Editorial: Inclusión: un trayecto de una dirección y doble sentido

Editorial, enero 2022
Inclusión: un trayecto de una dirección y doble sentido
La inclusión social plena de las personas con síndrome de Down y otras discapacidades es un proceso complejo que comienza en la familia, con la llegada del niño al hogar, y se prolonga a lo largo de toda la vida. La inclusión familiar, la inclusión en el barrio, la inclusión en el tiempo de ocio, la inclusión escolar y la inclusión laboral serían escalones en la larga escalera que los llevaría hacia esa completa inclusión social.
La inclusión es un camino de una sola dirección, pero de doble sentido. La dirección es clara: lograr que toda persona participe de todos los beneficios de la vida en sociedad, los mismos de los que puede disfrutar cualquier otra persona. El sentido, en cambio, ha de ser doble, de la persona con síndrome de Down hacia la sociedad y de la sociedad hacia esa persona.
En una dirección, es la persona con trisomía la que ha de esforzarse por aprender y aplicar las normas sociales que le permitirán ser considerado un ciudadano de pleno derecho. No es lástima ni condescendencia lo que necesitan cuando demandan ese lugar que les corresponde, sino que han de poner todo de su parte para adquirir ese derecho, eso sí, teniendo en cuenta sus capacidades y sus intereses.
Cuando algunos padres o profesionales hablan del niño con síndrome de Down comentando que es vago o perezoso, no son conscientes de lo que dicen en realidad. Si observan detenidamente, verán que él necesita más tiempo, más trabajo y más constancia que cualquier otro niño para alcanzar esos logros que los demás consiguen sin conciencia ni esfuerzo. Comenzar a andar, comenzar a hablar, comenzar a leer, son metas en su desarrollo personal a las que han de dedicar más esfuerzo que cualquiera de sus hermanos o compañeros de colegio. Y ese esfuerzo y constancia podemos observarlo también en muchas otras situaciones a lo largo y ancho de su vida.
En la otra dirección, la sociedad ha de ir más allá de tolerar, respetar y aceptar a quienes son diferentes, como lo somos todos, llegando a valorar y celebrar esa diversidad que tanto nos enriquece. La sociedad se ha de transformar para dar la bienvenida a todas las personas en su seno, sean cuales sean sus capacidades y sus limitaciones, y tiene que aprender a ser inclusiva, para que todos los seres humanos tengan cabida en ella en igualdad de derechos.
La sociedad ha de ser capaz de aportar el mismo trabajo y realizar el mismo esfuerzo que hacen las personas con síndrome de Down, con el objetivo de hacerse acogedora para todas las personas, si queremos que el ideal inclusivo se haga realidad. Y esa es una tarea en la que todos estamos implicados, familiares, profesionales y ciudadanos en general. El camarero que atiende a un joven con síndrome de Down en una cafetería, la dependienta de un comercio, la conductora del autobús o el guardia urbano que vigila un paso de peatones tienen una responsabilidad importante en el proceso de inclusión, sean o no sean conscientes de ello.
La inclusión social de las personas con síndrome de Down es un trayecto con una clara dirección y doble sentido. Asumamos cada uno el peso de la responsabilidad que nos corresponde.
¡Feliz año nuevo 2022!
Comentarios
Cuando se tiene una hija de 46 años de edad, y se analiza el camino recorrido desde su nacimiento, se puede decir que ese camino bidireccional fue como un trozo de diamante, que hubo que tallar y pulir, para al final darle la forma de un diamante precioso. Sí, así es, pues al final la hija logro aceptación en sus diferentes entornos, y eso ha sido por los diferentes apoyos recibidos a lo largo del camino, que ha aprendido y puesto en práctica un buen comportamiento social, que es fundamental y por su nivel de autonomía satisfactorio.