antes de irse a dormir. Puede ser necesario quitar el aparato al irse a dormir.
- Con hijos o menores a nuestro cargo, dar ejemplo. Si los adultos nos pasamos el día conectados, con el móvil en las manos y sin poder hablar o escuchar a los demás, es muy probable que cuando les tengamos que exigir desconectar, nuestra petición no surta efecto.
- Realizar actividades en grupo libres de nuevas tecnologías, como puede ser disfrutar de la buena compañía mientras se dialoga con una escucha activa y mirándose a los ojos, etc. Qué triste es ver grupos de amigos que salen juntos a pasear y tomar algo, pero cada uno está en silencio pendiente de su móvil.
- Entrenarse en combatir el tener que salir a todas partes con el móvil, como el término inglés ligado a las nuevas tecnologías ha denominado el FOMO ('Fear Of Missing Out' o miedo a perderse algo). ¿Es siempre necesario llevar el móvil? ¿Te animas a dar un paseo dejando el móvil en casa?
- Promover y reservar espacios para otras actividades individuales como la lectura en papel, el deporte, pintar, resolver juegos (sopas de letras, etc.).
Comentarios
Tiene mucha razón. La formación de grupos wwp exclusiva entre nuestros chicos con síndrome de Down, por lo que voy viendo, sólo sirve para enfadarse unos con otros, tener malentendidos entre ellos... ¡que impican a las familias!