Navidad: Ideas prácticas para el síndrome de Down
Editorial. Navidad: Ideas prácticas para el síndrome de Down Diciembre 2019
Una de las reflexiones más adecuadas para este mes de Diciembre, en el que la Navidad acrecienta el contacto familiar, es la referente a la vida de familia. Tal vez, la presencia de una persona con síndrome de Down sea la causa que facilite un ambiente más cálido y entrañable en muchos hogares. Con frecuencia hemos comprobado que los valores que nos aportan las personas con síndrome de Down ―delicadeza, naturalidad, afectividad, picardía, buen humor― favorecen la creación de un clima más agradable.
Pero no es suficiente esperar a que eso suceda así de un modo necesario. Tenemos que procurar de un modo activo que, sea cual sea el temperamento, o la edad, o el nivel mental de la persona con síndrome de Down que tengamos en nuestra casa, nuestro hogar y cada una de las personas que viven en él mejoren día a día.
Para ello pueden hacerse varias cosas. Una de las más eficaces, y que constituyen al mismo tiempo un derecho y un deber, es que cada uno colabore activamente al bienestar de los demás. También la persona con síndrome de Down. Un hogar brinda una gran variedad de tareas, de pequeñas cosas que, si se cuidan, facilitan de un modo extraordinario ese sentirse a gusto. Todos y cada uno de los miembros de la familia deben sentirse responsables de determinadas cosas. Tarea de los padres será ponderar qué exigir a cada uno. Es importante que tengan el convencimiento firme de que la persona con síndrome de Down, al igual que los demás, puede y debe aprender muchas cosas, y que hay que exigirles con cariño, con firmeza y con constancia. No valen las falsas compasiones y menos aún minusvalorar las posibilidades. Bien es cierto que será preciso enseñar previamente y explicar con claridad qué debe hacer y cómo debe ser hecho. También será necesario animar, motivar y recordar con frecuencia los deberes de cada uno.
Como regla general, cada persona debe ocuparse de que sus propias cosas estén en orden; no es competencia "del otro" llevar la ropa a lavar, o poner los zapatos en su sitio, o recoger los libros o juguetes. Desde que el niño comienza a andar puede ir aprendiendo y haciendo eso.
Pero, además, cada uno debe hacer algo relacionado con las necesidades de toda la familia: poner y quitar la mesa, bajar o subir las persianas, fregar los platos, pequeños recados en la calle, contestar al teléfono, vaciar la lavadora, doblar la ropa, limpiar zapatos, etc.
Debe quedar muy claro que cuando los padres exigen estas cosas, no lo hacen para que los hijos "les" ayuden o para que hagan un favor, sino porque los hijos necesitan aprender, viviéndolo con hechos, que el hogar es empresa de todos, que se cuenta con su participación, que están adquiriendo sentido de responsabilidad, que tienen también el derecho a formarse en ese aspecto de sus vidas.
Si lo iniciamos pronto con nuestros hijos y somos constantes, nos encontraremos pronto con un conjunto importante de efectos positivos:
- Habrá más alegría, consecuencia directa de un mayor espíritu de servicio, de un orden material tangible, de más tiempo para la madre (que lo dedicará a estar tranquila con los demás).
- Las personas con síndrome de Down tendrán la seguridad de que son y actúan como los demás, de que se cuenta con ellas, de que se valora su esfuerzo y su trabajo.
- Se ganará en comprensión y tolerancia ante los pequeños fallos domésticos, ya que todos habrán tenido experiencia de sus propios fallos personales y de cómo pueden perjudicar al bienestar de los demás.
- Los hijos irán aprendiendo a ser responsables y a manejarse solos en múltiples tareas: objetivo fundamental en la tarea educativa.
- Como consecuencia de todo ello, el consejo es que, con ocasión de estas vacaciones navideñas, padres e hijos hagan un plan conjunto de modo que, gracias a las tareas que cada uno debe cumplir, todos puedan tener más tiempo para estar juntos disfrutando de tertulias, juegos de mesa, música, paseos, televisión, etc.
Comentarios
Un mes más, mil gracias por la estupenda revista. Estoy impactada por el maravilloso testimonio de Macarena Acuña, que tiene dos hijos con síndrome de Down. Me ha encantado su actitud, su positividad, su sensatez, su capacidad de aceptación y su ánimo para crear, junto con su pareja y con su hija, un hogar normal y feliz. Macarena, permíteme que desde aquí te mande el mayor de los abrazos y que te exprese toda la admiración que siento por ti y por el padre de tus hijos.
Feliz Navidad para todos.
Saro