Un caso práctico: Prevenir en piscina y playa
Un caso práctico: Prevenir en piscina y playa
“Apenas ha llegado el calor y ya son 85 los muertos por ahogamiento en espacios acuáticos españoles durante el mes de mayo, cuatro de ellos niños: dos de ellos de apenas 24 meses en la piscina familiar, un tercero en el “jacuzzi” y el cuarto en la playa cuando iba a la deriva con su flotador a 300 metros de la arena”.
Así empezaba hace unos días un reportaje de Carlota Fominaya en la sección de “Familia” de un periódico español de difusión nacional. Extraemos de ese reportaje los comentarios de mayor interés práctico, muchos de ellos recogidos de labios del persona del Instituto Balear de Emergencias.
La prevención comienza con la atención continuada de los padres o de adultos acompañantes cuando los niños están en contacto con el agua. Sobre todo cuando se trata de piscinas privadas, donde se producen la mayoría de ahogamientos porque no hay servicio de socorrismo y somos nosotros los responsables de su vigilancia y protección. Así, cualquier incidente que se produzca, quedará en un susto, unas toses y unas risas si el los adultos están al lado y reaccionan inmediatamente.
El colectivo más afectado son los pequeños de 2 a 4 años, muchos de los cuales todavía no saben nadar. Cuando hablamos de niños más grandecitos, ya podemos educarles en autoprotección. En cuanto son capaces de entender, hay que concienciarles de los riesgos. Tienen que saber que no pueden bañarse solos, que para ir a la piscina necesitan el permiso y la compañía de un adulto.
El aprendizaje de la natación es una buena medida preventiva para evitar disgustos. Si los niños saben nadar, nos dan unos segundos más de margen para intervenir en caso de accidente. Pero que quede claro que el aprendizaje de la natación no excusa de la vigilancia adulta que debe ser permanente. Hay que tener en cuenta que los pequeños, aun sabiendo flotar, no son capaces de dosificar sus fuerzas, ni tienen percepción alguna del riesgo. Pero es una buena medida preventiva, aunque no la única: si caen al agua por accidente y no disponen de un sistema de flotación, siempre tenemos un margen de tiempo algo mayor que si no son capaces de flotar por sí mismos.
Hinchables – Flotadores y manguitos
La sensación de seguridad que ofrecen los flotadores y manguitos es falsa. No son elementos de seguridad, son juguetes que se pueden pinchar, escurrir, permiten que el niño se voltee. Los socorristas prefieren los chalecos, que se ajustan mejor y el pequeño no se lo puede quitar. Aun así, volvemos a insistir en el primer y más fundamental consejo: “No le quites la vista de encima a tu pequeño mientras esté en el agua”.
El móvil/celular
Y esto incluye dejar de lado el móvil. El teléfono es sólo para usarlo en emergencia y poder llamar al 112 inmediatamente en caso necesario. Proponemos que la piscina sea una zona libre de uso de móviles porque es un hecho: hacen que nos despistemos de la vigilancia del niño. Mientras estamos chateando o revisando nuestras redes sociales un pequeño se puede ahogar. Y aunque parezca increíble, en menos de un minuto tenemos un problema serio.
Para evitar consecuencias mayores, que adultos y niños aprendan técnicas de reanimación: es otra forma de prevención.
Al finalizar el tiempo del baño es conveniente recoger los juguetes del niño, porque si se quedan flotando en la piscina suponen un atractivo para los más pequeños que, al tratar de recogerlos, pueden caer al agua. en este sentido, es importante también tener en cuenta el vallado de piscinas que no les permitan acceso. en el caso de una de las pequeñas ahogadas este año y, a pesar de que la piscina del domicilio estaba vallada, accedió por un tramo de obras. Los niños son curiosos, no tienen percepción del riesgo... Somos los adultos los que debemos colocarnos a su altura y descubrir todos los peligros a su alrededor. Por un hueco por el que nosotros no pasaríamos, ellos pasan.
En la playa
La primera advertencia es la elección de un arenal que tenga servicio de socorrismo. Y no sólo porque tenga un servicio de rescate para el que está preparado, sino porque una playa vigilada ofrece información de seguridad para el visitante, banderas, carteles indicadores de riesgos, balizamiento que indica la zona de baño, etc. El personal de salvamento revisa a diario la playa y advierte a los bañistas de los riesgos. Los profesionales están para ayudar y para velar por la seguridad de los bañistas. De hecho, piden a los usuarios de playas que no intenten un rescate si no tienen los conocimientos para ello; que pidan una ayuda, no sea que al final sean dos las víctimas en lugar de una.
Igual que en las piscinas, aconsejan el uso de chalecos para los niños por encima de manguitos y flotadores. Los inflables en general nos permiten llegar donde por nuestros medios no hubiésemos podido, pero hay que volver... Una corriente, perder la colchoneta o el flotador puede ponernos en una situación de riesgo. Son varios los niños que han ido a la deriva con sus flotadores, arrastrados por una corriente, y lamentablemente no todos han podido ser rescatados con vida, como ha sido el caso de la niña ahogada en Tarragona hacen unas semanas.
En el caso de adolescentes a los que ya no se puede tener vigilados permanentemente, es vital el trabajo que hayamos hecho educándoles en prevención. Es importante que sepan nadar, a esa edad es complicado para ellos el asumir en público que no nadan, no utilizan métodos de flotación por vergüenza; pero aprender a nadar no es todo, sobrevivir en el agua es conocer los riesgos, saber cómo evitarlos y tener conocimiento para actuar en una emergencia puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
Las zambullidas
A esa edad existe otro peligro muy del gusto de niños y adolescentes: las zambullidas. No permitas que se tiren desde las rocas. Porque además del ahogamiento, nos enfrentamos al riesgo de una lesión medular irreversible. Que tomen conciencia de que desconocen la profundidad, lo que pueden encontrar en el fondo, la posibilidad de que un golpe contra una roca en el fondo o durante la caída resulte fatal.
Cuidado con las entradas al agua de forma incorrecta: entrar en zonas de poca profundidad puede tener consecuencias nefastas. Siempre se debe investigar si cubre o no cubre más de 1,50 metros.
Los niños aprenden de lo que ven más que de lo que se les dice. Siguen el ejemplo del adulto. si los mayores de su entorno conocen y practican las normas de prevención acuática, ellos también lo harán después. de poco sirve pedirle que no se bañe con bandera roja si nos ha visto a nosotros durante años saltarnos esa norma.
Hay familias que se creen que el socorrista es el cuidador de su hijo. Lo más importante es que los padres o cuidadores están siempre con los niños, porque no se puede fiar la seguridad de los hijos al azar, o al socorrista que es un profesional que tiene que vigilar espacios donde a veces conviven cien o más personas nadando a la vez.
En resumen para Prevenir en piscina y playa
- En la piscina
- Vigilancia continua: No existe sustituto de la supervisión adulta. Nombrar responsable de vigilancia a alguien y establecer turnos.
- Norma 10/20: Mirar a la piscina mínimo cada 10 segundos, poder llegar hasta ella en menos de 20 (para alcanzar al niño con el brazo).
- Evaluar riesgos: Detectar si el pequeño puede llegar solo a la piscina en un descuido nuestro.
- Nivelws de protección: Incorporar dispositivos de seguridad que impidan que el niño pueda llegar solo a la piscina en un descuido.
- Aprendizaje y educación: Enseñar a flotar, nadar y a actuar con prevención.
- Dispositivos de rescate: Disponer de pértiga, salvavidas y teléfono.
- Orden: Alejar juguetes y elementos llamativos de la piscina y alrededores cuando no se usen. que no queden flotando para que el niño no intente alcanzarlos.
- Drenajes: Revisión, mantenimiento de estos elementos. (Conocer cuál es su funcionamiento y desconexión).
- Elementos de seguridad: Vallas de piscina, cobertores. Desconfía de manguitos.
- Emergencias: Adultos y niños deben conocer maniobras de reanimación y llamar al 112 de forma inmediata.
- En la playa
- Nunca solos: No permitas que los niños vayan solos a la playa no les quites la vista de encima.
- Elige playas con servicios de socorrismo: Respeta sus indicaciones, banderas, cartelería.
- Utiliza el chaleco: Enséñales a nadar y si no saben, chaleco.
- Los inflables no son seguros. Ojo con colchonetas y flotadores pues dan sensación de falsa seguridad (y además pueden ser arrastrados por el viento).
- No a los saltos: Saltar de cabeza desde las rocas puede acabar en una lesión medular irreversible.
- Ojo a las comilonas: Los cambios de temperatura bruscos pueden causar una hidrocución. Al agua, despacio.
- No delegar: Los socorristas no son "niñeras, ni torres de vigilancia. No los dejes solos ni un minuto.
- Confía en el SOS: Un rescate es más sencillo si confías en la destreza de los socorristas.
- Conducta PAS (Proteger, Avisar y Socorrer) forman parte del protocolo de actuación que cualquier persona debe conocer para casos de emergencia. si a pesar de todo hay un incidente, se debe avisar cuanto antes al SOS y/o llamar al 112.
- Disfruta de la playa: Cuídala, respetando al medio ambiente.
El niño con síndrome de Down en piscina y playa
Es inevitable referirse a él de manera especial por sus especiales características:
- Su maduración y capacidad de comprender y evaluar riesgos es más lenta: la edad mental avanza por detrás de la cronológica. Nuestra estricta vigilancia debe extenderse, por tanto, a mayores edades.
- Tiene menor capacidad de negarse y renunciar ante algo que le incita o apetece: el agua es altamente apetecible.
- A ciertas edades es más inquieto y se resiste a seguir las indicaciones adecuadas. Su capacidad para escaparse corriendo es bien reconocida. (Ver: Un caso práctico: ¿Qué hacer si mi hijo con síndrome de Down se escapa?)
- Se cansa más de realizar una tarea (jugar en la arena, por ejemplo) y fácilmente exige cambio e ir al agua.
- Se fatiga antes en natación si no está convenientemente entrenado.
- Su termorregulación es más problemática. Son más sensibles a los golpes de calor, o a sentir frío por no secarse bien.