Caso Práctico: Alimentación confortable y sana
Alimentación confortable y sana
El tema de la alimentación en el síndrome de Down muestra aspectos complejos a lo largo de las diversas edades. Por una parte están las dificultades que en las primeras etapas aparecen a veces en la manera de masticar, de mantener el alimento en la boca sin expulsarlo, y de deglutirlo sin atragantarse. Por otra parte, el problema puede venir de la resistencia a aceptar nuevas texturas, el paso a sólidos, los nuevos sabores. Y por último, la tendencia a comer por encima de lo necesario, algo que lleva al sobrepeso y la obesidad, tan frecuentes en cualquier etapa de la vida pero que se inicia casi sin darnos cuenta en la niñez. Para adquirir un conocimiento más completo de este tema, recomendamos leer el “Resumen del mes” de este número y el artículo 4 de nuestra sección DownMediaAlert de este mes
Aquí presentamos algunas ideas en relación con la comida, que ofrece la Dra. María Jesús Alija, especialista en endocrinología pediátrica de la Clínica Universidad de Navarra.
La comida
Por regla general, lo ideal es utilizar “el Plato de Harvard”, es decir: medio plato lleno de verduras, un cuarto basado en proteínas de origen animal (carne o pescado) o vegetal, y otro cuarto de pasta, pan, arroz (preferiblemente integrales) o legumbres. Este es el patrón que trato de enseñar a los padres para que planifiquen los menús en su casa, siempre de forma ordenada y evitando el picoteo.
Además les insisto en normalizar comer fuera de ese patrón en ocasiones especiales: un niño tiene que poder tomar un trozo de tarta en un cumpleaños o en una fiesta, no ganamos nada prohibiendo constantemente.
Crear una rutina no es fácil. Los más pequeños se adaptan muy bien a las pautas que se establecen en casa pero hay que dar ejemplo. La verdura y otros platos saludables se pueden ir introduciendo poco a poco, es una cuestión de negociación, ya que generalmente no van a comer de todo de un tirón. En ocasiones tienen que probar hasta 40 veces un alimento para empezar a tolerarlo, y siempre deben ver cómo nosotros lo tomamos también. Se trata de tener paciencia e ir probando, es un trabajo a medio plazo.
El ejemplo de los padres y hermanos es imprescindible. No podemos pretender que nuestro hijo con sobrepeso coma fruta si el resto de la casa merienda galletas todos los días, tienen que sentirse integrados.
Una restricción excesiva conduce al fracaso; hay que encontrar el equilibrio y educar a los niños para que aprendan a elegir de forma saludable, sin obsesiones.
Hay que ser especialmente cauto con los hábitos nutricionales durante dos etapas vitales del niño. Hay dos edades en las que se gana masa grasa: el rebrote de los 6 años y el momento previo a la pubertad (unos 11-12 años). Hay redistribución de la grasa y hay que controlar que no suponga una subida de peso exagerada, pues al crear más células de grasa podrían presentar una mayor disposición a engordar en la vida adulta.
Debemos fijarnos si existe una subida excesiva de peso que no va ligada al crecimiento. Además es importante acudir al pediatra en caso de notar en el niño un cansancio de masiado pronunciado. Tenemos la idea equivocada de que el delgado puede comer lo que quiera y no es así. Debemos ser conscientes de que estar nutricionalmente sano no depende necesariamente de presentar sobrepeso. Un niño o un adulto pueden presentar bajo peso y no estar sano metabólicamente hablando, por la calidad de los alimentos que consume. En un niño con sobrepeso podemos puede tener complicaciones como son las resistencia a la insulina que conduce a la diabetes, hígado graso, aumento del colesterol.