Editorial Síndrome de Down: Error y la crítica
El error y la crítica, esos dos grandes maestros
La situación que actualmente estamos viviendo nos tiene a todos desconcertados. No sabemos cómo será nuestro futuro cercano ni qué hacer en el presente inmediato. La pandemia, junto con todo lo que le rodea, hace que las noticias se sucedan a un ritmo tan vertiginoso que no nos da tiempo a asimilarlas. Las personas con síndrome de Down viven también en esa incertidumbre, agravada por su dificultad para adaptarse a los cambios y a las modificaciones en sus rutinas cotidianas.
Los niños con síndrome de Down no están acostumbrados a enfrentarse a dos grandes educadores: el error y la crítica. Y esos maestros son necesarios, en tiempos de tranquilidad y, especialmente, en tiempos de inseguridad. Porque si no aprenden a través de la equivocación y de la corrección, difícilmente podrán salir fortalecidos.
No están acostumbradas al error, porque en función de la denominada "pedagogía del éxito" se procura siempre darles facilidades, para que no tengan que esforzarse, “para que no sufran". Ya tienen suficientes problemas, argumentan los defensores de esta forma de educar, como para ponerles más escollos en su camino. Vamos a ponérselo fácil, vamos a darles todo hecho, para que puedan alcanzar el éxito siempre y acaben por confiar en sí mismos.
Esto es cierto, la confianza en uno mismo se nutre del éxito y de la certeza, confirmada por los hechos, de que cuando intentamos algo lo vamos a conseguir. Pero esa misma confianza se alimenta también del esfuerzo, del trabajo, de la sensación de que nos hemos enfrentado a un reto y lo hemos superado. El niño con síndrome de Down no llegará nunca a confiar en sí mismo si no le dejamos que pruebe, que experimente, que se equivoque y que aprenda de esa experiencia. Actuar nosotros por él, previniendo y evitándole los posibles problemas, se asemeja a aquel hombre adinerado que mandaba a su mayordomo que hiciera ejercicio por él, porque a él le cansaba mucho.
Del mismo modo, la experiencia irá unida al acierto en ocasiones y al error en otras, lo que conllevará la posibilidad de la corrección, es decir, de la crítica. Muchos niños, jóvenes y adultos con síndrome de Down llevan muy mal las críticas y huyen de ellas o se enfadan al recibirlas. Bien sea porque sienten herida su autoestima, o porque les hace sentirse vulnerables e inseguros, o porque les hace más conscientes de sus limitaciones (no sabríamos decir cuál es la razón), el hecho es que la correcta recepción y asimilación de críticas es una asignatura pendiente para muchas personas con síndrome de Down.
Sin embargo, en la crítica está el crecimiento, pues a partir de ella encontramos el camino para mejorar y, por tanto, para sacar lo mejor que tenemos dentro. Una crítica bien expresada y adecuadamente presentada, en el momento y el lugar oportunos, es siempre un regalo, que tenemos que aprender a desenvolver todas las personas, también quienes tienen discapacidad intelectual.
Si creemos en las personas con síndrome de Down, les permitiremos probar y equivocarse. Si queremos a las personas con síndrome de Down, les informaremos de sus errores por medio de la crítica constructiva. Y si nos servimos del error y de la crítica como fórmulas de mejora, haremos fuertes a nuestros seres queridos con síndrome de Down, dándoles herramientas para afrontar las situaciones difíciles que en su vida se irán presentando, como la que en estos momentos nos está tocando vivir.
Comentarios
De la misma forma que la sociedad encaja mal la crítica, la discusión de quien tiene otro punto de vista o incluso corrige errores.
Para tener autonomía es imprescindible hacer y siempre que se haga es imposible hacerlo todo bien, ergo habrá errores y fallos, forman parte de la construcción personal.
Gran acierto y necesario este editorial, pues realmente rompe con la visión que infantiliza a los chicos con una protección mal entendida.
Enhorabuena