Editorial: Situación socioeconómica y desarrollo personal
Situación socioeconómica y desarrollo personal
Es doctrina sociológicamente aceptada que el nivel socioeconómico de una comunidad influye de manera decisiva en su desarrollo colectivo y en su capacidad de crecimiento. Paralelamente se admite que la educación es el principal factor capaz de generar un impulso transformador de dicho nivel. En qué plazo se consiga, es más discutible: dependerá de otros factores como pueden ser la calidad del proyecto educativo y múltiples factores colaterales, pero muchas veces determinantes, que comprometen la naturaleza y la vida de esa comunidad.
Lo que a nivel poblacional puede ser cierto, no tiene por qué serlo a nivel individual. La experiencia diariamente vivida y numerosos testimonios nos ilustran de hasta qué punto una familia motivada y decidida, con independencia de su situación socioeconómica, promueve e impulsa la formación de su hijo con síndrome de Down. No tienen por qué ser las más adineradas, ni las más dotadas culturalmente, quienes más consigan, porque el amor, la constancia, el sentido común, las ganas de aprender, la decisión, la paciencia, son virtudes y valores que no entienden de dinero sino de simple y llana humanidad.
Es cierto que en situaciones de ínfimos recursos resulta imposible acudir a los más elementales programas que ilustren sobre cómo actuar. Pero, salvadas algunas situaciones excepcionales, cuando la familia tiene claros los fundamentales objetivos a conseguir, no es su nivel socioeconómico el que va a marcar el paso en la educación y progreso de su hijo. Sabe que es en el entorno familiar donde mejor se va a atender a sus necesidades, donde mejor se pueden reconocer sus competencias, promoverlas y darle oportunidades para ejercitarlas. Compartir la lectura de un cuento, promover y corregir actitudes cuando hace falta, facilitar el desarrollo del lenguaje, atender a las necesidades de salud y utilizar programas de prevención, buscar el equilibrio entre comprensión y exigencia, involucrar prudentemente a los demás miembros de la familia: son principios y acciones que, en lo más básico y fundamental, trascienden el poder económico y el nivel social. Y son los elementos que más y mejor van a potenciar el desarrollo personal del hijo.
La experiencia nos indica que, a veces, ocurre exactamente lo contrario. Familias con elevados recursos que, preocupadas y ocupadas en sus objetivos profesionales y en el disfrute de un entorno atractivo y distractor, dedican muy poco tiempo a su hijo desfavorecido en el ambiente familiar, "porque para eso están los profesionales u otros cuidadores a los que pagamos sin reserva". Esa misma experiencia nos ha advertido sobre el desgraciado resultado final: el hijo ya adulto resulta una carga inmanejable.
Son los dirigentes y los profesionales de las asociaciones quienes, a través de los instrumentos propios ―escuela de padres, sesiones de orientación individual, etc.― mejor han de conocer y analizar la situación real de una familia; de forma que, independientemente de su nivel socioeconómico, reciba el asesoramiento cercano a su realidad que le permita poner en marcha y ejecutar las acciones generadores del desarrollo personal de su hijo.
Comentarios
Ahora bien, las realidades políticas, sociales y económicas que desarrollan los países creo que inciden en los proyectos de crianza de las familias, con respecto a sus hijos con y sin síndrome de Down, convirtiéndose en una barrera más que debe ser superada. Hay muchas familias vencedoras de obstáculos, verdaderos ejemplos de resiliencia familiar y hay otras, con alto nivel económico, que todo los dejan en manos de los terapistas, educadores y otros profesionales.
Lo que sí está comprobado que una buena crianza familiar convierte al niño con síndrome de Down en un adulto autónomo e independiente.
Muchas gracias por todoun mes más, y un fuerte, fuerte y animoso abrazo, extensible a todos.
Fantastica la entrevista. gracias